Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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El camino de la basura en Bahía, desde las quemas hasta el relleno sanitario

El tratamiento de los residuos sólidos urbanos es uno de los grandes problemas de las ciudades modernas. La nuestra pasó por distintas etapas.

(Fotos: Pablo Presti y Archivo La Nueva.)

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com
   El 1 de abril la empresa Ingeniería y Arquitectura SRL se hará cargo del manejo del relleno sanitario de la ciudad, luego de ganar la licitación convocada por el Municipio. Se abre así una nueva etapa para el tratamiento de los residuos urbanos, una de las cuestiones más complejas del mundo moderno.
   El tratamiento de la basura en nuestra ciudad ha recorrido un largo camino. Hasta llegar a la actual realidad del relleno sanitario, ha contado con basurales a cielo abierto, quemas y hasta algunos singulares ensayos de tratamientos de residuos. 
   En un mundo donde la basura originada en las ciudades es un desafío complejo, su aprovechamiento integral y lograr el menor impacto ambiental aparecen como los principales desafíos a resolver. 
   La basura comenzó a ser un problema para las ciudades a mediados del siglo XX, cuando a los desperdicios orgánicos se sumaron kilos y kilos de plásticos y otros componentes no degradables. 
   Los primeros basurales en Bahía Blanca fueron a cielo abierto. El principal se estableció en Tiro Federal, ocupando varias manzanas. Era vaciadero y quema, donde cada determinado tiempo se incineraba la basura. 
   El paisaje del lugar era desalentador: malos olores, perros y cerdos husmeando, ratas y moscas, cirujas, mujeres y niños recogiendo trapos, huesos y vidrios. 
   Cuando la situación se tornó insostenible, la Municipalidad mudó el basural cerca de la Lanera San Blas --Colón 2500-- un terreno de 18 hectáreas que en poco tiempo también resultó inadecuado. 
   En 1958 el intendente Haroldo Casanova lo trasladó a cercanías del cementerio, donde funcionó hasta 1965, cuando el Concejo Deliberante aprobó la nueva propuesta de ocupar la franja de tierra entre los balnearios Colón y Maldonado, a la altura de Belisario Roldán. 
   Allí funcionó 45 años, hasta su definitiva desactivación en 2009. Su lugar sería ocupado por un ambicioso proyecto para conformar un frente costero, hoy olvidado.

El primero, en las calles del Palihue

   La primera vez que en la ciudad se habló de "relleno sanitario" fue en 1960, todo un adelanto si se considera que recién en 1965 Estados Unidos tomó el tratamiento de la basura como "un problema grave" y estableció una ley para regular su eliminación "de manera efectiva y adecuada" mediante ese tipo de propuesta.
   El impulsor en estas tierras fue el médico Luis José Daniel Harrington, en el reducido tiempo --dos meses-- que desempeñó la jefatura comunal. Anunció entonces la singular propuesta destinada a mejorar las calles de tierra, a partir de su bacheo y "relleno" utilizando la basura, de ahí la expresión adoptada. 
   La intervención consistía en destinar los residuos domiciliarios a rellenar las calles, mediante la ejecución de "células cerradas". 
   Un tractor cavaba una suerte de trinchera en la cual se volcaba la basura de cada día, a la cual el mismo vehículo compactaba y luego cubría con tierra. 
   Era una solución "económica, sencilla y permanente", para reparar calles y para reducir el volumen de los basurales a cielo abierto. 
   "La basura se descompone y forma con la tosca una amalgama perfecta", explicó el secretario de Obras, ingeniero Juan Carlos Sofía. 
   En julio de 1962 se realizó la primera experiencia, volcando la recolección del día sobre dos cuadras de la calle Cerrito, generando "una llamativa transformación" en una arteria "de dilatada hondonada". 
   La práctica se repitió en varios barrios hasta 1964, cuando el concejal Alejandro Pérez, médico, denunció lo perjudicial del sistema, explicando que la basura escondida bajo la tierra se descomponía, generando nitratos de tétano, gangrena gaseosa y carbunclo. Es decir que contaminaba el ambiente y significaba un riesgo para la salud. 
   En agosto de ese año, por 12 votos contra 8, el Concejo Deliberante dispuso la prohibición del sistema que, se dijo, "tiene mucho de relleno y poco de sanitario".

La consigna: no contaminar napas

   La idea de disponer la basura en excavaciones, compactarla y cubrirla con tierra fue presentada por primera vez en 1979, siendo intendente Víctor J.M. Puente y secretario de Obras Públicas el ingeniero Oscar Marcolini. 
   "Eliminaremos los basurales a cielo abierto y haremos pruebas de relleno con mucho cuidado", se anunció. 
   La idea era hacer las primeras pruebas con la consigna de no contaminar las napas. De tener buenos resultados, se adoptaría el sistema. 
   Hubo que esperar sin embargo 12 años para que, bajo la administración de Juan Carlos Cabirón, la idea se hiciera realidad. 
   A fines de 1991, ocho empresas presentaron sus propuestas, luego de la convocatoria a licitación, ofreciendo terrenos para destinar a su relleno, planteando el pago de un canon mensual para administrarlo. 
   La propuesta considerada más ventajosa fue la de Fúrfuro SA, en terrenos sobre la ruta 229, en la zona llamada Loma Negra, donde la napa de agua se ubicaba a 5 metros y el terreno tenía casi 20 metros de declive. 
   Fúrfuro cotizó el trabajo en 349 millones de australes, unos 35 mil dólares mensuales, apenas más bajo que su más cercano competidor, la firma Ingeniería y Arquitectura, la misma que en unas semanas asumirá el manejo del lugar.
   El relleno sanitario comenzó a materializarse en junio de 1992, arrojando 650 m3 de residuos en el denominado sector I, de 5,5 hectáreas. 
   La basura se compactaba y cubría con 30 centímetros de tierra, todo en la misma jornada de trabajo. Se pasó luego al sector II --de 4,77 hectáreas--, en 1997 al III (4,05 ha), en 2001 al siguiente (6,83 ha) y luego al V, de 5 hectáreas.
   Fúrfuro operó hasta su retiro en 2008. Ese año se hizo cargo la empresa Los Mallines SRL, de Paso del Rey, que en noviembre de ese año dejó su lugar a EVA SA, ganadora de la licitación, con casa central en Quilmes y que terminará su contrato el 31 de este mes.

Innovación y nivel tecnológico

   La última semana de febrero se definió la nueva licitación para el manejo del relleno, resultando elegida Ingeniería y Arquitectura, por sobre EVA, Tecsan SA y Sapag.
   Las propuestas fueron analizadas por una comisión que consideró cuestiones como la cobertura diaria ofrecida, el equipamiento, la innovación y nivel tecnológico, el diseño de los módulos, el precio por tonelada, el monto de inversión y la evaluación de aspectos ambientales y económicos.
  La propuesta de Ingeniería y Arquitectura fue considerada "la más conveniente y beneficiosa para el interés público", con 411 millones de pesos por 5 años. De acuerdo con los plazos previstos, se hará cargo del lugar el 1 de abril.
   Según su propuesta, se encargará de disponer una celda diaria con 609 m3 de residuos, totalizando 472 celdas cada año. La estimación a 5 años prevé el tratamiento de 400 toneladas anuales (casi el triple de hoy), ocupando 7,19 hectáreas de terreno.

Qué es, según una definición formal

   El relleno sanitario es una obra destinada a la disposición final de residuos sólidos domésticos. Consiste en preparar un terreno, colocar los residuos, extenderlos en capas delgadas, compactarlos para reducir su volumen y cubrirlos, al final de cada día, con una capa de tierra.
   Cada módulo cuenta con una cámara para la recolección de los líquidos que genera la basura --muy contaminantes--, los cuales son entubados hacia una pileta.
En la actualidad entran al relleno unas 200 toneladas diarias: residuos domiciliarios, barrido de calles, poda, desechos de empresas y materia orgánica para la planta de compost del predio. 
  Atento a las perspectivas de crecimiento de la ciudad, la nueva adjudicataria deberá prever un crecimiento de un 10% anual del ingreso de toneladas y construir un módulo para una carga diaria de 550 toneladas.
   Los requerimientos mínimos son la aislación de base y taludes laterales con una barrera de membrana de Polietileno de Alta Densidad y el fondo de celda formado por 60 centímetros de suelo compactado y la misma membrana.
   Para la evacuación de los gases se colocará una chimenea cada 1.000 m2 de superficie. La cobertura superficial final estará constituida por una capa de ecualización, una de suelo compactado y una de cultivo que facilite el desarrollo de especies herbáceas.

A la búsqueda de Julio López

   En septiembre de 2007 desapareció Julio López, el hombre de 77 años que declaró en los juicios de la verdad, dando testimonio en contra del luego condenado a cadena perpetua, Miguel Etchecolatz. 
   Pocas semanas después, y con una recompensa ofrecida por el gobierno nacional, un hombre de nuestra ciudad, Juan Carlos Núñez, empleado de la firma Fúrfuro, llamó al 0800 habilitado a tal fin y aseguró haber sido testigo de cómo dos hombres arrojaban un cuerpo humano dentro de una bolsa al relleno sanitario, el cual sería de López.
   A los pocos días se hizo presente un grupo interdisciplinario, con la orden de iniciar la búsqueda. Para eso estableció un método de excavación a modo de "prueba testigo" para determinar el tiempo y los medios que demandaría una tarea a la que anticiparon como "dificultosa" por el desmenuzamiento de los residuos compactados.
   Poco después de concluyó que se deberían remover cerca de 6.200 m3 de escombros, con el retiro de unos 500 viajes en camión y al menos cinco meses de trabajo. 
   Mientras tanto, una pericia psicológica sobre Núñez lo definía como una persona "fabulatoria", concluyendo que "no existían elementos" que dieran sustento a sus dichos. 
   La causa fue archivada en marzo de 2008, sin mover un m3 de basura.