Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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Una muerte inexplicable

La muerte de uno de los doce cadetes internados con severos cuadros de deshidratación y sobreexigencia física, como consecuencia de una jornada de entrenamiento impuesta por los instructores de la Escuela de Cadetes de La Rioja, dejó en claro cómo todavía se mantienen, en el ámbito de la formación de nuestras fuerzas de seguridad, costumbres realmente criminales.
Todo ocurrió en un par de horas, cuando un grupo de aspirantes a ingresar como policías -jóvenes de entre 19 y 26 años- fueron sometidos a una jornada de actividad física desproporcionada, inhumana, imposible de ser soportada a pesar de una edad favorable o la mejor de las disposiciones.
Testigos de lo ocurrido señalaron que, al desmayarse uno de los cadetes, uno de los instructores manifestó, con frialdad e indiferencia: “Déjenlo: si se tiene que morir que se muera”, tras lo cual lo dejaron tendido al sol durante más de media hora hasta que se le tiró un baldazo de agua.
LO cierto es que doce cadetes debieron ser internados. Uno falleció, con lo cual la justicia tomó intervención con una causa que caratuló como “homicidio” y que involucra tanto a los instructores como a las autoridades de la Escuela.
ocurrió a esta altura de nuestra historia, en un país donde la muerte de un conscripto terminó para siempre con el servicio militar obligatorio. 
Omar Carrasco -de él hablamos- llevaba tres días de incorporado al servicio en Zapala cuando fue maltratado, torturado y muerto por integrantes del ejército. Su cuerpo fue ocultado y denunciado desertor. Lo habían matado.
Por eso resulta inconcebible que todavía se crea que una jornada intensa de actividad física, una exigencia desproporcionada de varias horas, es una herramienta lógica y efectiva para forjar el carácter de un cadete o para darle una resistencia acorde a la labor que deberá desempeñar.
Lo sano es mantener una formación continua, racional, adecuada. Eso no significa que la misma no sea estricta y no apunte a lograr una formación de excelencia. 
Lo que no se concibe es que se actúe con una conducta primitiva, animal, irracional, que pretenda instruir desde el salvajismo. 
El país tiene demasiada historia como para seguir repitiendo fórmulas que solamente sacaron lo peor de muchos.