Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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L​​os corsos, otro escenario para la violencia adolescente

Decenas de riñas se produjeron durante este mes en los festejos de carnaval. Los involucrados son tanto varones como mujeres. Con la difusión de videos, las discusiones continúan en las redes sociales.

 

Federico Moreno / fmoreno@lanueva.com

   Un boliche, una cancha de fútbol o el patio de una escuela. El lugar para que dos o más adolescentes se crucen a golpes puede ser casi cualquiera, pero el escenario más reciente y llamativo, dado el clima festivo que se supone que genera, es el de los corsos.

   Los mismos, organizados por la Asociación de Murgas y Agrupaciones de Carnaval Bahiense, se desarrollan a lo largo de todo este mes y hasta principios de marzo en distintos barrios de la ciudad, permitiendo la tradicional concurrencia familiar.

   Aunque según pudo observar “La Nueva.” en decenas de publicaciones hechas a través de Facebook por chicos de 14 a 19 años, el ambiente positivo se ve cada vez más manchado por la violencia, al punto de anunciarse los problemas días antes.

   Los comentarios de los jóvenes llaman la atención por la ligereza y hasta la satisfacción con la que hablan del sufrimiento ajeno. En capturas de pantalla publicadas en la versión digital de esta nota (lanueva.com) se pueden observar mensajes de este calibre: “Veo el video donde la cagaron a palos y me tiento de risa mal”, “¿Caemos a los corsos a pudrirla de nuevo o qué?”, “Mañana en los corsos de acá va a ser puro bardo”, “Hoy le metemos corsos a buscar roña”.

   Pero, por la misma vía, los repudios a la violencia también se hicieron sentir. Muchos criticaron a quienes se pelean por destruir el clima familiar, por no reparar, muchas veces, en que hay niños pequeños que por centímetros se salvan de los golpes, y por ir en desmedro de las murgas, que ensayan todo el año para brindar un espectáculo de contadas noches.

   Respondiendo publicaciones que parecieran exhibir un trofeo de guerra, las propias víctimas se jactan de “haberse parado de manos”, reprochan el hecho de haber sido golpeadas entre 4 o 5 personas y no “mano a mano, como corresponde”, y un joven hasta denunció haber sido golpeado entre 20 y haber estado a punto de ser apuñalado. 

   Los videos de las peleas, a veces pactadas, otras espontáneas, cotizan en bolsa: algunas publicaciones superan los 50 comentarios y los interesados en recibir el video "en privado" dejan su número de celular.

Tres niveles

   Para comprender este negativo fenómeno, “La Nueva.” consultó al Colegio de Psicólogos. 

   “Las causas de la violencia entre adolescentes se encuadran en tres niveles. Hay una cuestión biológica, y es que todavía no han terminado de desarrollar su cerebro, su sistema nervioso central, lo que facilita todo tipo de comportamientos impulsivos y conductas extremas. Por eso hay más violencia entre los 15 y los 20 años que entre los 25 y los 30, por eso las matinés tienen más personal de seguridad que los boliches 'noche'”, explicó Antonio Porcelli Piussi, vocero de la institución.

   “Por otro lado está la parte psicológica. Estamos convencidos de que este tipo de conductas no responden al común denominador de los adolescentes, sino que les pasa a chicos que familiarmente tienen algún déficit, problemática o disfunción. Es imposible hacer una generalización de la disfunción que se tiene que dar en la familia para que el chico haga eso, pero definitivamente estas conductas no surgen en ambientes saludables”, agregó.

   “Más allá de la conducta activa de pelearse, está la pasiva de ver la pelea, filmarla y querer compartirla. Que te guste ver eso habla de una insensibilidad frente al sufrimiento del otro, provocada por un acostumbramiento a la violencia. Para nosotros, hasta cierta edad, lo que hacen nuestros padres y familiares es lo normal y lo correcto”, opinó.

Roles y redes

   Con respecto a la participación cada vez mayor de las mujeres en una conducta que antes era prácticamente exclusiva de los hombres, Porcelli Piussi explicó que “esto responde a que el rol de la mujer, así como el del hombre, cambió. Hoy vemos como más normales conductas de los varones que hace 20 años habríamos catalogado de femeninas, como depilarse, ponerse cremas o mirarse mucho rato en el espejo. Y por otro lado, también fueron tomadas por las mujeres conductas que hace tiempo eran potestad únicamente de los hombres, como el hecho de tomarse a golpes. 

   “No veo bajo ningún punto de vista que haya una vuelta atrás en estas modificaciones de los roles del hombre y la mujer, la Susanita de Mafalda no va a volver”, sostuvo el licenciado.

   Finalmente, sobre el hecho de compartir en las redes sociales los actos agresivos que los adolescentes realizan, desde el Colegio de Psicológos explicaron que “estamos en un momento donde todos compartimos en las redes sociales aquello de nuestra vida que nos parece significativo e importante, pero mientras para algunos lo importante es el hijo aprendiendo a andar en bicicleta, para otros es la riña en la que se vieron involucrados”.