Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Sudoeste Bonaerense: un sello para la producción regional

Proponen que distintos productos elaborados en nuestra región obtengan un sello oficial regional que garantice su calidad y su origen. 

El aceite de oliva es altamente representativo de la naturaleza productiva del SOB.

   Lisandro Ganuza, presidente de Zona Franca Bahía Blanca Coronel Rosales, para La Nueva.

La reinserción comercial de la Argentina en el mundo es un proceso en el que intervienen tanto actores ministeriales como distintos organismos --INTA, INTI y SENASA, entre otros-- y, claro está, los productores de todos los tamaños, siempre interesados en ofrecer un producto de calidad identificable y sostenible a lo largo del tiempo. Es el escalón siguiente al envío de producción a granel y que cumple con la visión del presidente Macri de dejar de ser el granero del mundo para pasar a ser el supermercado.

   Las nuevas reglas en materia de comercio exterior, sumadas a la estrategia del Gobierno nacional de una reinserción inteligente en el mundo, que es gradual y posibilita a los productores tener unos años para adaptarse a los estándares internacionales, sumado a un trabajo de posicionamiento y articulación con el sector público, nos lleva a establecer la maximización del objetivo de la búsqueda de productos regionales de alta calidad, sumándole valor en la producción pero también pensando en un sello regional que garantice el origen y la calidad del producto.

   Los vinos, como los jamones españoles o italianos, son muestras del valor que le da a un producto la denominación de origen. En este sentido el Ministerio de Agroindustria de la Nación ha desarrollado un sello denominado “Alimentos Argentinos, una elección natural” con la finalidad de conceder una marca de calidad gratuita que distinga a los alimentos que se elaboran en nuestro país, cumpliendo con protocolos de calidad específicos, que posean una calidad diferenciada y como consumidores nos permita identificarlos.

   El sello también tiene su versión en inglés: “Argentine Food a Natural Choice”. El proceso comienza con un correo electrónico a selloaa@magyp.gob.ar con datos de la empresa y los productos. El paso siguiente es establecer un protocolo de calidad de la producción y una vez aprobado se hace una auditoría por una de las entidades auditoras habilitadas que verificará el cumplimiento de los parámetros establecidos en el protocolo. Una vez realizados estos pasos, el Ministerio de Agroindustria dictará una resolución y se podrá empezar a utilizar el sello en los productos.

   En la feria AlimentAR realizada en noviembre de 2017 el dicha cartera entregó la certificación "Alimentos Argentinos, una elección natural" a las empresas tucumanas Citrusvil SA y San Miguel SA para que puedan utilizar el sello de "limón fresco". Son las primeras productoras de limones en obtener el derecho de uso. Desde su creación se han aprobado 37 protocolos en productos como pastas secas, pistacho seco, aceite de oliva virgen extra, frutillas frescas y congeladas, miel, confituras y afines, pasas de uva, truchas congeladas, quesos tybo, holanda y reggianito, preparaciones culinarias industriales, dulce de leche, yerba mate y jamón crudo, entre otros. En el sudoeste bonaerense debemos trabajar para posicionarnos como un gran productor y exportador con valor agregado.

   Productos como la miel y el aceite de oliva son altamente representativos de la naturaleza productiva de nuestra región y debemos asumir el desafío de, además de la calidad de nuestros productos, darles un valor agregado. Esta repotenciación puede ser a partir del aprovechamiento de herramientas como la Zona Franca para agregarle valor a una cadena de producción, como por ejemplo la instalación de una planta de homogeneización de miel dentro de ZFBBCR, posibilitando que el productor mantenga la extracción en su localidad del SOB y le agregue valor para salir al mundo por los puertos locales, con ventajas de competitividad en el costo de producción como en el flete.

   Pero además debemos buscar un sello que bien podría ser “SOB” para identificar a los productos de nuestra región que cumplan con los protocolos establecidos y reconocidos, y que tenga un reconocimiento en el mercado internacional con mayor valor que el producto enviado a granel. Los especialistas marcan que la miel del sudoeste bonaerense es muy buscada porque tiene una incidencia mínima de glifosato, cumpliendo con los estándares de mercados exigentes como los de la Comunidad Europea. Nuestra miel de mejor calidad, homogeneizada para tener una calidad única, bien merece tener un sello identificatorio regional que asegure la calidad y persiga un mayor valor de mercado.

   La especialista en Propiedad Industrial e Intelectual, Norma Félix, explicaba que en nuestro país coexisten los regímenes de denominación de origen (DO) y la indicación geográfica (IG) para productos agrícolas y alimentarios, que están regulados por la Ley 25.380, su modificatoria 25.966 y el decreto reglamentario 556/2009, y que constituyen el sistema legal utilizado para la protección de una calidad particular vinculada a un territorio, que se atribuye a los recursos locales, tanto naturales como sociales.

   Los alcauciles platenses, el cordero patagónico, el melón de media agua de San Juan, el salame típico de Colonia Caroya y la yerba mate tienen Indicación Geográfica reconocida, así como el chivito criollo del norte neuquino y el salame de Tandil han obtenido la resolución que les reconoce denominación de origen. Una marca regional del SOB, que sirva de sello identificatorio y reconocimiento de calidad es el primer paso para avanzar en una indicación geográfica, que nos permita darle mayor valor a nuestros productos.