Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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No será un retiro más...

Archivo La Nueva.

   Mauricio Macri regresó a Buenos Aires tras descansar durante el feriado de carnaval en el complejo de Chapadmalal, adonde regresará en la noche del martes para encabezar un nueva retiro espiritual, como se los llama, de la primera plana del gobierno, dirigentes de Pro y las primeras espadas del oficialismo en el Congreso.

   Aunque todos los funcionarios que en menor o mayor grado están detrás de la organización del encuentro ampliado de Macri y sus colaboradores, con la batuta siempre en manos del secretario General de la Presidencia, Fernando de Andreis, coinciden en que llegarán "en paz" al programado asado de cierre del sábado al mediodía, la impresión es que esta vez no se trata de un retiro más de los que acostumbra a realizar el macrismo desde que llegó, primero a la Ciudad, y después a la Nación.

   "Hasta puede haber pases de facturas", dijo uno de esos confidentes que pese al feriado de carnaval tuvo que trabajar en detalles de la organización de los alojamientos en la unidad turística junto al mar, tema no menor por cierto porque no siempre todo aceptan de buena gana dormir con quien les fue asignado por la lapicera de De Andreis.

   Ya se ha dicho y repetido que el presidente, los ministros y el resto de los invitados a Chapadmalal harán primero un repaso de todo lo actuado durante2017, para analizar qué se hizo bien y qué se hizo mal, dónde fallaron en temas caros al partido amarillo como es la comunicación y el manejo de las redes sociales, y en qué áreas se cumplieron las metas que puntean semana a semana con exámenes incluidos al menos una vez al mes, los poderosos Mario Quintana y Gustavo Lopetegui.

   Una segunda parte del encuentro estará destinado a lo que viene. A repasar las metas que Macri quiere que se cumplan en 2018, un año que todos coinciden en sostener que debería haber sido de transición hacia la pelea brava que se desataría el primer día de 2019 por las elecciones donde Macri aspira a lograr la reelección, pero que los acontecimientos políticos actuales hicieron que los tiempos se adelantasen. "Ya estamos en campaña", se sinceró la semana pasada un ministro político del gabinete.

   Aunque nadie lo dirá en público, es un secreto a voces en los pasillos de la Casa Rosada que el presidente no está del todo conforme con la gestión, en especial con el cumplimiento de algunos objetivos que se había planteado a partir de la planificación de sus ministros y secretarios y que ahora lucen o agrietados o directamente sometidos al toma y daca a que no pocas veces los somete la oposición en especial el peronismo más negociador. La reforma laboral y el mega decreto de desburocratización del Estado, que fueron impulsados sin demasiado consenso previo y ahora deberán ser tronchados en varios proyectos para poder ser tratados en el Congreso, es uno de los ejemplos de ese andar errático de la administración.

   "Hay tres ministros en capilla", reconocen en la Casa Rosada respecto de aquellos a los que la mirada examinadora del dúo Quintana-Lopetegui, y la del propio Macri que siempre tiene la última palabra, puede convertirles la estancia junto al mar en una especie de calvario. Son los que el presidente cree que no han cumplido con las metas que se les encomendaron, y que han tenido que ver directamente con los problemas del gobierno para mantener en caja los temas sociales, la inflación y la marcha general de la economía, empezando por el movimiento siempre preocupante a nivel del ciudadano común como es la cotización del dólar.

   También la reunión de Chapadmalal debería servir para zanjar algunas cuestiones personales que no quedaron debidamente zanjadas, como los casos del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, por el alto costo que le hizo pagar a Macri a raíz del escándalo con la empleada doméstica derivada en interventora del SOMU de San Fernando, Sandra Heredia, o las explicaciones que se espera que ofrezca el ministro de Finanzas, Toto Caputo, sobre quien la Oficina Anticorrupción que conduce Laura Alonso tiene la mira puesta por presunta incompatibilidad entre su cargo y las inversiones que mantendría en una empresa offshore, de la que dejó de ser director cuando asumió el 10 de diciembre de 2015.

   Además de otros temas como la estrategia para vaciarle a Hugo Moyano la marcha del 21, agenda en la que vienen trabajando con éxito Quintana, Rogelio Frigerio y en casos puntuales el propio Triaca, el gabinete debería zanjar además una dura interna por las metas de productividad de YPF, y las inconsultas subas en el precio de su combustible, que hoy tienen en la mira a su titular, Miguel Angel Gutiérrez, y enfrentados a los ministros Nicolás Dujovne y Juan José Aranguren.