Hora eléctrica

Redacción de La Nueva.

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por Mario Minervino

Hace 85 años, en febrero de 1933, la compañía Empresas Eléctricas de Bahía Blanca estableció para sus clientes un moderno y sofisticado “servicio controlado de relojes eléctricos”.
La compañía cumplía seis años como concesionario de la provisión de energía en nuestra ciudad. 
Había logrado esa prestación luego de que el Ferrocarril del Sud decidiera desprenderse de la misma, junto con la administración del agua corriente, gas y el tranvía eléctrico. 
Entre los requisitos que la comuna exigió a la nueva adjudicataria se incluía el de construir una nueva usina, para reemplazar a la ya colapsada de Loma Paraguaya. 
Fue el origen del conocido “castillo” ubicado en Ingeniero White. Su puesta en marcha permitió, además de mejorar el suministro privado y urbano, ofrecer a los bahienses un servicio inédito y de avanzada: la posibilidad de conocer, en cualquier momento, la hora oficial que regía en toda la república, “rigurosamente controlada al segundo”. 
Para ello el interesado debía disponer, simplemente, de un “reloj eléctrico sincrónico”, el cual podía enchufarse “en cualquier tomacorriente domiciliario”. 
Apenas comenzaba a funcionar, debía ponerse en hora de acuerdo con la información oficial. 
Desde entonces, el reloj no daría más molestias, “pues nunca necesitará ser cargado y su marcha constantemente exacta será continuamente controlada desde la usina de Ingeniero White por el personal técnico”, según se explicó. 
La empresa informó que solo dos grandes compañías (Buenos Aires y Rosario) disponían de maquinaria “moderna y perfecta” para el servicio de “hora eléctrica oficial”.
Lo cierto es que el sistema no fue demasiado eficiente: los repetidos cortes de energía lo fueron haciendo inviable y constantemente desactualizado.