Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Una transición demasiado lenta

Escribe Emilio J. Cárdenas

El pasado 4 de septiembre, Cuba comenzó a transitar un lento proceso electoral que se espera habrá de concluir el año próximo con la elección nacional que determine quién será finalmente el sucesor de Raul Castro en la presidencia del régimen comunista que se apoderara de la isla hace ya cerca de 60 años. Desde la revolución de 1959, entonces.

La transición será aparentemente muy lenta. Y cada paso, pese a la apariencia democrática, será cuidadosamente digitado, de modo que no haya sorpresas respecto de lo que el Partido Comunista de Cuba quiere que suceda.

Como cabía esperar, por cierto. Cuba no es una democracia, ni pretende serlo. Es un régimen totalitario, de libro de texto. Puro en su carácter de tal, por lo demás. Todo lo que sea libertad no está en el libreto del Partido Comunista, que todo lo dispone.

En el curso de este mes, Cuba habrá de elegir a sus autoridades municipales. Las elecciones a ese nivel están previstas para el 22 de octubre venidero.

Siempre con la fórmula antidemocrática del partido único. Nadie puede ser candidato independiente, por lo demás. Todo dentro del Partido Comunista. Siempre. Esa es la garantía de supervivencia que tiene y asegura contra todo riesgo al Partido Comunista. Nada democrático, obviamente. Pero siempre cuidando de que todo tenga una sólo falaz “apariencia democrática”. Apenas eso.

Luego se hará lo propio con las elecciones provinciales, para culminar finalmente con la elección del sucesor de Raul Castro, que pareciera poder ser el actual vice-presidente Miguel Díaz-Canel, un veterano burócrata del Partido Comunista, de 57 años de edad y un relativamente bajo perfil, por ahora al menos.

En un país opaco y sin libertad de prensa, sus videos de pronto están circulando bastante profusamente. Comunican esencialmente que nada habrá de improvisarse y que la “reforma” que vendrá no será tal, sino que será, en rigor, tan sólo más de lo mismo.

Y que el Partido Comunista de Cuba está empeñado en su propia supervivencia, sin que en el camino a recorrer nada cambie esencialmente, después del reemplazo de hombres impuesto por la naturaleza. Por necesidad, esto es por la vida misma, en consecuencia.

Los candidatos para los cargos provinciales y los legislativos cubanos no se eligen libremente. Jamás. Son designados, en rigor absolutamente “a dedo”, por una comisión dominada prolijamente por el gobierno y sus distintas “organizaciones sociales”.

En febrero próximo ya Raúl Castro no sería entonces más el presidente de Cuba, aunque retendría, por razones elementales de seguridad, el cargo de presidente del Partido Comunista de Cuba, que es el verdadero “dueño absoluto” de la isla.

Muerto Fidel y alejado Raúl, ya entonces no habrá más Castros en el timón administrativo de la isla.

Pero Raúl, aunque con sus obvios 86 años a cuestas, seguirá siendo el amo total de la isla. Desde el púlpito inamovible y solitario del Partido Comunista, como hemos señalado. Recordemos que los Castro son longevos. Fidel murió a los 90 años de edad. Muy desgastado, pero con buena parte del poder real aún en sus manos. Raúl va aparentemente caminando exactamente en la misma línea.