Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Una larga travesía hasta el Año de la Rata en China

Nery Pardal y Lorena Gontero se cansaron de la vida de la gran ciudad, dejaron todo y comenzaron hace cinco meses un viaje por toda Europa, trabajando por alojamiento y comida.
Fotos: comolateraaltoro.wordpress.com

Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com

   “Mate todavía tenemos. Cuando salimos compré un kilo de yerba, y tomamos solamente los domingos como para darnos el gusto. ¿Viste como es el asado de los domingos? Bueno, para nosotros es el mate. Cuidamos la yerba, que no se lave, no tocar la bombilla, que el agua esté perfecta… No puede fallar”.

***

   Para Nery Pardal y Lorena Gontero, lo importante es que fluya. Tienen un punto de partida; objetivos a cortísimo plazo que van mutando día a día, minuto a minuto; y la meta de estar en China en 2020, en el Año de la Rata.

   Pasaron ya cinco meses de su partida desde Capital Federal hacia un Madrid que nunca llegaron a conocer, y desde entonces recorren Europa con rumbo casi desconocido, combinando estadías con ofertas laborales y experiencias que van desde lo interesante a lo bizarro.

   Argentina -por ahora, siempre por ahora- quedó atrás. Una vez con el pie en el Viejo Continente, el mapamundi se abrió frente a ellos como un lugar para descubrir y recorrer al derecho y al revés; y de paso, ver qué pasa en el camino.

   El plan, resumen, es que no hay plan: que fluya.

   Se conocieron no por casualidad, pero casi. Él venía de un par de años de vivir y trabajar en Chile, hasta que necesitó cambiar de aires y recaló en Capital Federal. Ella estaba en Córdoba, con una casa a medio construir y un par de viajes por Nueva Zelanda, Medio Oriente e India. Ambos trabajaban para una ONG que facilitaba y organizaba voluntariados alrededor del mundo: cruzaron un par de correos, por trabajo. En 2014, ella hacía las valijas, se mudaba a Buenos Aires y comenzaron a tratarse; hoy, de la tonada cordobesa ya no le queda nada.

   Nacido en Río Colorado y pigüense por adopción, él había recalado en Bahía Blanca y la UNS antes de cruzar la cordillera, pero la inquietud de moverse, de no estar quieto y de buscar nuevos caminos nunca se había apagado. A los dos, el ritmo y la vida de Capital Federal los tiraba abajo. Hoy reconocen que necesitaban un cambio: no querían mudarse a otra ciudad, a otro país y seguir sintiéndose igual; querían dar vuelta la página y barajar de nuevo.

   Un viernes de diciembre se prometieron empezar a discutir cómo hacer para irse; al día siguiente empapelaron una pared, escribiendo todas y cada una de las cosas que debían preparar para emprender el viaje; y al día siguiente encontraron en oferta un pasaje de ida a Madrid para el 29 de marzo. Si la idea era que todo fluyera, las señales eran inequívocas: la cuenta regresiva marcaba tres meses; o, mejor dicho, en tres meses empezaba todo.

   “Así no podíamos vivir más -resume hoy Nery, mientras hace las valijas para dejar Timiçoara (Rumania) y disfrutar los últimos días del verano europeo en las playas de Croacia-. Amagábamos, hasta que dijimos 'basta'. Era solo tomar la decisión".

   Aunque la idea es dejarse llevar, las estadías, los traslados y hasta los destinos son estudiados y decididos minuciosamente. Cuando el siguiente lugar ya fue decidido, comienza una búsqueda por aplicaciones de viaje como BlaBlaCar o Airbnb para saber cómo llegar y dónde quedarse; aquí prima el bolsillo y también la realidad cada país. Por ejemplo, en algunos está prohibido hacer dedo y en otros el transporte público es muy barato.

   Qué harán, en qué trabajarán en cada lugar para justificar su estadía, lo deciden a través de las propuestas laborales que se publican en la plataforma WorkAway.

   Así fue como atendieron un restaurante hare krishna en Italia, colaboraron con el embotellamiento de sidra en Dinamarca, estuvieron trabajando en una granja de permacultura en Ucrania o construyeron casas de barro y paja en Rumania, y quién sabe qué más en el futuro.

   “En realidad, no tenemos un plan de viaje -cuenta Lorena-. Teníamos 15 días de vacaciones, y los pasamos en Portugal y en Barcelona. Después nos esperaban en Italia, cerca de Florencia, en una comunidad hare krishna. Nuestra idea era seguir por el Mediterráneo hasta fin de año, pero nos fuimos a Dinamarca en mayo”.

   Para eso se cumplió la máxima de su viaje: “si fluye, lo hacemos; si no, nos vamos para otro lado”. Cuando estaban por dejar Italia, encontraron pasajes baratos para Dinamarca y todo cuadró: había que hacerlo.

   En este punto, la cuestión del Espacio Schengen es fundamental: cada 180 días, solo pueden estar 90 dentro del espacio europeo en que no necesitan pasaportes o visa para cruzar de país. Eso los llevó a los países de Europa del Este donde no funciona esta reglamentación, a la espera que se cumpla el plazo para que puedan ingresar nuevamente a los territorios del oeste. Lejos de ser un problema, les permitió ampliar aún más el mapa por recorrer.

   La modalidad de los trabajos es simple: tienen que cumplir con cinco horas laborales en forma diaria, a cambio de casa y comida; el resto del tiempo es para ellos. Eso sí: las realidades de cada nuevo hogar son muy distintas.

   “En Dinamarca estábamos en una casa grande, con una habitación para nosotros y comíamos carne; y cuando fuimos a Ucrania, llegamos a una granja donde nos teníamos que bañar afuera, con una ducha con agua calentada al sol y sin shampoo ni crema dental”, recuerdan.

   Hay dos posibilidades para cada estadía: están las largas, de dos a tres semanas, que son aquellas en los lugares donde deben trabajar; y las cortas, de no más de tres días, que son aquellas que hacen por turismo y en las que deben costearse la comida y el alojamiento.

   Por eso, en los planes está el comprarse una carpa para abaratar la cuestión del hospedaje. Eso lo cuenta Lorena; Nery la mira de reojo, sonríe y aclara, no muy convencido, “lo estamos estudiando”.

   Claro, normalmente la carga la lleva él. De Buenos Aires salió con un peso de 20 kilos, entre ropa, elementos varios y hasta una parrilla portátil. El argentinísimo amor por la carne asada duró apenas un par de meses y no más de tres asados: los cortes no son los mismos y –obviamente- la carne no es la misma. Al final, la dejaron en una de las casas en las que se hospedaron.

Así no podíamos vivir más. Amagábamos, hasta que dijimos 'basta'. Era solo tomar la decisión", cuenta Nery.

   Esa fue una de las cosas que debieron aprender durante la marcha: desprenderse. No sólo de ropa o la parrilla, sino también a decir adiós para continuar su viaje.

   “Salí de Buenos Aires con 20 kilos en el bolso y ahora tiene 13. Entendimos que si algo no lo usamos o sabemos que no lo vamos a usar, no tenemos que llevarlo más. Por eso, en cada lugar que vamos, dejamos un pantalón o una remera, que ya sabemos que no vamos a necesitar”, cuenta Nery.

   Las despedidas son normalmente lo más duro, porque llegan las dudas de quedarse unos días más y probar qué pasaría. Esas mismas dudas, aseguran, se van a los diez minutos de estar en la ruta, rumbo a su nuevo destino.

   “Podemos estar dos semanas o tres días en un lugar, pero vamos a sentirlo como nuestro hogar. Hacemos eso: llegamos, desarmamos los bolsos y hacemos que sea nuestra casa durante la estadía”, comenta Lorena.

   Ella -asegura él- es la que menos aguanta en un lugar, sobre todo si las condiciones de vida no son las esperadas.

   “Normalmente soy más intuitiva, digo 'basta' y se lo planteo. Él tarda uno o dos días más, ve que tengo razón y seguimos camino”, dice.

   ¿Dónde termina esto? No lo saben. Por lo pronto, tienen un pasaje de Estambul a Nepal que ya saben que van a devolver porque no creen estar por aquellos lares. Fantasean con la posibilidad de extrañar demasiado las milanesas criollas, volver al país, quedarse unos meses y retomar el viaje.

   “Queremos estar en China en 2020, el Año de la Rata, porque los dos somos Rata en el Horóscopo Chino. Pensamos pasar por Asia, Albania, Serbia, Montenegro, Macedonia... Todavía estamos disfrutando del hecho de viajar e ir teniendo estas experiencias”, resume Nery.

   Lo importante, al fin y al cabo, será que todo fluya.

Onorio Nicanor y Como la tera al toro, para seguir el viajeEn la web. Quienes quieran comunicarse con Lore y Nery, además de saber por dónde andan, pueden seguirlos a través del blog Comolateraaltoro.wordpress.com y la cuenta de Instagram Onorio Nicanor.Fondos, se buscan. Onorio nació como un personaje, que se dibuja con algo típico de cada país. La idea es hacer postales y señaladores con esos diseños, para conseguir dinero y continuar viajando.Inspiración. La idea del blog y la página de Instagram, cuentan, es que la familia y amigos sepan qué está pasando y por donde viajan. "Pero también buscamos inspirar a quienes no se animan y quieren emprender un viaje como nosotros".Ahorro. Según cuentan, los ahorros que tenían les alcanzaban para viajar entre nueve y diez meses “sabiendo que en el camino teníamos que resolver cómo hacer plata”. Sin embargo, con el nivel de gastos que tienen, el plazo de viaje con ese dinero se extendió casi a dos años. Onorio Nicanor y Como la tera al toro, para seguir el viaje

Onorio Nicanor y Como la Tera al Toro, para seguirlos por la web

En la web. Quienes quieran comunicarse con Lore y Nery, además de saber por dónde andan, pueden seguirlos a través del blog Como la Tera al Toro, su espacio en Pintaram y la cuenta de Instagram Onorio Nicanor.

Fondos, se buscan. Onorio nació como un personaje, que se dibuja con algo típico de cada país. La idea es hacer postales y señaladores con esos diseños, para conseguir dinero y continuar viajando.Inspiración. La idea del blog y la página de Instagram, cuentan, es que la familia y amigos sepan qué está pasando y por donde viajan. "Pero también buscamos inspirar a quienes no se animan y quieren emprender un viaje como nosotros".

Ahorro. Según cuentan, los ahorros que tenían les alcanzaban para viajar entre nueve y diez meses “sabiendo que en el camino teníamos que resolver cómo hacer plata”. Sin embargo, con el nivel de gastos que tienen, el plazo de viaje con ese dinero se extendió casi a dos años.

Empanadas. Tradiciones hay. Estén donde estén, cada tres semanas preparan empanadas, sobre todo si hay muchas personas. “No tenemos tapas, así que aprendimos a hacer la masa -dice Lorena-. No conseguimos todos los condimentos, pero medianamente son como las argentinas. Incluso, la última vez las hicimos fritas en grasa”.

Empanadas. Tradiciones hay. Estén donde estén, cada tres semanas preparan empanadas, sobre todo si hay muchas personas. “No tenemos tapas, así que aprendimos a hacer la masa -dice Lorena-. No conseguimos todos los condimentos, pero medianamente son como las argentinas. Incluso, la última vez las hicimos fritas en grasa”.