Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

No vas a poder creer a quién llevaron por sorpresa al altar...

Le dijeron que iba a un bautismo pero iba a su propia boda en la Catedral. ¡Casi se desmaya!
Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

   Anahí González  
   agonzález@lanueva.com

   Sonriente, buena onda. Así está siempre César Armando Décima, alias Pocho, en el semáforo del Shopping con una urna. Se la juega todos los días por los pibes de Villa Nocito. Esta vez fue su esposa, Paola, con quien lleva adelante el Comedor Corazones Solidarios, quien se la jugó por él y lo llevó por sorpresa ¡Hasta el altar!

   Están casados desde hace 11 años pero la ceremonia religiosa había quedado pendiente. No habían podido hacerla por falta de recursos económicos.

   En esta oportunidad, la gente se ofreció a colaborar para que la boda pudiera concretarse; todo a espalda de Pocho.

   A través de un grupo de Whatsapp creado por Roberta, la mejor amiga de Paola, empezaron a recibir un montón de aportes para resolver todo lo relativo a la boda. Hasta le donaron la confección del vestido de novia.

  A Pocho le inventaron que iba a salir de padrino del bautismo de la nieta de un amigo. Y lo creyó.

  Lo más difícil fue plantear la idea en la Catedral, porque una boda sorpresa rompía el protocolo.

   -¿Y cómo sabemos que tu marido se quiere casar, querida? -le dijo con cara de pocos amigos la mujer que la atendió en la iglesia.

   -Pero...señora, estamos casados por Civil hace 11 años. Este es un sueño de los dos. Algo pendiente...

    -De ninguna manera -negó con la cabeza una y otra vez-. No se puede. Traelo a tu marido a firmar papeles y vengan a la charla prenupcial- y dio por concluido el diálogo.

    A Paola se le vino el mundo abajo.

    -¿Y ahora qué hacemos?- le dijo a Roberta, quien la había acompañado y la miraba azorada.

   Desesperada, llegó a consultarle a un pastor evangélico, amigo de un vecino si podía hacerse pasar por Pocho para ir a la charla. El hombre aceptó.

   Muchos le decían: ¡No podés mentir si querés casarte por Iglesia! Por suerte los planetas se alinearon y la charla prenupcial no fue necesaria.

   Eso sí, tuvo que ir con Pocho a firmar papeles antes de la boda. Le dijo que eran formalidades del bautismo. 

   -Firme acá –señaló el cura, que no era el mismo que luego oficiaría la ceremonia- Ahora sí, ya están casados.

   Pocho no entendía nada. ¿Qué tenía que ver un casamiento con el bautismo?

   -¿Viste lo que nos dijo el cura? Que ya estamos casados...

    Ella fingió enojo para desorientarlo.

   -Sí, y ahora, por culpa del bautismo, ya no vamos a poder casarnos por Iglesia hasta dentro de diez años...

   Pocho estaba tan preocupado que llamó al padre de la nena que iba a ser bautizada -supuestamente- y le dijo que no iba a ser padrino.

   -¡No, Pocho! ¡No te podés bajar ahora! -dijo el cómplice convincente.

   Y así la fueron estirando hasta que llegó el día: 29 de julio.

   Por suerte Pocho tiene amigos de fierro que aquella tarde estaban en la iglesia preparados para atajarlo cuando se le fueron las piernas. Lo sostuvieron con firmeza por los costados para que pudiera avanzar hacia la novia, Paola, quien lo esperaba en el altar...

   Pocho no daba más. Estaba muy emocionado. Casi no podía caminar. ¡No tenía idea que iba a ser el novio! No había sospechado nada.

   Al cruzar la puerta de la iglesia, de impecable traje, casi se desploma. Allí estaban los rostros llenos de lágrimas de todos sus seres queridos. Las miradas puestas en él. Aplausos, silbidos, palmadas a su paso.

   ¡Y los chicos del comedor en primera fila! Esos locos bajitos por los que tanto se esfuerza. A quienes les abre la puerta de su humilde casa todos los días para que tengan algo de comer.

   Tampoco pensó que iban a atarle un hilo rojo en el meñique y que en el otro extremo estaría enlazado el dedo del amor de su vida.

   Pocho avanzó hacia Paola. ¡Qué mujer maravillosa! ¡Qué cama le habían tendido! ¿Cómo lo había logrado?

   Ahora estaba ahí, a unos pocos pasos, radiante, esperándolo para jurarle amor eterno otra vez. Pero esto era distinto. Era ante Dios.

   -No lo puedo creer. Gracias. Gracias.

   César “Pocho” Armando Décima y Paola Andrea Vergara tienen vidas signadas por pérdidas, orfandad y carencias materiales pero supieron sobreponerse.

   Paola perdió a su papá a los 10 años. Su madre le dijo: “Yo me voy con él” , y cumplió. Se tiró en una cama y ya no se levantó. Al año y unos pocos meses, murió. Paola quedó a cargo de una hermana mayor. Cuando conoció a Pocho vivía en una pensión en Saavedra 54 donde cuidaba a los hijos de las prostitutas. Estaba en una infeliz relación de pareja. La maltrataban.

   Pocho, nacido en Santiago del Estero, había recorrido varios lugares del país con la venta ambulante. Tenía dificultades motrices, fruto de un disparo recibido a los 6 años por tratar de salvar a un perro que su primo quería sacrificar convencido de que le comía las ovejas. Se crió en el monte con su abuelo Nicolás y luego migró a Buenos Aires, con su abuela Gregoria de 114 años.

   De a poco, entre charlas y mates, Pocho se enamoró de Paola aunque siempre fue muy respetuoso.

   Cuando ella quedó en la calle -literalmente, no tenía donde vivir- la citó en la Plaza del Sol, la abrazó y le dijo que quería cuidarla para siempre, pero que si no aceptaba su amor, igual la iba a ayudar. Ella no dudó. Y desde entonces no se separaron.

   Viven juntos en Villa Nocito, en Francia 2.227, en una casa en la que tienen el comedor Corazones Solidarios donde sirven la merienda todos los días a unos 50 chicos del barrio con necesidades y lunes y miércoles le dan la cena a 90 niños. También se brinda apoyo escolar y se los lleva de vacaciones.  

   Pocos días antes de la boda algunos empezaron a preocuparse por Pocho: "¿Cómo anda del corazón?", decían.

   Para amortiguar el impacto de la emoción, un vecino se ofreció a recibirlo en la entrada de la iglesia.

   -Se te van a cumplir los sueños. Olvidate de todo y disfrutá. Es tu noche -le dijo.

   Pocho lo miró, lo abrazó y se le cayeron las lágrimas. Seguía sin saber que adentro de la iglesia estaba la novia.

   Tras el abrazo llegaron los besos, más lágrimas y el sí, tan esperado. Las alianzas, el Ave María en la voz de Lucía Blasco y la idea del cura de que todos se conectaran mediante el hilo rojo.

   Los padrinos fueron Marcelo Echeverri y Matías Nicolás Pirchio -hijo de Roberta y sobrino del corazón de Paola y Pocho, con quienes vive- y las madrinas, Roberta Noelia Pirchio y Alejandra Beligoy.

   Como frutilla del postre, en medio de la boda, su amigo Marcelo Echegaray le dio una gran noticia: iba a ser padrino del bautismo de Victoria, su nieta ¡de verdad!

   Hasta hoy Pocho no se cansa de agradecerle a Paola la sorpresa. Ella dice que él vio el video mil veces.

   "El otro día vino un hombre a colaborar con ropa para el comedor y lo hizo sentarse a ver el video”, contó.

   El disparador

   -Vos hacés todo por los demás y no hacés nada por mí. No sé, cebarme un mate...

   Fue la frase de Pocho que hizo que Paola empezara a organizar la boda. Fue un cachetazo. Se dio cuenta de que lo dejaba siempre para lo último porque el comedor y los chicos acaparaban toda su atención. Por su casa circulan vecinos en busca de alimentos o ropa desde muy temprano y hasta muy tarde.

   "Pocho es un compañero con mayúsculas. Si no fuera por él no podría hacer nada de todo esto", remató.

   Corazones Solidarios

   En el Comedor Corazones Solidarios todos los días se sirve la leche con galletitas, pan o facturas. Con lo que haya. Acuden entre 20 y 25 chicos. Martes y jueves reciben apoyo escolar por parte de voluntarios. Los lunes y miércoles se sirve la cena a 90 chicos.

   La mejor amiga de Paola, y una de las madrinas del casamiento, Roberta Noelia Pirchio, fue junto con ella, una de las impulsoras. Empezaron con un ropero y sumaron merendero y comedor.

   Gracias a Pocho los visita mucha gente. Él va de martes a sábado, en colectivo, a la esquina del Bahía Blanca Plaza Shopping con una urna y le pide a todos que la colaboración no muera ahí. Que se acerquen a conocer.

   "¡Andá a sacarlo del semáforo! ¡Va con una alegría!", contó Paola.

   El único ingreso fijo que tiene la pareja es la pensión por invalidez de Pocho.

   "La gente común es la que más dona. Me llaman y me dicen. 'Tengo tres packs de leche? ¿Estás en tu casa? Te los llevo'", comentó.

   "Nosotras somos la cara visible pero al lado nuestro hay un equipo en el que todos laburan", dijo Paola.