Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Mayweather-McGregor: sólo un negocio

El show mediático que rodeó al excéntrico combate entre el multicampeón de boxeo y la estrella de las artes marciales mixtas terminó como se esperaba. Se impuso la lógica y la ratificación de que se trató de un gran negocio que dejó muy atrás las expectativas de quienes creyeron que estaban delante de la “pelea del milenio”.

A tono con el espectáculo que despertó un interés universal inusitado, Floyd Mayweather manejó las circunstancias a su conveniencia y, cuando se lo propuso, sacó a relucir su reconocido bagaje técnico para vencer por nocaut técnico en el 10° asalto al valiente Conor McGregor, más habituado al octógono y las patadas que a moverse dentro de un cuadrilátero.

Además de cumplir con sus objetivos de recaudar una fortuna y de batir un récord histórico, el púgil norteamericano exhibió también destellos de su enorme talento y esa pureza boxística que le había faltado en sus dos anteriores apariciones frente al filipino Manny Pacquiao y el haitiano André Berto.

En un choque sin equivalencias, Mayweather igualmente volvió intacto después de 714 días de inactividad y a los 40 años extendió su invicto. Con su contundente victoria en la madrugada del domingo superó los 49 triunfos consecutivos que Rocky Marciano, otra leyenda del deporte de los puños, hilvanó entre los años 1947 y 1955.

La pelea, en la que en realidad todos ganaron –incluso las casas de apuestas–, generó dividendos por 1.000 millones de dólares. “Money”, acostumbrado a ver varios ceros en sus frondosas cuentas bancarias, embolsó 350 millones y McGregor se llevó otros 100 millones, una cifra que jamás alcanzaría en la violenta UFC.

En cuanto al desarrollo de la contienda, el irlandés salió con mayor vigor y decisión. Zurdo frontal, rígido y guapo procuró marcar el ritmo encerrando a su jerarquizado oponente, por entonces muy pasivo a la espera de prevalecer con su maestría.

El plan de Mayweather fue claro: ver qué tenía enfrente, probar el poder de la pegada de McGregor y luego atacar con insistencia. Su estrategia asomó en el ring a partir del cuarto round y las diferencias comenzaron a acentuarse desde el sexto. De manera ordenada y progresiva fue conectando una seguidilla de golpes precisos que iniciaron la debacle del luchador de MMA.

Cuando la batalla ya era desigual e irremediablemente se encaminaba hacia la foto de McGregor en la lona, el árbitro Robert Byrd la detuvo en la 10ª vuelta ante la paliza de Mayweather.

Ajeno a las críticas de aquellos que calificaron como una “farsa” su última función en Las Vegas, el estadounidense sabe (y lo dijo públicamente) que al final de cualquier consideración siempre será recordado como un ganador. Al cabo, su brillante trayectoria lo avala y lo sitúa entre los mejores boxeadores de todos los tiempos.