Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Roles en medio de una campaña sucia

Roles en medio de una campaña sucia. Crónicas de la república La Nueva. Bahía Blanca

La conclusión de algunos estrategas oficiales sostiene que Mauricio Macri y María Eugenia Vidal están más que nunca obligados a "ser candidatos". En ese imaginario juego de roles, la gobernadora es la cabeza de listas en la provincia, mientras el presidente encabezaría las sábanas a nivel nacional, aunque la realidad lo obligue a volver una y otra vez al crucial territorio del primer distrito electoral del país.

Esto es así porque la guerra de encuestas que se inició esta semana (todos contra todos se revolean sondeos, por lo general pagados por los propios interesados), que se suma a la otra guerra, verdaderamente sucia, que propone el cristinismo más duro para incendiar desde el vamos la campaña, y si es posible con Macri adentro de esa hoguera, profundiza aquella visión. Y obliga a jugar ese tipo de papel escénico en el que, ya se sabe, de un lado está Mauricio y del otro, cuándo no, Cristina Fernández. Lo que reafirma a la vez otro concepto de los laboratorios macristas: en ese ring imaginario en el que se dirimirá la pelea en la que no hay reglamento y todo vale, solo hay lugar para ellos dos.

Se concede en esos campamentos, y lo dice Durán Barba, que la expresidenta "es una marca en sí misma, consolidada". Que lleve a Fernanda Vallejos de compañera para la foto da lo mismo. Podría ser cualquier otro. La que mueve el amperímetro es ella. Tampoco es relevante la marca Unidad Ciudadana. Las encuestas le reconocen esa impronta única.

Pasa lo mismo, y se verá si es una solución o un problema, con el oficialismo gobernante. Las respuestas a las encuestas identifican antes que nadie a Macri y Vidal, a punto que en uno de esos trabajos se consultó si votarían a fulano y mengano, "los candidatos de...". Es cierto que se nota un mayor reconocimiento a la marca Cambiemos. Del mismo modo que la gente no identifica qué es exactamente 1País, el sello de Massa y Stolbizer, y menos aún Cumplir, que es como se llama el nicho del justicialismo que intenta regentear Florencio Randazzo

Esas conclusiones han sido tenidas en cuenta en el gobierno en largas rondas de lectura de encuestas y resultados de focus group. Saben, aunque no es la primera vez que lo dicen, que si se trata del común de la gente, la pelea electoral será entre Cristina y Mauricio, o en un plano más cerrado sobre la provincia de Buenos Aires, entre la expresidenta y Vidal.

Son muy pocos los consultados que dicen saber que en octubre se enfrentarán Unidad Ciudadana contra Cambiemos. A muchos de ellos les costó identificar a Esteban Bullrich y a Gladys González, y en los focus se repitió el esquema: "yo voto a Vidal, yo votaría a Macri".

De allí que no resulte una novedad decir el presidente y su principal alfil "deberán jugar" aunque no figuren en ninguna boleta, como tampoco de qué manera en el macrismo puro se ha planificado la campaña electoral para el último tramo antes de las PASO de agosto. Aunque vale insistir en que ahora mismo todos están en campaña, y en algunos casos que merecen ser comentados directamente en medio de una verdadera guerra sucia.

Para empezar, Macri saldrá una vez por semana al conurbano, y a veces esas visitas serán más de una, de aquí al cierre de la campaña. Siempre lo acompañara Vidal, y en segundo plano irán los candidatos. Un calco de ese entramado se vio el viernes en Lujan. El presidente y la gobernadora dominaron la foto, y en segundo plano posaron Bullrich y González. Los verdaderos candidatos cargan todavía con un elevado nivel de desconocimiento en sectores del conurbano.

No ocurre lo mismo en el interior provincial donde en cambio, y en el marco de aquella guerra de marcas, el sello Cambiemos talla fuerte. Tanto que en las encuestas que se empiezan a conocer o que maneja el gobierno auguran una novedad que no debería sorprender. Cambiemos ganaría por cifras contundentes en el interior provincial a la formula de Cristina, y relegaría a un lejano tercer puesto a Massa. Del mismo modo que Cristina obtendría una fuerte victoria en sectores del conurbano como la Tercera Sección, que incluye Avellaneda y La Matanza, donde votan más ciudadanos que en seis provincias juntas.

Un párrafo sobre el optimismo que, pese a otras malarias, impera en los cuarteles del macrismo. La guerra sucia, verbal y callejera que Cristina ha mandado protagonizar para posicionarse en su pelea cara a cara con Macri, tienta al festejo. Creen que espanta votantes y se reduce a los apoyos del núcleo duro y puro que la sostiene, un piso y techo del 30 % de intención de voto. Y no mucho más allá de las comarcas de un par de bastiones bonaerenses.

La oda a Boudou de Vallejos, los incidentes en la avenida 9 de Julio, el aprovechamiento burdo del suicidio del jubilado en Mar del Plata, hablando del "comienzo del genocidio" macrista, o la amenaza de bomba en el colegio de Antonia Macri, que Hebe de Bonafini celebró en Twitter, dicen, son todo ganancia.