Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Boca, un campeón incuestionable

En un torneo largo marcado por la irregularidad de los equipos, Boca supo cómo manejar sus mejores momentos para establecer las diferencias necesarias que le valieron consagrarse como incuestionable campeón de la temporada 2016-2017.

El conjunto dirigido por el mellizo Guillermo Barros Schelotto exhibió además personalidad, apetencias ofensivas y capacidad de reacción para solventar un lógico bajón futbolístico al que muy pocos pueden escapar. Fue cuando River, especialmente, amenazó con arrebatarle su solitaria condición de líder, asumida a finales del año anterior tras el desarrollo de la 13ª programación.

Al margen de las críticas recibidas oportunamente por las dificultades defensivas que obligaron a las sucesivas variantes del entrenador durante el transcurso del certamen, los xeneizes sustentaron sus merecimientos en números sólidos y contundentes que explican más claramente su logro.

Con 63 puntos, a 6 de su escolta River, el cuadro de la Ribera fue el que más triunfos consiguió (18) y el que dispuso del ataque más eficaz (62 tantos), con un promedio de 2,06 por fecha. Esa productividad en el arco ajeno lo convirtió en uno de los dos campeones más goleadores de la historia reciente del fútbol argentino después del Newell’s del “Tata” Martino, en 2013.

También contó con el máximo artillero del campeonato: Darío Benedetto. El centrodelantero dejó atrás el murmullo que se generó en las tribunas luego de sus primeras actuaciones y, una vez que se soltó, fue figura preponderante de los boquenses. Haciendo gala de su peligrosidad en el área y su clase para definir, la mayoría de sus 21 gritos sirvieron para abrir el camino de la victoria.

En el duelo con los equipos grandes, Boca ganó y perdió en el doble superclásico con River e impuso su supremacía en los choques frente a San Lorenzo, Racing e Independiente. Incluso derrotó a Newell’s y Banfield, otros dos protagonistas en la lucha por los puestos de privilegio. El dato resalta y robustece la obtención del título, más allá de cualquier discusión sobre sus puntos flojos o la homogeneidad de su juego.

La ida de Carlos Tevez a China, las piñas entre Jonathan Silva y Juan Manuel Insaurralde en el verano y las lesiones que sufrieron varios de sus jugadores (por caso Guillermo Sara y Ricardo Centurión) no debilitaron su poderío. Aun así, la formación auriazul no descuidó su objetivo y avanzó con firmeza hacia la celebrada conquista de su 26ª estrella en el profesionalismo.

Siempre con un estilo vertical, Boca se respaldó en la jerarquía de Fernando Gago, la utilidad de Pablo Pérez y el fervor del colombiano Wilmar Barrios, uno de los aciertos del DT para equilibrar la zona de la mitad del campo.

Arriba, el desnivel lo provocó a partir del mencionado rendimiento de Benedetto, la velocidad de Cristian Pavón y las ponderables aptitudes del polémico Ricardo Centurión. Entre los tres aportaron 38 goles y en ellos Boca encontró una fórmula que le permitió resolver partidos altamente complicados para sus pretensiones.

Sólo con ser más parejo que el resto de sus adversarios y por su facultad para reponerse a tiempo de ocasionales tropiezos, a Boca hasta le alcanzó para coronarse anticipadamente fuera de la cancha. Si tuvo o no brillo, a sus hinchas casi ni les importó. Al cabo fue el mejor. Sin dudas.