Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Pide justicia por su hijo: “Soy una madre del dolor, que muere día a día”

Oscar Gastón San Martín fue asesinado en febrero de 2005, en Corrientes al 700. El imputado por el hecho sigue prófugo. Ya pasaron 12 años y Mirta Fernández continúa luchando.
Fotos: Sebastián Cortés-LN.

   “Mi hijo era un santo, y yo soy una madre del dolor, que muere día a día. Tengo problemas cardíacos, y de tiempo y espacio, además que se me taparon cuatro arterias. No doy más del dolor que llevó en mi alma. Mi hijo dejó una nena de cuatro años, que hoy tiene quince y padece epilepsia, a pesar de lo cual estudia. Ese muchacho (por el imputado del homicidio) destruyó una familia, y es un hombre de mal vivir”.

   Desde lo más profundo de su alma, Mirta Rosa Fernández expone el permanente calvario que le alteró radicalmente su existencia, a partir de aquella trágica noche del 22 de febrero de 2005, en la que su hijo, Oscar Gastón San Martín (27), fue agredido mortalmente en Corrientes al 700.

   “Mi hijo había parado para comprar un atado de cigarrillos (en el polirrubro ubicado sobre los números pares, entre Azara y Darwin) y cuando subió al auto le cortó la aorta. La ambulancia del Hospital Municipal tardó 47 minutos y él se desangró en la calle”, relata la mujer, y su voz denota la tristeza que la embarga.

   En su momento se barajaron diversas hipótesis, desde una disputa pasional como móvil del crimen, hasta una pelea entre la víctima y el imputado, Gustavo Omar Manuel (21 años al momento del hecho), prófugo de la justicia desde entonces, pero Mirta descarta aquellas suposiciones.

   “Ellos no se conocían, jamás se habían visto. Y nunca hubo una discusión”, asegura.

   San Martín había llegado al lugar conduciendo su Peugeot 405, color gris, dominio ALY 924, y según su madre, estando dentro del vehículo fue agredido con una botella y sufrió un corte debajo de la axila izquierda, falleciendo poco después.

   “Gastón estaba con una musculosa. Y cuando mató a mi hijo, este muchacho salió corriendo, cruzó el parque Independencia y se escondió en una casa”.

   Asegura estar convencida que el intento de robo desencadenó el homicidio.

   “Mi hijo era modelo internacional y le comentó a los amigos que había traído 1.500 euros, en 2005. Y a este Gustavo Manuel le habían pasado ese dato”, consideró.

Recompensa

   La infructuosa búsqueda del sospechoso motivó que en abril de 2006 el ministerio de Seguridad bonaerense ofreciera una recompensa que en la actualidad es de entre veinte mil y setenta mil pesos, para las personas que aporten información fechaciente y de utilidad para lograr su detención.

   La orden de captura fue dictada oportunamente por el Juzgado de Garantías Nº 3, en el marco de la causa Nº 91.006, caratulada como “homicidio”, y en la que tomó intervención la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº 5, especializada en delitos complejos.

   “El caso de mi hijo está en la UFIJ Nº 5. Lo tiene el fiscal (Christian) Long y la honorable jueza (Graciela Susana) Calcinelli, a la que ojalá Dios le toque el corazón. Yo lo único que quiero es justicia. Mi hijo jamás robó un centavo y era querido por todos. Cuando falleció había más de quinientas personas (en el velorio) y cuando llegó el día del amigo había también mucha gente en el cementerio, llorándolo todo el mundo”, recuerda Mirta.

   La mujer, que reconoce padecer algunos trastornos propios de su actual bipolaridad, asegura que “tengo diez hermanos y (Manuel) destruyó una familia”.

Cambios

   “Durante diez años viajé permanentemente a La Plata. En Delitos Complejos les dije 'ustedes no están haciendo nada'. Y ahí me mostraron que tenían una foto, tomada luego de la operación de rostro a la que se sometió el asesino, pero que acá, en Bahía Blanca, no me la quieren dar”, reclamó.

   El abanico de especulaciones representa una tortura permanente

   “En una oportunidad, en La Plata, me enteré a través de una doctora de apellido Gallo que una tía de Manuel trabajaba en un registro civil y pienso que le pudieron haber hecho documentos con otro nombre”.

   Mirta se esfuerza por ser cuidadosa en su manifestación pública.

   “La Justicia está actuando muy bien. Yo creo en Dios y en la jueza y el fiscal. Sólo les pido que me ayuden, porque no solamente yo muero día a día, sino toda mi familia. Se me fue un hijo amado y querido por todos. Venía de desfilar y le regalaba ropa a sus amigos; ayudaba a todos”, recalca.

   Su relato transita por distintos recorridos, pero todos girando en torno al suceso que le trastornó la vida.

   “Cuando este muchacho lo asaltó y le pidió los 1.500 euros mi hijo le dijo que no los tenía en el bolsillo, pero sí contaba con una tarjeta dorada; que subiera al auto y le daría dinero. Y él le dijo 'no, vos me vas a llevar a la policía'”, detalló.

   Mirta asegura que al momento del hecho “mi hijo estaba con unos amigos. Iban a tomar una copa”, pero declinó mencionarlos, tácitamente como medida de protección.

   “Pasados unos años encontré a una señora que me dijo 'vamos a fiscalía que voy a testimoniar todo. Y dio el email de él (por Manuel), que cuando se abrió amenazaba a la policía, al fiscal Long, a los jueces, a todo el mundo. También sé que, después de declarar, le pasó algo muy malo al hijo de esa mujer”, finalizó diciendo Fernández.