Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Crimen de Daiana Méndez: "Ella está en el Cielo y creo que un día voy a ver a mi hija"

Cecilia Cofré pone de manifiesto su fe y explica los interrogantes que mantiene respecto de la muerte de su hija.
Fotos: Facundo Morales-LN.

   “Ella está en el Cielo y creo que un día voy a ver a mi hija. Creo mucho en Dios, sé que me cuida. Después de tantos años, estoy tranquila, yendo a la Iglesia...”

   Cecilia Cofré, curtida en el dolor que le produjo el asesinato nunca esclarecido de Claudia Daiana Méndez (17), no se calla lo que piensa y lo expresa con crudeza.

   “Nosotros la llamábamos `Dai´, pero las amigas le decían `China´, porque tenía los ojos bien achinados”, recuerda al hablar de la adolescente, cuyo cuerpo fue hallado sin vida el 7 de diciembre de 2003 - dieciseis días después de haber desaparecido-, en la intersección de México y las vías ferroviarias, en la zona del barrio Rivadavia.

   "Cómo, cuándo, dónde y por qué" fueron las cuatro preguntas básicas con las cuales la abogada Viviana Lozano llegó al debate en el que se juzgó la responsabilidad del único imputado en el hecho, Erwin Hardy Fernández Valenzuela.

   En diciembre de 2008, los jueces del Tribunal en lo Criminal Nº 2 lo absolvieron al entender que no se logró probar su responsabilidad en el crimen. A partir de ello la causa agregó otro interrogante: “quién”.

   El novio de la víctima, Cristian Gabriel Lillo, fue el último en verla con vida, cuando --según sus dichos-- alrededor de las 13.30 del viernes 21 de noviembre, la acompañó hasta Thompson y 1810.

   Sin embargo, la chica nunca llegó a su casa, en Patagones al 400, de Villa Muñiz, “de la que me tuve que ir por el dolor que me provocaban los recuerdos”, aseguró Cecilia.

   Daiana tenía cinco hermanos: Gabriel, Julieta, Lucía, Luis y Valeria.

   “Me acuerdo que a Tribunales llegó (por Lillo) con una chica con la que estaba en pareja y tenía una nenita que ya caminaba. Incluso, cuando lo traían a Valenzuela (a la sala de audiencia), yo lo llamé para un costadito y le pregunté si lo conocía y me dijo que no, pero resulta que luego, en el juicio, dijo que sí”, comentó Cecilia, marcando la contradicción.

   “También me dijo que no sabía que mi hija consumía droga, cuando en realidad estaba al tanto ya que cuando él llegó a mi casa, el día que me lo presentó `Dai´, y en un momento que estábamos solos, le expliqué que ella estaba en tratamiento y le pregunté si él consumía, y me dijo que no”, agregó.

   Siguió diciendo que “desde un principio lo recibí bien, porque me pareció un chico bueno. Tenía problemas de familia, con su madrastra. Pero bueno, por ahí uno ve caras y no corazones”.

Errores

   Cofré afirma que la justicia “hizo todo mal” y que al momento de descubrir lo que había sucedido con su hija se cometieron errores muy graves, como pericias mal realizadas.

   La mujer recuerda que “se fue a las 2 de la tarde de un jueves, quedando en volver al día siguiente. Ese mismo viernes, Lillo llegó a mi casa preguntando por ella. En ese momento no me volví loca, porque jamás pensé que pudiera pasar una cosa como la que pasó. Yo ya estaba separada y recuerdo que le pedí fuera hasta la casa del padre (de Daiana) por si ella estaba allí”.

   “Siempre avisaba dónde iba y por eso esperé tranquila hasta las 9 de la noche. Como no llegaba, fui a su dormitorio, agarré una agenda y empecé a llamar amiga por amiga, pero nadie la había visto”.

   Siguió diciendo que “con la última que hablé fue con Marcia, que era como su hermana, y que luego me dijo que declaró muchas veces en la DDI, pero tanto allí como el fiscal (Christian) Long me dijeron que nunca había declarado. Hace un mes hablé con ella y me dijo que había declarado. ¿Dónde están esas declaraciones?”.

    Cecilia asegura que la amiga de su hija “declaró que notaba a Lillo muy absorbente con mi hija, muy celoso, muy posesivo. A Marcia no le gustaba que estuviera con él”.

   Cuenta que el día de la desaparición “empecé a sentirme mal, a pensar que algo le podía haber pasado. Me quedé levantada y Lillo se quedó toda la noche en mi casa; incluso luego vino su hermana. El sábado a la mañana fui a la comisaría Primera, donde me dijeron debían esperar 48 horas por fuga de hogar, pero les expliqué que mi hija había salido con mi consentimiento”.

   Cecilia admite que tiene varios interrogantes acerca de lo sucedido y hay situaciones que debían haberse investigado.

   La mujer no esquiva ningún pregunta, incluidas las relacionadas con los estupefacientes o las posibles causas de la muerte.

   “Se comentó que mi hija vendía, pero yo no lo creo. Ella vivía de lo que yo le daba y no era una chica que andaba con cosas de valor encima".

   "Nunca tuvo celular, ni ropa de marca. Sólo tenía lo que yo le podía comprar o lo que le regalaba mi hija mayor (Valeria)”.

   “La notaba tranquila. No estaba asustada. Si hubiese estado amenazada, no hubiese salido y ella lo hacía”, finalizó.