El motivo de Luis
Ya eran las 4 de la mañana cuando Luis llegó a su casa. La cara no era su cara. La cara de Luis asustaba.
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Llevaba años en ese cuarto. Llevaba días sin bañarse. Llevaba meses hablando con él.
-Me cansaste. Te voy a ir a buscar y vamos a terminar esto de una vez.
-¿Qué vas a venir? Sos un cobarde.
Le recordaba la palabra que Luis odiaba. Ya se la habían dicho mucho.
-Ahora voy. Me baño, me afeito y voy. Vas a ver.
-Ya te robé todo y no viniste. ¿Por qué ahora?
La camisa blanca y el pantalón gris era lo único que había quedado planchado desde la última vez que vino Doña Rosa.
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La batalla duró poquito. Una batalla que Luis sabía que podía definir en su favor con una sola decisión: hacerlo. La guerra si fue larga. La cama lo atrapó 3 años.
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Abrió la heladera y se tomó toda la botella de agua con limón de un sorbo. El espejo le devolvió su cara. Olíó su axila. Tenía olor a azufre. Prendió la ducha. Y le gritó: “Porque ahora tengo un motivo”.