Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Puertos

La designación del doctor Miguel Donadío al frente del Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca puede tener diferentes lecturas de coyuntura, aunque, en última instancia, lo importante es si la decisión tomada en las más altas esferas del gobierno nacional beneficiará el desarrollo de nuestro puerto, uno de los motores ineludibles para el crecimiento regional.

Ahora bien, responder a esta pregunta antes de que ruede un tiempo la nueva autoridad sería, por supuesto, apresurado. Sin embargo, en términos generales cabe decir que un alineamiento en la política portuaria de los tres niveles del Estado, Nación, Provincia y Municipio, podría ser beneficioso, sobre todo si se contemplan las particularidades y enormes potencialidades de nuestra terminal, es decir, si se permite la libre competencia con otras terminales, sin que el gobierno central beneficie a unas sobre otras.

De todas formas, para que las ventajas competitivas del puerto de Bahía Blanca se complementen en una política federal de manera virtuosa, será vital que las voces de los actores locales, tanto las públicas como las de las entidades privadas que conforman la administración autónoma del Puerto, sean llevadas con claridad y firmeza ante quien corresponda en la Casa Rosada y en el gobierno de María Eugenia Vidal. Y esta es una de las principales funciones de la máxima autoridad del puerto. Velar por los intereses portuarios hacia adentro del ente, pero también hacia afuera.

La presidencia del Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca es un cargo de altísima relevancia. El reemplazo de Pablo Pusetto -quien venía cumpliendo su gestión con una reconocida capacidad y eficiencia- no es, a priori, ni malo ni bueno. Serán sí para evaluar los resultados que esta decisión arroje a futuro, resultados sobre los que habrá que estar atentos, ya que juegan profundo en el destino de la ciudad y la región. Un dato más. El piso desde el cual parte la nueva gestión es alto: a partir de que se dispuso su autonomía en 1993, la terminal bahiense no ha dejado de crecer de manera exponencial.