Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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La democracia, en formación

El resultado de las recientes elecciones legislativas fue un muy importante aval a la gestión de los gobernantes actuales.

Han pasado 34 años desde el “regreso de la democracia”, cuando el último gobierno de facto cerró uno de los ciclos más nefastos de la historia de nuestro país y dio lugar a que la sociedad eligiera a sus propios gobernantes.

El pasado fin de semana hubo elecciones legislativas, importantes por su propio peso pero además asumidas como un aval que la sociedad otorga a la gestión de los gobernantes y consolida o no a quienes van teniendo protagonismo como oposición.

Por eso no extrañó ver que las altas autoridades del gobierno -el presidente Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal- tomaran la campaña como propia, como si fueron ellos los candidatos, exponiendo sus propios nombres al voto popular.

No son estos -nunca lo fueron- momentos simples de la política argentina. Cambiemos, un partido nuevo, no peronista, se ha consolidado en el poder y ha logrado que el color que lo identifica -el amarillo- haya cubierto la mayor parte del país, con triunfos en las principales provincias.

En la vereda contraria se posicionó un nuevo partido -Unidad Ciudadana-, con Cristina Fernández, que enfrenta una amplio frente de causas judiciales y ve cómo muchos de sus excolaboradores están presos o procesados. A pesar de estos reveses, Cristina sigue teniendo un caudal de votos que la sostiene con vida política.

Sin embargo, no parece terminar de aprender que fue superada en las urnas. No saca provecho de la dignidad que suele brindar la derrota, asumiendo de manera sana y sensata esa circunstancia. En su momento no quiso entregar la banda presidencial a Macri, jamás saludó a sus contrincantes, siempre encuentra que los resultados adversos son consecuencias de “manejos oscuros”.

La democracia sigue creciendo y madurando. La sociedad -sus nuevas generaciones- también va madurando. Para avanzar se necesitan dirigentes capaces de sostenerla de manera seria, educada y responsable.

Es importante, entonces, que todos los actores comiencen a estar a la altura de la circunstancias.

La dolorosa grieta que ha separado desde siempre a los argentinos debe revertirse, cerrarse. Hay algunas señales interesantes, hay otras muchas que deberán darse.

Es tiempo, sin duda, de comenzar a escribir una historia mejor.