Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Solos frente a la impunidad delictiva

Respuestas que no deberían tardar más en llegar para acorralar a esta lacra que nos condiciona, nos invade y nos flagela como sociedad.

Llaman mucho la atención estas apariciones cíclicas de hechos delictivos de inusitada violencia en nuestros pagos.

Cada tanto asoman. Furibundos. Inquietantes.

El 18 del corriente, tres delincuentes asaltaron, golpearon y maniataron a un exfuncionario municipal y a su esposa, en su casa de Viamonte al 1.400, para llevarse varios elementos, dinero y joyas. "Me lastimaron, fueron violentos", dijo por entonces el contador Carlos Schwindt.

Tres días después, acá nomás, en Coronel Dorrego, dos ladrones golpearon con saña a Néstor González, de 80 años, quien se encontraba con su mujer y un hijo discapacitado. Y fue apuntado a la cabeza con un arma para robarle joyas y dinero.

Los malvivientes actuaron con el rostro cubierto e irrumpieron en la casa a los gritos, con ferocidad.

González relató que tanto él como su señora fueron obligados a tirarse en el piso de la cocina, donde los ataron y lo golpearon duramente mientras le reclamaban la entrega de "los dólares".

Ya durante la noche del lunes pasado, delincuentes armados asaltaron a una familia de Villa del Parque. Ariel Vecchi estaba por guardar su camioneta en De Angelis al 800, cuando cuatro ladrones encapuchados lo redujeron amenazándolo con un arma, para luego sumarse otros tres delincuentes.

Una vez dentro de la casa, los ladrones ataron a la mujer y a los hijos menores de Vecchi, quien fue violentado. Todo para llevarse 12 mil pesos y elementos en la camioneta de la familia, que luego apareció abandonada no muy lejos de allí.

Y el miércoles pasado, dos ladrones asaltaron a una familia en Villa Mitre, llevándose 400.000 pesos entre efectivo y joyas. Ricardo Olivera, de 60 años, como otras dos personas que estaban en su vivienda de Chacabuco al 1.300, fueron atadas por malvivientes armados y con el rostro cubierto.

"Danos el dinero o te pegamos un tiro'", amenazaron a Olivera, quien además fue golpeado salvajemente por uno de los reos.

En todos los casos, un punto en común. La sorpresa de las víctimas por la dureza con la que actuaron los ladrones, siendo que se accedió a cumplir con sus exigencias sin oponer resistencia.

Pero además, un sabor amargo por la impunidad con la que se manejaron estos personajes. Y temor, mucho temor, por la indefensión imperante frente a la falta de respuestas en materia de seguridad.

Respuestas que no deberían tardar más en llegar para acorralar a esta lacra que nos condiciona, nos invade y nos flagela como sociedad.

Respuestas claras y contundentes ante tantas promesas vacías de contenido. Contra leyes que ofrecen resquicios siempre en favor del victimario. Cárceles con puertas giratorias. Y una corrupción flagrante que nos hace dudar hasta de las propias fuerzas de seguridad.

Pero lo peor de todo, el delincuente lo sabe.

Tanto lo sabe, que debe estar planeando distendido y en las sombras, cuándo, dónde y contra quién delinquir.