Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Una sociedad futbolizada. Y la política

“Somos todos redonditos, Soda Stereo las pelotas”, cantábamos en el salón King Kong del barrio de Flores, con el Indio y Skay todavía juntos en el escenario en aquellos dulces años 90. La pasábamos bien en esa adolescencia 1 a 1 que forzábamos para volverla callejera y que nos hizo descubrir, entre otras cosas, el dulce rock.

Al salir de la primaria, año 1989, nos gustaba Soda Stereo. Poco después se nos revelaron los Redondos y entonces tuvimos que decidir. No se podía estar de los dos lados. Nos quedamos con "La mosca y la sopa" y abandonamos "Canción animal".

Muchos años tardé en darme cuenta de que esa pelea de tribuna, a mí que amaba el fútbol y la popular de San Lorenzo, no me cerraba en el rock, en la música, en el arte. Demoré pero logré admitirlo: me encantan los Redondos, adoro a Soda Stereo. Y qué.

Los argentinos somos bichos de tribuna. Llevamos el fútbol adonde sea. Miremos cualquier marcha social, política o gremial. Los reclamos o reivindicaciones se expresan con cantitos de cancha. El pueblo salta y agita los brazos como se hace en la popular.

Puede ser al ritmo de un borombombón o tomala vos, damela a mí. Puede ser "Oooooh yo soy argentino/ soy soldado/ del Pingüino" o "Se siente/ se siente/ Mauricio presidente". Nuestro fervor político se exterioriza en forma futbolera.

La forma de jugar, dicen algunos, también nos expone. Si tomamos la selección, vemos grandes individualidades y poco equipo. Si tomamos el torneo argentino, mucha simulación, mucho ventajero y ninguna voluntad de buscar medidas para mejorar.

Sobran los jugadores que se llenan de guita y les falta amor a la camiseta, que se cambian de club por conveniencia económica. Como pasa en tantos laburos, me dirán algunos. Como pasa en la política.

Hace rato que el deporte más popular dejó de mostrar lo mejor de nosotros. Sobre todo, a medida que se asciende de categoría. Incluso las tribunas, su manejo, se convirtieron en un negocio. Hoy el fútbol, reflejo de los argentinos, tiene cada vez menos lírica y más disputas por la herencia de Grondona, más Panaderos, más Diego Ceballos.

En la sociedad futbolizada, eso se desparrama. Sin ir más lejos, el rock, cuanto más profesional, también tiene lo suyo. Y la política... Con la política prefiero no meterme más.