Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Esos chicos hostigados en la escuela

Era la primera reunión de padres del año y la mamá de Sofía, la nena "nueva", pidió la palabra. Dijo que había decidido cambiar a su hija de colegio por el constante hostigamiento que recibió durante dos años por parte de sus anteriores compañeras. Su hija, de 8 años, era objeto reiterado de burlas, le escondían los útiles y nadie jugaba con ella.


 Era la primera reunión de padres del año y la mamá de Sofía, la nena "nueva", pidió la palabra.


 Dijo que había decidido cambiar a su hija de colegio por el constante hostigamiento que recibió durante dos años por parte de sus anteriores compañeras.


 Su hija, de 8 años, era objeto reiterado de burlas, le escondían los útiles y nadie jugaba con ella.


 La nena lloraba e, "inexplicablemente", le dolía la panza o la cabeza antes de ir a la escuela.


 Situaciones como esta son tan frecuentes como antiguas.


 Desde hace unos años, los expertos han comenzado a estudiar el fenómeno de "acoso escolar" (o "bullying") y a medir sus consecuencias a largo plazo: fracaso académico y depresión, derivando algunas en casos más graves.


 "El acoso escolar es una persecución reiterada a un chico, por parte de un compañero o un grupo, y puede darse tanto en el ámbito del colegio como en un club o a través del e-mail", dice la licenciada Lyliam Kunzi, de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar (SATF).


 Sus formas son variadas y van desde la agresión física, hasta acciones más sutiles como hablar mal del chico a sus espaldas o enviarle mails ofensivos.


 "Esto pasa tanto en el jardín de infantes como la Universidad. Luego se traslada al mundo laboral, a través del mobbing (acoso en las organizaciones), y sus consecuencias pueden ser fatales", advierte Kunzi.


 A nivel local, basta recordar la tragedia desatada en septiembre de 2004 en Carmen de Patagones, cuando "Junior", un tímido y retraído estudiante de 15 años, comenzó a disparar un arma de fuego en el colegio y mató a tres compañeros e hirió gravemente a otros cinco.


 En el momento nadie se explicó las razones de la masacre, pero Junior había sido víctima de "bullying" durante varios años.

Prestarles atención




 En el país no existen datos numéricos sobre este fenómeno, pero estadísticas internacionales señalan que un 15 por ciento de los alumnos sufre algún tipo de acoso por parte de los compañeros.


 El 33 por ciento de ellos padece cefaleas, depresión, dolores abdominales e insomnio y 10 por ciento se ausenta frecuentemente de la escuela por estos motivos.


 Además, un 22 por ciento de los chicos que son acosados ha intentado suicidarse y el 20 por ciento ha llevado a la escuela un arma o elemento cortante.


 Para que se lleve a cabo el "bullying" "se necesita un acosador, un acosado y espectadores.


 "En general, la estructura de personalidad de los acosadores es la de personas inseguras, con problemas de autoestima, que necesitan humillar a otro para sentirse bien", apunta Kunzi.


 En tanto, los acosados generalmente callan y no reaccionan a las agresiones, o reaccionan de forma que incentivan al acosador a seguir molestándolos.


 El trío se completa con el "coro" de espectadores, que sin participar activamente de las agresiones, las festeja, muchas veces por temor a ser objeto ellos mismos del acoso.


 Por lo general, se acosa a quien por cualquier motivo se destaca o es diferente: puede ser un defecto físico o ser extranjero, o por ser muy lindo o muy aplicado en clase.


 "Lo importante es que los docentes estén entrenados para detectar estas situaciones y no se desentiendan del tema", dice la especialista de la SATF.

Frenar el acoso




 "Una vez detectado el problema, se debe trabajar con el grupo y con los padres de los chicos involucrados", dice Kunzi.


 Esto puede traer inconvenientes con los padres de los acosadores, dado que generalmente se trata de familias hostigadoras, que apañan la actitud de su hijo, al que ven como un "líder".


 En tanto, para los padres de los chicos acosados, es muy difícil enfrentar el problema.


 "Muchas veces, los chicos no cuentan lo que les pasa en el colegio de forma directa, pero empiezan a hacer síntomas, hacen lo posible para faltar o llegar tarde, están tristes y angustiados.


 Hay que hablar con ellos y enseñarles a defenderse de las agresiones sin agredir físicamente ni ponerse en el papel de víctimas (que es lo que buscan los agresores).


 Un pilar muy importante es reforzarles la autoestima.


 Que se sepan queridos y aceptados y que aprendan a reírse de sus defectos y a frenar a otros cuando se burlan de ellos.


 El trabajo con el grupo escolar es muy importante, dado que los chicos deben aprender a detectar estas situaciones y denunciarlas.


 Hay escuelas que tienen actividades de convivencia que han resultado muy exitosas en este sentido.


 En general, los que son acosados se sienten tan disminuidos que no recurren al maestro o por temor a más represalias.


 Y alguno de sus compañeros, que percibe la situación y puede ponerse en lugar del otro es quien lo hace.


 Poner en evidencia a los agresores es la mejor forma de frenarlos.


 Cuando la situación con el grupo es realmente insostenible, algunos especialistas recomiendan cambiar de colegio.


 Kunzi no es partidaria de esta alternativa, dado que "si no se enfrenta la situación para resolverla, puede repetirse en otro ámbito", dice.


 Lo importante es reconocer el problema y enfrentarlo, antes que las secuelas del odio y el resentimiento de quienes fueron acosados se transformen en violencia contra sí mismos o los demás.


 "Frenar el acoso es responsabilidad primordial de los adultos", concluyó.




 Estas son algunas formas de detectar si un niño es víctima del bullying:

A. En casa.






 * No quiere ir al colegio, está triste, padece insomnio, cefalea o dolores abdominales.


 * Pierde los útiles y las tareas, tal vez porque se los hayan robado.

B. En la escuela






 * Se ausenta con frecuencia.


 * Tiene problemas para integrarse con sus pares; se lo nota triste.


 * No entrega las tareas y desciende el rendimiento escolar.

C. Lo que aconsejan






 * Establecer una supervisión en el recreo, para detectar estas situaciones.


 * Intervenir en la situación apenas se detecta.


 * Citar a los padres del agredido y el agresor.


 * Elaborar con el hostigador un compromiso por escrito de no agresión.


 * Reforzar la autoestima del niño agredido, enseñándole técnicas para enfrentar la agresión.


 * Algunas escuelas elaboran reglamentos de convivencia con énfasis en la tolerancia.

Dónde informarse




 Más información se puede conseguir en:


 * Sociedad Argentina de Terapia Familiar (SATF) con web: www.terapiafamiliar.org.ar


 * En la web: www.xtec.es. portal en castellano con numerosos links a páginas relacionadas.