Bahía Blanca | Martes, 19 de marzo

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8 anécdotas (contables) de taxistas bahienses

Tres veteranos conductores cuentan algunas historias.
Ilustración: Gustavo Pereyra

Por Maximiliano Palou / mpalou@lanueva.com

   Dicen que tienen miles de anécdotas. Pero muchas no las quisieron dar a conocer. Ni siquiera desde el anominato.

   Acá, las que se pueden contar, según ellos mismos.

“Quédese tranquila, señora”

Foto: websplanetdemo.com

—Llevame a la Diana (la quinta en la que se hacen fiestas, especialmente en verano) —dice la chica de unos 20 años.

   El taxista enfila hacia la zona Norte de la ciudad con la ilusión de hacerse de unos buenos pesos en el último viaje de la noche y cuando la madrugada ya empezaba a sentirse.

   Pero hubo una llamada al teléfono de la pasajera que cambió las cosas.

—Estoy en el taxi yendo para casa... No, lo que pasa que no conseguía... Te paso, te paso —le dice la chica a su madre por el celular.

—Si señora, está conmigo, quédese tranquila. La llevo, la llevo.

El taxista giró su cabeza.

—¿Dónde vivís, nena?

Cantó Bingo

—Ayúdeme, por favor —dice la señora, con lágrimas en los ojos.

—¿Qué le pasó? —pregunta el taxista.

—Me gasté toda la plata en el Bingo, mi marido me mata.

—La plata va y viene señora, no se haga problema.

—Noooo, me va matar. Usted no lo conoce a mi marido.

—Bueno, dígame a dónde la llevo.

—A mi casa.

—Ok.

   Los llantos fueron calmando.

—La verdad es que no sé si me estaba haciendo una escenita para no pagarme. Lo fui dudando todo el camino. Cuando llegamos me pagó. Sacó un fajo grande de billetes.

—¿Y entonces?

—Nunca le pregunté.

—¿Y qué sospechás?

—Tenía un canuto... Olvidate.

“Siga ese auto”

   Una mujer elegante y alta paró el taxi en Alsina y Chiclana.

—Siga ese auto.

   El taxista cumplió la orden como si se tratara de una película de espionaje. Claro que lo primero que imaginó no fue la Guerra Fría, enseguida pensó: infidelidad.

   Al volante del auto de adelante iba un hombre. Tras varias cuadras paró. De un edificio salió una joven mujer. Se subió al auto y arrancaron.

—Hijo de p... Se está levantando a la secretaria —dijo la elegante mujer en la única frase incorrecta que diría en todo el largo viaje.

—¿Sigo?

—Sí.

   El taxista ahora comenta: “Cuando encaró, ya me di cuenta a dónde iba a terminar”.

   Llegaron a 300 metros de un hotel alojamiento. Pero el taxista y la dama igual podían ver.

—Tenemos 3 hijos, no puede ser —dijo la elegante mujer en medio de un llanto desconsolado.

   El taxista esperó. Hasta que ella volvió a hablar:

—Déjeme de nuevo en el mismo lugar.

   Llegaron y la dama pagó.

—Muchas gracias... Por todo.

   El taxista sacó sus conclusiones:

—Para mí ya lo sabía, pero se ve que lo tenía que ver. Y lo vimos juntos.

La puerta y el baldío

   Domingo, 10 de la mañana.

—Como te imaginarás a esa hora de un domingo cualquier viaje es un golazo. Encima era una chica hermosa y me pidió que la lleve hasta Punta Alta. Antes me preguntó cuánto le saldría. Me dijo que estaba bien y se subió.

   Tras unos 20-25 minutos llegaron a Punta Alta.

—Me dice: “Espere un minuto que ya le pago”.

   Pasó una hora.

—El reloj seguía corriendo. Me bajé. No había timbre. Abrí la puerta.

—¿Y?

—Daba a un baldío que iba a una calle lateral.

“A este no le afanamos”

   El taxista veterano cuenta que lo levantó a la puerta del bar Gardel en la primera cuadra de Sarmiento.

—Se subió y me dijo que lo llevara a un hospital: lo habían apuñalado.

   Lo dejó después de hablar con las monjas y recomendarles que lo atendieran bien.

—Como me enteré de que no tenía familia lo iba a ver y le llevaba algunas cosas —agregó el tachero.

   Una noche estaba en su parada del Hospital Municipal y llamaron.

—Pedían un coche para las Colonias Ferroviarias. Un compañero me dice “no vayas, es peligroso”, pero no le hice caso.

   Dos hombres se subieron al auto. Hicieron 5 cuadras, le apoyaron un arma en la cabeza y le dijeron el clásico: “Esto es un asalto”.

—Pará, pará, te doy todo -rogó el taxista.

—¿Cómo te llamás?

—Frasinelli.

—¿El "Chino" Frasinelli?

—Sí, ¿me conocés?

—Date vuelta.

—¡Sos vos!

—Con este no te metas -le dijo el ladrón a su cómplice. A este no le afanamos.

   Era el tipo al que el "Chino" tanto había ayudado después de la puñalada.

—Lo que se dice un ladrón con códigos -comenta hoy el "Chino".

25 años y esperando

—Pensar que yo les aconsejaba a los demás que tuvieran cuidado —dice el viejo taxista.

   Al viejo taxista le parecieron confiables las 2 viejitas.

—Se subieron y me dijeron si las podía llevar hasta el Hospital Pirovano de Tres Arroyos. Te imaginás que era un viaje bárbaro.

   Fueron charlando. Le contaron que iban a llevar una historia clínica.

—Llegamos y me dicen que las esperara, que dejaban algo en el hospital y seguíamos.

—¿Y?

—Pasaron 25 años. Todavía las estoy esperando.

“Te dejo la llave abajo del auto”

Foto: aceshowbiz.com

   Se subió y tiró:

—A Villa Rosas.

   Al pasajero le gustaba hablar.

—Cómo deben estar ustedes con esto de los robos, ¿no?

—Y... estos días fueron bravos.

—Qué hijos de p... Por 2 mangos te matan.

—Sí, está bravo.

—Che, ¿y cómo hacen?

—Y... de alguna manera nos protegemos...

—¿A qué calle vas?

—A la última de Villa Rosas. Metete por ahí. Doblá. Acá, acá.

—...

—Bueno, mirá flaco. Te voy a afanar. Dame la guita y quedate tranquilo. Dame la llave. Te la dejo abajo del auto y en una hora la sacás, eh. Chau. Perdoná.

Perfumados

Foto: 20minutos.es

—Esta no me la vas a creer.

   Él tenía unos 80; ella, 70 y pico.

   El taxista dice que una vez a la semana pedían un taxi a su departamento del centro. Subían y el destino era siempre el mismo: el hotel alojamiento de calle Florida.

—Venga a buscarnos en 2 horas -decía el hombre.

   El tachero sigue contando:

—Siempre pedían que los fuera a buscar yo, debe ser por lo de la complicidad y la discreción. Se ve que confiaban en mí.

   Y cuenta más:

—Él iba de saco, corbata, perfumado; ella, muy bien vestida, peinada y maquillada.

   El taxista nunca pudo sacarse la duda:

—No supe jamás si eran pareja, trampa, novios, esposos...

¿Tenés un taxista amigo? Que te cuente una y aportá.