Bahía Blanca | Martes, 19 de marzo

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Necochea: crónica de una muerte anunciada para el Complejo Casino

La ciudad se quedará sin el juego una vez que finalice la temporada veraniega. La ruleta funcionó durante más de 100 años en este destino. En la actualidad, hay cada vez menos apostadores y un edificio que está en ruinas.
Agosto de 2001. El fuego arrasó con 2 mil metros cuadrados.

Agencia Necochea

laregion@lanueva.com

La decisión adoptada por el Instituto de Lotería de la Provincia de Buenos Aires de ponerle fecha al cese de las actividades del juego en el derruido edificio del Complejo Casino, no fue una determinación que sorprendiera a los necochenses.

El organismo comunicó —oficialmente— al municipio que la gobernadora María Eugenia Vidal había resuelto que la sala dejara de funcionar en marzo de 2018, luego de la temporada veraniega.

Hace tres años se habían sacado las máquinas tragamonedas (fueron llevadas a un hotel de Mar del Plata); cada vez menos apostadores concurrían a jugar a la ruleta o punto y banca, mientras que el óxido y el abandono ganaban la partida en el edificio ubicado frente al mar.

La imagen del Complejo Casino formó parte de las postales turísticas de Necochea desde su inauguración el 9 de febrero de 1973.

En esa década y en la siguiente, esta ciudad recibía un caudal turístico que la colocaba en segundo término en el país, detrás de Mar del Plata.

Pero el constante accionar del tiempo y la ausencia de trabajos de conservación literalmente hicieron que la banca saltara en el Complejo Casino. Del esplendor se pasó a una imagen ennegrecida por el implacable avance del óxido.

Su estructura no fue la más conveniente para ser ubicada en una zona como la marítima, donde la corrosión se constituye en el peor enemigo, aunque resultó notorio que la falta de mantenimiento colocó a la estructura en un callejón sin salida. Desde el Estado nacional nunca se brindó importancia al edificio y el lujoso complejo —único en Sudamérica cuando se habilitara—, fue progresivamente experimentando un deterioro que lo llevó a una situación terminal.

El sector orientado hacia el sur, que albergara la inicial sala de juego, fue el primero en sufrir las consecuencias: enormes huecos se abrieron en su techo y por ellos ingresó el agua que arruinó las pesadas alfombras que tapizaban los pisos.

Así fue como en 1988 se clausuró este sitio y la sala de juegos fue siendo desplazada hacia otras áreas. Mientras tanto, los techos iban siendo vencidos por la humedad y los riesgos de desprendimientos se mantenían latentes.

Al mismo tiempo, las promesas de los funcionarios nacionales y provinciales fueron cayendo como las fichas en las mesas de ruleta o las cartas de punto y banca.

Otro duro golpe se dio en agosto de 2001, cuando un incendio arrasó con 2.000 metros cubiertos (el complejo tenía 8.300 metros cubiertos y 20.000 metros cuadrados de estacionamiento).

Hace 20 años, la Nación lo transfirió al municipio y las diferentes administraciones comunales carecieron de fondos para un adecuado mantenimiento, llegándose a la actualidad, con sectores clausurados por desprendimientos de mampostería y barandas, entre otras.

En el municipio están evaluando qué camino se seguirá con el sector que ocupa el derruido edificio. Una de las alternativas es subastar la zona por sectores, teniendo en cuenta su espléndida ubicación frente al mar.

Por ello, es remota la posibilidad que la actividad continúe después del verano (el intendente Facundo López deslizó que quedan seis meses para encontrar una alternativa), por lo cual es probable que en marzo se lancen las últimas bolas y se anuncie que el casino “no va más…”.