Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El trigo del sudoeste bonaerense mejoró en superficie y en calidad

Se lograron los dos objetivos primarios. Un fenómeno aleatorio se advirtió en el puerto bahiense, con récord en valores exportables.
La incorporación de paquetes tecnológicos repercutió en calidad. / Foto: Pablo Presti-La Nueva.

Guillermo D. Rueda

grueda@lanueva.com

   El trigo de la campaña 2016/2017 sigue dando que hablar en el sudoeste bonaerense, ya que al consabido dato del incremento en el área sembrada (pasó de 518.000 hectáreas de 2015/2016 a 554.000 Has.), se sumó que el promedio de proteína del cultivo fue de 10,2%, que alcanzó para superar a los 9,8% de la zafra previa.

   Asimismo, el peso hectolítrico promedio fue de 82,4 Kg./Hl.,superior a los 81,6% Kg./Hl. del ciclo anterior.

   Estos últimos datos, brindados por la Cámara Arbitral de Cereales de Bahía Blanca, fueron compilados por la ingeniera agrónoma María Elena Antonelli, en las Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales y Productos de nuestra ciudad.

   Las cifras precedentes no son menores, ya que se trata de dos de los objetivos más buscados desde el ministerio de Agroindustria bonaerense, en función de aumentar el área sembrada y de mejorar la calidad por encima de la cantidad, una de las características que la región estaba perdiendo en forma significativa.

   “La diferencia la harán los productores que apliquen paquete tecnológico y logren el estándar de calidad requerido por nuestros compradores”, admitió, al inicio de la campaña de siembra, el ministro bonaerense Leonardo Sarquís.

María Elena Antonelli, de la Bolsa de Cereales. / Foto: Facundo Morales-La Nueva.

   Por este motivo no es tan relevante la caída del rinde, que pasó de 3.000 kilos por hectárea (de la campaña 2015/2016) a 2.800 K/H de la actual, así como que la producción fue casi un calco de la zafra previa: 1,55 millones de toneladas.

   Antonelli recordó que la campaña se inició con muy buenas precipitaciones, favoreciendo y permitiendo que los perfiles se recargaran de agua. También que en coincidencia con la siembra, en mayo-junio, el exceso hídrico hizo retrasar las labores de implantación por falta de piso.

   “Durante el período invernal la acumulación de agua y los oportunos registros pluviométricos acompañaron el macollaje y el desarrollo de los cereales”, explicó.

   “En el inicio de la primavera, momento de definición del número de granos, llovieron 150 milímetros en septiembre y en noviembre, que permitieron acumular humedad para el correcto llenado de los granos”, amplió.

   “Lamentablemente, a fines de noviembre las precipitaciones se cortaron, hubo temperaturas extremas y fuertes vientos desecantes, situación que provocó, en un mes donde la evapotranspiración es crítica, merma de los rendimientos esperados”, sostuvo.

   Antonelli también dijo que, sin embargo, se estimaron mayores rindes que años anteriores, y llegaron a superar el promedio de las últimas cinco campañas de la zona, con cifras superiores a los 2.500 kilos por hectárea para el trigo.

   Con este panorama, y un clima de precios que parece sostenerse, es probable que este escenario, de aumento de proteínas y de superficie implantada, se consolide.