Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Un viaje familiar para descubrir el mundo

Anna es francesa y Diego, argentino, de Coronel Pringles. Se casaron y viajan juntos desde hace 8 años. En el camino tuvieron a Mael y Oiuna, con quienes planean llegar a Africa. Ella acaba de finalizar su libro El otro río.
¡Hay equipo! Diego, Anna y Mael en Siberia, el año pasado, antes de la llegada de Oiuna, que se dio en enero, en Dali.

Por Anahí González / agonzalez@lanueva.com

“Nos conocimos en la calle, una noche cualquiera, en que ninguno de los dos andaba buscando algo", recuerda Anna Caranta, quien por entonces tenía 20 años.

Fue en un barrio porteño. Ella escribía en un cuaderno, apoyada en la pared, y Diego paseaba el perro con un conocido.

Dice Diego Martínez: “Ahí andaba yo. Con uno de esos días en que nada sale, tomando aire después de una cita trunca. Me encuentro con un desconocido que me demuestra lo Casanova que es, toma notas de encuentros y agenda teléfonos. Yo lo miro, divertido. En una esquina, nos detenemos. Y la veo de lejos. ¿Vieron cuando alguien sale de un cuadro y no tiene nada que ver con el entorno? Así estaba ella, inconsciente quizás de ella misma; mi amigo amaga el avance, cuando le digo, '¡No! ¡Pará! Voy yo'”.

Ese “Voy yo”, fue el inicio de una historia de amor que ya recorrió más de 31 países del mundo y que dio lugar al nacimiento de Mael y Oiuna, sus pequeños hijos viajeros con los que ahora planean llegar a Africa.

La historia

Anna es parisina, de familia argentina y cursaba su segundo año de la carrera de Arte en la universidad cuando viajó a nuestro país, sin pasaje de vuelta. Diego trabajaba como banquero y antes había sido periodista de "Ambito Financiero".

A simple vista no parecían muy afines, pero no se dejaron llevar por las apariencias y, un mes después de conocerse, ya vivían juntos.

Nueve meses más tarde, en 2006, decidieron dejar todo para viajar a México por un año. Antes de colgarse las mochilas, en un impulso romántico, se casaron.

Desde entonces recorrieron Latinoamérica, Europa y Asia a dedo, en colectivo, en jeep, escarabajo, bicicleta y mini van –-entre otros vehículos-- y se alojaron en carpa y en casas de familia y de amigos que fueron haciendo en el camino, motivados por una insaciable curiosidad por lo que los rodea.

En el camino decidieron no solo no regresar a sus hogares --y que su casa fuera el mundo--, sino buscar familia. Así llegaron Mael, de 4 años, quien nació en la India y, Oiuna, quien llegó en enero, en China.

Con ellos planean volver a viajar, quizás otra vez en bicicleta, como lo hicieron por Europa y por Asia.

Para solventar el viaje, Anna vende sus fotografías y acaba de escribir el libro El otro río, que puede adquirirse por Internet. Diego ofrece sus dibujos e ilustraciones en el camino y realizó sus aportes a la obra.

Si bien para los viajeros es difícil elegir unas pocas anécdotas de las tantas que han vivido en estos años, coinciden en algo: el nacimiento de sus hijos los conmovió en lo más hondo.

"Una hermosa experiencia, en casa, acompañados por una mujer increíble que conocimos en la India, Amparo, y con quien hicimos amistad. Es partera y para el nacimiento de Mael nos invitó a su pueblo. Para el de Oiuna se tomó un avión... ¡Y se vino hasta China para ayudarnos!", relata Diego.

“Compartir con mis hijos esta experiencia fabulosa que es vivir, conocer y recorrer el mundo y compartir su infancia, es el mejor regalo que me dio la vida”, concluye Anna, emotiva.