Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Cristina, Scioli y la irrupción del gigoló feo

Hoy es jueves y "la que por fin se va" está a punto de asomar la cabeza a la superficie, luego de casi quince días de silencio televisivo.

Algunos dicen que estaba enojada con Scioli por viajar a Italia mientras media provincia se movía a remo, de croll o de pecho, y encima el indigno de Néstor cruzó el charco después de una elección que dejó las cosas libradas a la marea de octubre.

Otros aseguran que "la que por fin se va" hundió la cabeza en su pileta climatizada porque, si se muestra demasiado, al que va a tapar el agua es a Scioli, que busca votantes potenciales entre los resentidos con Ella.

Un tercer grupo opina otra cosa. No sería conveniente que "la que por fin se va" nade demasiado cerca del candidato a presidente y justo le pase algo (lo dice Lilita, no yo). Mejor andar lejos de la escena, de última, una vez que asuma el tiburón Zannini y un par de jueces federales digan, por ejemplo, que Scioli se ahogó en la bañadera por motus propio, "La que por fin se iba" puede reaparecer como quien no quiere la cosa, tal vez una cadena nacional de condolencia, y de ahí en más, acá no ha pasado nada... total, no será la primera vez que una historia parecida se convierta en un salvavidas en tiempos de aguas turbulentas para "la que al final terminó quedándose", encarnada en un sureño chino, morocho y grandote.

Como sea, durante la semana que pasó el tema político anduvo calmo (el mar de fondo es un caos en todos los niveles, ¿se entiende, no?).

Pero, como todo debe seguir navegando, la agenda la salvó ese gigoló feo y ordinario de Javier Bazterrica, que estafó a varias mujeres prometiéndoles un vida llena de dichas y futuro para poder meterles las manos, además, de todo, en los bolsillos, dejándolas a los gritos por todos los canales de televisión. Es decir, el tema de fondo siguió siendo el mismo, hombres, promesas y personas que terminan desilusionados y estafados. Lo único que cambió los dos o tres días que el centro de la escena fue el gigoló feo y ordinario y no la política fue la escala del conflicto.