Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Macri, otro que siempre fue peronista

Si Mauricio Macri (como otros candidatos que yo conozco bien y que son liberales liberales liberales, aunque lo nieguen) ha decidido hacer propias las banderas del peronismo porque cree que le conviene para ganar los votos de un" supuesto colectivo" que va a tragarse el sapo del tipo millonario, paquete, preparado, convertido al populismo por un sofocón de arrepentimiento ideológico, digo, si Mauricio Macri, como otros que conozco, creen que este es el camino, que lo sigan.

En el caso del jefe porteño (el tema del bahiense que conozco ya está perdido), lo que alguien podría objetarle es que, si se iba a peronizar, hubiera sido mejor aceptar una alianza para competir en Buenos Aires con un candidato autóctono, originario, pongámosle, y no con una colonizadora del cambio, con la entusiasta María Eugenia Vidal. Pero no. En el Pro primó la idea de "ir con nuestra identidad" (la de ellos, se entiende), puros, blindados contra la vieja política de las alianzas por conveniencia.

Obviamente, la idea del purismo primó hasta la primera zozobra electoral, que encima no ocurrió en las playas recién descubiertas del Gran Buenos Aires profundo, sino en el mismísimo viejo mundo porteño, allí donde ni siquiera había que colonizar.

Y entonces salió Macri con eso de que Aerolíneas Argentinas es una empresa de bandera que hay que sostener cueste lo que cueste porque la dignidad nacional y popular no tienen precio. Y justo pegó el viraje típico de liberal vergonzante con aspiraciones electorales cuando se batía el récord argentino de cancelaciones de vuelos y pasajeros con ataques de nervios. Y, como una vez que se arranca con lo fácil siempre es difícil frenar, también tomó vuelo con que YPF no se toca, "Fútbol para Todos" tampoco, y de ahí, sin escalas, alabanzas a Kicillof y a su política con EE.UU., ese país de buitres.

Hace unos instantes, Cristina se lamentó en cadena nacional de que los opositores no le hubieran dado la razón antes, así el país no perdía tiempo en discusiones.

¿Era necesario tener que soportar cargadas por el pánico de un asesor de imagen.