Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Cultura: hablemos en serio

El cuestionamiento de aportar recursos a un privado deviene absurdo, en especial si al mismo tiempo se reclama apoyar a los artistas locales que, como acabamos de ver, no son agentes del Estado.

Todo lo que no es estatal, por definición, es privado. Las críticas por el aporte municipal de 52 mil pesos para alojamiento de músicos de Ricardo Arjona se centran en que el Estado no tiene por qué apoyar económicamente a un evento privado. En el más sutil de los casos, se aclara, "comercial".

Toda vez que la Municipalidad respaldó y respalde a cualquier grupo de rock, agrupación de danza, compañía teatral o artista plástico de Bahía Blanca, estará apoyando a un privado. Salvo que se trate de algún organismo público como la Comedia Municipal o los dependientes de la Provincia: Orquesta Sinfónica, Ballet del Sur y Coro Estable.

El cuestionamiento de aportar recursos a un privado deviene absurdo, en especial si al mismo tiempo se reclama apoyar a los artistas locales que, como acabamos de ver, no son agentes del Estado.

Luego viene la discusión sobre cómo se reparten los recursos, siempre escasos, del área de Cultura.Una parte importante, sin dudas, tiene que servir para el apoyo, fomento y desarrollo de las expresiones artísticas y culturales de la ciudad. Esto, sin dejar de entender que cubrir las necesidades de todos es, por definición, imposible.

Oro actor a satisfacer es el público. Es decir, contribuyentes que forman un número superior al conjunto de la comunidad artística. En muchas ocasiones, el público no se inclina por las propuestas locales y agradece tener a mano otras nacionales o internacionales. Así fue, es y será, y nadie debería enojarse por eso. En este último marco se inscribe la colaboración con el show de Arjona, sin contar que esos espectáculos generan un movimiento anexo de dinero nunca despreciable.

Si pensamos en lo ideal, desearíamos que lo local tenga cada vez más público, pero eso en general no depende del Estado. Los artistas bahienses más exitosos encontraron reconocimiento por sus propios caminos.

Ahora bien: ¿dónde está el punto justo a la hora de distribuir los respaldos a las actividades autóctonas y a las foráneas? El punto lo decide quien gobierna (se trate de un solo funcionario o un cuerpo colegiado) y se llama política cultural, la cual es necesariamente discrecional, porque se trata de asignar recursos a unos negándolos a otros.

En este debate espasmódico sobre el aporte a Arjona, enmarcado por un coyuntural ajuste, se perdió el foco sobre las preguntas que valen la pena. Haya retracción o expansión económica, y más allá de que siempre se debe intentar un equilibrio para atender la mayor cantidad de requerimientos, cada gobierno debe poner especial énfasis en uno o dos aspectos, no mucho más, en la Cultura de la ciudad.

¿Qué le interesa mostrar a Bahía Blanca, entonces, en el plano cultural? ¿Qué considera este gobierno que es lo más significativo? ¿Alguien sabe dónde está puesto ese foco? ¿Alguien tiene algo para sugerir?

Algún día nos darán ganas de hablar en serio.