Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Claudia Legnini: “Parte de la crisis educativa es culpa nuestra, de los docentes”

Vicerrectora de la UNS, le apasiona gestionar en un ámbito reconocido a nivel nacional como uno de los de mayor excelencia académica. Pero conformarse con lo hecho, admite, sería no advertir las necesidades de los jóvenes y estudiantes de hoy.
Claudia Legnini: “Parte de la crisis educativa es culpa nuestra, de los docentes”. La ciudad. La Nueva. Bahía Blanca

Walter Gullaci / wgullaci@lanueva.com

“Me enamoró la gestión y soy en extremo feliz con lo que hago. Una persona absolutamente realizada en lo profesional”.

Claudia Legnini, a los 57 años y desde los 13 ligada al ámbito de la Universidad Nacional del Sur, hoy es la vicerrectora de la casa de altos estudios. Un cargo de esos a los que se llega naturalmente. Escalón por escalón. Por conocimientos. Y por haber recorrido todos los pasillos de ese monstruo académico que es la UNS.

Licenciada en Economía y Magister en Gestión Universitaria por la Universidad de Salamanca, esta mujer habla con orgullo cuando menciona a sus dos hijas, Camila, abogada de 27 años, y Manuela, licenciada en Adminsitración de Empresas, de 23.

Y se emociona con cosas simples. Muy simples. Que descubren su amor por el ámbito universitario.

“Estando en la secretaría de Bienestar Universitario, un día se me acercó una chica de escasísimos recursos que estaba becada por nosotros. Era de venir seguido a consultar. Había llegado a la Universidad desde el Valle de Río Negro para estudiar Agronomía. Entonces me dijo: '¿No me daría un abrazo?'. Me conmovió. Era obvio que necesitaba contención. Una es madre y ese tipo de situaciones no pasan así nomás. Fue todo un símbolo de lo que representa esta institución”.

En realidad, Legnini pertenece a la UNS desde los 13 años, cuando ingresó a una de sus escuelas medias, en el secundario. Y a partir de allí nunca más se iría.

* * *

-Pasó por muchas áreas de la UNS. ¿Qué le dejo cada una de ellas?

-Primero me desempeñé en la secretaría de Asuntos Estudiantiles, que me dio una visión muy importante en cuanto a la gestión, lo que me resulta apasionante. Luego pasé a Cultura y Extensión, donde tengo mi corazón guardado. Un área que me llenó el alma porque tiene que ver con la relación con el medio y la inserción de la Universidad en la sociedad toda. Posteriormente, me derivaron a la Secretaria Técnica, que maneja la administración y las finanzas, y me dio un conocimiento cabal de toda la institución.

-¿Fue en algún momento discriminada por su condición de mujer en este ámbito académico?

-La Universidad no puede desprenderse de la realidad social en su conjunto. Pero debo admitir que en el ámbito laboral propiamente dicho nunca noté ningún tipo de discriminación. Tenemos investigadoras notables al igual que mujeres ocupando cargos de gestión. Incluso un staff de mujeres decanas. Sinceramente no percibí obstáculos por mi condición de mujer.

“No obstante, desde Extensión Universitaria tenemos una cátedra abierta sobre violencia de género, en un ciclo que ha sido muy exitoso, con gente de mucho valor que ha venido a dar conferencias. Lo propio sucede con el área de Derechos Humanos que trabaja en este tipo de temáticas”.

-¿Cree que la ciudad “se acostumbró” a tener una universidad y no valora debidamente el hecho de que hasta sea considerada entre las mejores del país?

-Creo lo contrario. Cuando determinados organismos o consultoras realizan sus encuenstas siempre sale la UNS muy bien posicionada como una de las primeras instituciones de la ciudad. Los babienses consideran que Bahía Blanca es una ciudad universitaria y guardan un gran respeto por la institución, lo cual nos genera mucho orgullo. Pero además nos pone la vara muy alta en cuanto a la responsabilidad que debemos asumir.

-Los graduados exitosos de otros países se ponen en contacto con sus universidades mediante cátedras, donaciones, invitaciones a conferencias, a actividades con los alumnos… ¿Es una cuenta pendiente de la UNS con sus hijos dilectos?

-Ese tema estuvo un poco dejado de lado. Sin embargo, hemos recuperado fuertemente esa idea. De hecho, y es una primicia, estamos instrumentando un programa que denominamos Embajadores UNS, mediante una red de graduados que están fuera del país, algunos trabajando en gestión académica en otros lugares del mundo e incluso triunfando en el ámbito privado.

“El 21 de diciembre se va a lanzar este programa con algunos graduados. Es bueno que cuenten sus experiencias y lo que les sirvió haber estudiado y recibirse aquí. Es bueno para nosotros, para los decanos y también para los alumnos que deben contar con una visión más amplia de lo que sucede afuera. Una manera de ir viendo el perfil de profesional que demanda el mercado.

-¿El crecimiento del campus de la UNS es tan importante como dicen?

-Sí, tal cual. Hemos crecido muchísimo. Cada vez que voy al campus me gratifica. Es un orgullo. De hecho, estamos inaugurando tres edificios nuevos allí. El de aulas, el segundo piso del edificio del Bicentenario para desarrollar el área de ciencia y tecnología. Y ya tenemos aprobada la segunda parte de la obra de Rondeau 29, donde ya funciona el Centro Histórico y Cultural. Se trata de un SUM para todo tipo de actividades, incluso con un piso para desarrollar obras de teatro. La idea es que todo ese espacio se lo apropie la sociedad en su conjunto.

“Debemos devolverle a la sociedad todo lo que nos da”

-¿Le preocupa que en 2016 haya habido un 40% de deserción de estudiantes en el primer año de la UNS?

-Por supuesto que me preocupa. Es una constante. Se trata de índices muy altos, pero también históricos. Y no son propiedad de la UNS, sino de todas las universidades del país. E inclusive sucede en muchísimas del mundo. Ahora, debe tenerse en cuenta que hay estadísticas que a veces no son del todo convincentes porque no pueden cruzarse.

-¿A qué se refiere?

-Hay chicos que se anotan en nuestra Universidad y por allí también en otras del país, y los tenemos como desertores al sistema cuando sólo optaron por otra casa.

“En general, y en contra de lo que se cree, no es que el alumno toma la decisión de dejar el estudio por una falta de preparación. Muchas veces la deserción tiene que ver con el desarraigo a los lugares de origen o con la falta de adaptación al sistema y a su entorno. Aquí se trabaja mucho con un área de tutorías y acompañamiento para intentar achicar lo más posible ese índice de deserción.

“Chicos que desertaron y estaban subsidiados, fueron llamados y rescatados. Mostraban potencial y era una pena perderlos. Se volvieron a enganchar al sistema”.

-¿Y qué les sugiere esos chicos que están fuera ya no del sistema universitario, sino de la sociedad activa en su conjunto? De ese joven que vemos, habitualmente, en una esquina limpiando un parabrisas. Sin futuro.

-Me duele, obviamente. Y supongo que nadie será indiferente a esa realidad. Y quien muestra indiferencia lo debe hacer por un mecanismo de defensa, por no saber qué hacer. Se trata de una deuda moral, está claro.

-¿Desde la Universidad se pueden instrumentar acciones para ayudar a paliar esa complejidad?

-De hecho lo hacemos. Nuestro objetivo no sólo pasa porque se reciban profesionales. También apunta a devolverle a la sociedad todo lo que nos ha dado. Nosotros estudiamos acá por el esfuerzo de un país entero. Es así. El sistema de universidad pública y gratuita, que defiendo a ultranza, nos crea un compromiso para con la sociedad. Y justamente estos últimos años, y espero que se aprecie, la UNS se ha brindado mucho en ese sentido.

“Desde el área de Extensión se trabajó muchísimo con nuestro secretario Claudio Carucci, quien lleva a cargo una tarea excepcional, con mucha labor en los barrios de la ciudad. La idea es captar chicos con potencial, que nos cuenten la problemática que padecen. Tenemos las herramientas suficientes para poder solucionar ciertas cuestiones”.

-Pienso en ese joven o jovencita que vive inmerso en un mundo de carencias y complejidades, pero que de pronto tiene un potencial a desarrollar y no lo puede hacer por su complicado entorno. Lo perdemos...

-Exactamente. En ese caso tenemos un programa que articulamos con las escuelas más marginales. Los directivos nos detectan a esos chicos con potencial y que no llegan a la institución por dos motivos: primero porque se autoexcluyen. “Eso no es para mi”, piensan. Y se equivocan. La Universidad es para todos. Segundo, las propias familias a veces los excluyen y los someten a que no vengan más a la institución, con lo cual también trabajamos mucho con los padres. Se trata de un programa que ya está dando resultados.

-Pero ese joven necesita algún recurso, un marco de contención aún más amplio para sostenerse luego en la Universidad.

-Y es a través de una beca integral donde se lo apuntala, porque sino se trataría de un engaño. 'Vení a estudiar y después no te ayudo'.

“Se cargan mucho las tintas contra los alumnos”

-¿Le molesta que se hable tanto sobre que la educación argentina está en una crisis casi terminal?

-Si nos referimos al secundario y en parte al primario, creo que es real eso de la crisis. Pero se cargan mucho las tintas contra los alumnos. Ellos son el producto de cómo uno enseña. Y parte de la crisis educativa es culpa nuestra, de los docentes. No podemos, no sabemos ni tenemos los elementos para captar y comprender a ese nuevo alumno que nos está llegando. Entonces es imposible comparar a esta educación con la de hace 50 años. Se trata de otra educación, es diferente. Entonces, nosotros debemos encontrar la forma de llegarle al alumno. Algo nada fácil.

“Uno tiende a enseñar como le enseñaron. Y la manera en la que me enseñaron a mí no le sirve a un chico que atiende cuatro, cinco situaciones a la vez, consignas que no les interesa pero las encuentran en el celular cinco minutos antes que yo se las diga. Antes, lo que hablaba el profesor era un oráculo. Ahora, te discuten de igual a igual. No sé si es bueno o malo, pero seguramente es distinto”.

-¿Qué hay de cierto en ese mito de que en la Universidad, en general, el alumno es sólo un número?

-Es un mito generalizado. Y se trabaja mucho para que no sea así. Pero peleamos contra la masividad de un curso de 100, 120 alumnos. No es sencillo identificarlos y hacer un trabajo pormenorizado en lo individual.

“Fíjese que acá se trabaja mucho en lo social, cultural y deportivo, como en el voluntariado. El arraigo del estudiante se torna así más fuerte con la institución. Raro que el alumno caiga en la deserción siendo que se apropió del espacio y del lugar”.

Adicciones, más que un problema, se trata de “una preocupación”

-¿El tema de las adicciones es un problema latente en la Universidad?

-No sé si es un problema, pero sí es una preocupación. No podemos desconocer que el tema es complejo y existe. En breve lanzaremos un programa de Universidad Saludable, con charlas, información sobre buena alimentación, deporte, aire libre.

“Dentro de las adicciones aparece el alcohol, que hoy es muy fuerte, y desde acá se recomienda permanentemente tomar con moderación, cuidarse, ser responsable en temas sexuales, etc. Un conjunto de complejidades que no debemos soslayar”.

“La Universidad se ha abierto a investigar”

-Uno valora ciertos trabajos que ustedes desarrollan, como el que publicamos días pasados en “La Nueva.” sobre que Bahía es una ciudad superpoblada de semáforos inútiles.

-La UNS es una institución muy reconocida por su calidad científica y académica. Y se ha abierto a investigar y aportar soluciones para que los responsables de adoptar políticas públicas puedan llevarlas a cabo con mayor información. Es fundamental que dejemos el viejo paradigma de esa Universidad Torre de Babel. Y creo que lo estamos logrando.

“El presupuesto dirá a qué se le dará prioridad y a qué no”

-¿Está de acuerdo con la política universitaria que lleva a cabo la Nación?

-Estamos en un nivel de adaptación a esta nueva administración nacional. Particularmente no vislumbro con claridad cuál va a ser la línea política en cuanto a las universidades públicas. Tenemos la suerte de que el secretario de Políticas Universitarias, Albor Cantard, es un rector de la Universidad del Litoral, ahora en período de licencia, que comprende la realidad de las universidades. Podemos tener un muy buen diálogo con él.

“El año que viene, cuando esté aprobado el presupuesto nacional, se verá con mayor claridad cuáles son las líneas de acción. Quedará claro con esa herramienta a qué se le dará prioridad y a qué no”.

-El exrector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry, sostuvo que a nadie le interesa la educación en este país. Un poco fuerte, ¿no?

-Discrepo con eso. No creo que a nadie le interese la educación en la Argentina. Y no hablo sólo desde la docencia, que tiene mucho que ver con poner el corazón. Al grueso de la sociedad más bien que le interesa. Y coincidiremos con ella en que la educación es la base de cualquier logro que quiera obtener una sociedad, además de la solución a muchas de sus problemáticas, como la inseguridad o las adicciones".