Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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#SaludMental: 3 lugares adonde van los pacientes psiquiátricos después de la internación

Se trata de un Hospital de Día, una ONG y un programa de rehabilitación.
Fotos: Emmanuel Briane y Rodrigo García-La Nueva.

Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com
Matías Mugione / mmugione@lanueva.com
Maximiliano Buss / mbuss@lanueva.com

   “El Hospital de Día me cambió la percepción de mí mismo. Entendí que la línea que separa lo que se supone que es locura de lo que no, es muy finita; y estamos gran parte de la vida con un pie en el límite”.

   Federico Hidalgo está acostumbrado a convivir con pacientes psiquiátricos. Los ve todos los miércoles a la mañana, cuando hace un taller de radio en ese lugar que reconoce como una bisagra en su forma de verse.

   Esas 44 palabras que dice no pasan desapercibidas. Tal vez porque dejan entrever que hoy es él o ella y mañana podemos ser nosotros. Tal vez porque hacen pensar que no siempre se necesita una causa para que te pongan la etiqueta de “loco”. Tal vez porque traen a la memoria un pasaje de la película italiana Si puó fare (Se puede hacer).

Escena de la película/ Captura: cineblog.it

   Si puó fare es una película italiana inspirada en muchas historias verdaderas que muestra cómo los pacientes de un psiquiátrico pueden incorporarse al mercado laboral y cambiar sus vidas. El protagonista es Nello, un hombre que no sabe nada de psiquiatría y, a través de una cooperativa social, les demuestra que ellos también pueden trabajar y sentirse uno más.

   La película tiene miles de escenas que merecen ser contadas. Pero es el comienzo el que lleva el pensamiento a la frase de Federico y viceversa.

   —¿Por qué no pueden tener una vida normal? —le pregunta Nello (el protagonista) al psiquiatra del manicomio.

   —Porque la vida normal para ellos es un riesgo —responde el médico.

   —Lo es para todos, doctor —retruca Nello.

   En la película no todo es color de rosas, como tampoco lo es en la vida. Se ve sufrimiento, desprecio y desesperanza. Incluso un paciente se suicida. Pero también se ve una mejora en la calidad de vida por dos factores: la medicación adecuada y el interés de parte de la comunidad en que los pacientes se reinserten socialmente.

   En Argentina, la Ley Nacional de Salud Mental, que prohíbe la creación de nuevos manicomios y exige la atención de los pacientes en hospitales generales (todas las clínicas deben adecuarse antes de 2020), apareció en 2010. Pero mucho antes se hacían prácticas de inclusión.

   Hoy en Bahía funciona el Hospital de Día y otros espacios que apuntan a la inclusión, como es el caso de la ONG Saludable Mente y el Programa de Rehabilitación y Externación Asistida (PREA).

   Pero vamos por partes. ¿De qué se tratan y para qué sirven? Lo cuentan sus protagonistas…

Hospital de Día

   Federico Hidalgo es periodista y desde hace unos 8 años coordina el taller de radio, uno de los seis que actualmente funcionan en el Hospital de Día. También están: revista, feria americana, plantas y flores, cocina y pintura.

   —El taller de radio sirve para restituir cuestiones que son del sujeto y que tiene que ver con sentirse capaces de poner en palabras lo que sienten, lo que piensan, lo que les pasa, lo que quieran —dice Federico.

   Los participantes, con la ayuda del coordinador, graban todas las semanas el programa radial Despertando en un nuevo amanecer: dura media hora y se transmite por LU3 (los miércoles a partir de las 19).

   Hasta ahora no ha sido un trabajo difícil: —Son bien predispuestos y francos con lo que quieren y con lo que no— cuenta Federico, quien trabaja de manera voluntaria desde hace un año porque los subsidios no llegan.

   Federico también es el delegado de la Región Centro Sur de la Red Argentina de Arte y Salud Mental, de la que forma parte el Hospital de Día. Esa Red nació como consecuencia del trabajo que hizo el Frente Artistas del Borda en los 80 —la creó Alberto Sava— y lucha por los derechos de las personas con padecimiento mental.

   —En la Red entendemos que los manicomios atentan contra los derechos de las personas; son lugares de encierro donde se las despoja de su derecho a la intimidad y a ejercer su condición de sujeto —explica Federico.

   Por eso también defiende la Ley Nacional de Salud Mental: “El macrismo tomó medidas que son destructivas del espíritu de la ley y es responsable de la represión en el Borda: en el marco de un negocio inmobiliario, se llevaron puesto un taller protegido habiendo una cautelar para que ese lugar no fuera demolido”.

   Federico asegura que el camino para que la Ley funcione no es fácil: “La Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones está a cargo de Andrew Blake, un confeso opositor a la Ley de Salud Mental y básicamente un promotor del viejo paradigma de abordaje, más vinculado con el manicomio, la medicación y la restricción de la libertad”.

   En Bahía se creó el Departamento de Salud Mental y Adicciones en el ámbito municipal y también hay una mesa en el Concejo Deliberante para debatir sobre este tema: —Es saludable que el año pasado se haya sancionado una ordenanza que crea un programa municipal de Salud Mental, después hay que esperar que eso funcione como indica la ley —opina Federico.

Saludable Mente

   La ONG Saludable Mente funciona desde hace 7 años y trabaja para que las personas con padecimiento mental tengan donde vivir.

   Todo comenzó por la experiencia de dos mujeres que visitaban el Penna y veían las necesidades de los pacientes con padecimiento mental. Se trata de Alejandra Williams (presidenta) y Andrea Martín (vicepresidenta).

   La primera prueba se hizo con una casa para 4 personas. Se dieron cuenta de que daba buenos resultados y continuaron el trabajo: hoy hay 5 casas armadas, donde conviven hombres y mujeres.

   Las personas con padecimiento mental pagan el alquiler, los impuestos y la comida con sus ingresos (subsidios o pensiones, que son de unos $ 3.800) y la ONG se encarga del seguimiento, la administración de la medicación y el acompañamiento.

   —Ellos salen de estar 5 o 10 años en un hospital donde les hacen absolutamente todo y tienen que aprender todo de cero como un bebé: la parte higiénica, cómo se maneja una casa, la comida... —cuenta Andrea.

   —En el grupo tenemos tanto profesionales como gente que no sabía escribir y leer y han hecho el secundario de adultos, eso también se apoya. Tratamos de conocerlos y de que recuperen los vínculos familiares, que es muy importante —agrega Alejandra.

   —¿Y se logra?

   —La familia empieza a perder el miedo cuando ve que ellos empiezan a ser autónomos y que vos no le vas a llevar una carga. Cuesta, pero también entendemos a la familia. Lo estamos logrando.

   La ONG cuenta con 12 miembros y un equipo de profesionales, integrado por trabajadoras sociales del Hospital Penna y un psicólogo del Municipal. Y también forma parte de la mesa de Salud Mental del Concejo Deliberante donde, entre otros temas, están tratando de solucionar el conflicto del empleo de las personas con padecimiento mental y de reducir la cantidad de personas que tienen los hogares sustitutos.

   —Con la nueva ley se cerraron los manicomios y, como el Estado no se hace cargo, crecieron los hogares sin control. Alquilar una casa y poner 32 personas se está viendo como un negocio: es un minimanicomio y se corre más riesgo que en un hospital, porque la puerta se cierra y no hay control —asegura Alejandra.

   Tanto ella como Andrea buscan amigos y familias para que les salgan de garantía y puedan alquilar, ya que como ONG solo lo pudieron hacer una vez. Y esa no es la única traba: hay gente que se entera y no quiere saber nada.

   Alejandra cuenta que en uno de los últimos alquileres, una vecina pidió resguardo por sus nietos al enterarse de quiénes iban a habitar el lugar: “Dijo ‘toman medicación’ y yo me pregunto ‘quién no toma’. No podés discriminar; esperá y fijate cómo actúan”.

  En la ONG aseguran que nunca hubo violencia entre las personas a las que asisten, pero sí hay cierta discriminación de la sociedad hacia ellos. Por eso advierten: “Nadie está libre de tener un padecimiento así o de que alguien de la familia lo tenga”.

   Saludable Mente tiene una campaña de socios puerta a puerta para solventar los gastos fijos de la ONG, como por ejemplo: el alquiler de su oficina, los gastos de teléfonos, las reparaciones de las casas y las renovaciones de los alquileres. La campaña la hace una empresa, ya que como ONG no pueden contratar personal.

   Quien quiera ayudar puede acercarse a San Martín 341 (oficina 9) o llamar a los teléfonos 451-4428, 155-018077 ó 155-768904.

PREA

   El Programa de Rehabilitación y Externación Asistida funciona desde 1997 y está destinado a aquellas personas con padecimiento mental que no cuentan con el apoyo de su familia.

   —Tenemos casas de prealta, donde viven con gente encargada de los hogares. Todo el equipo trabaja con visitas. Estamos en el Penna y trabajamos conjuntamente con la Municipalidad, que paga las casas y la alimentación. Del tratamiento y la medicación se hace cargo el Penna —asegura Viviana González, psicóloga y encargada del PREA.

   Actualmente funcionan tres hogares y hay 6 pacientes en este programa provincial, aunque los números van variando. En el último tiempo se cerraron algunos por “cansancio de los cuidadores” y algunos pacientes recibieron ayuda de la ONG Saludable Mente.

—¿Y qué necesitan?

—Siempre hay un tema económico. Necesitamos mejores subsidios para los pacientes.

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