Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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“Una chica lesbiana o un chico gay no pueden crecer sintiéndose un insulto”

Diego Borisonik es funcionario nacional y tiene un amplio currículum de distinciones por su “incansable apoyo, aporte y acción comprometida con un país más justo e igualitario".
“Una chica lesbiana o un chico gay no pueden crecer sintiéndose un insulto”. La ciudad. La Nueva. Bahía Blanca

Walter Gullaci / wgullaci@lanueva

Comentarios crueles, tales como “nene, no seas nenita” o “piba, sos una marimacho”, afectan fuertemente a la construcción de identidad de muchos niños y niñas.

Frente a ese escenario complejo y recurrente, por ejemplo en varias de nuestras escuelas, “hay bastante por hacer”, sostiene con voz firme Diego Borisonik.

“La diversidad está, existe. Todos somos diferentes, todos somos diversos. El problema radica en la falta de aceptación y respeto por esta diversidad”, señala este porteño, nacido en Barracas hace 37 años.

Abogado, psicólogo y docente, Borisonik se encuentra a cargo de la Dirección de Políticas Integrales de Diversidad Sexual, de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación.

“Aún estamos frente a una gran deuda. Tenemos una igualdad legal con leyes maravillosas como las de la igualdad de género y matrimonio igualitario, pero todavía se requieren políticas para la igualdad real”, menciona, quien hasta el año pasado fuera el responsable del área de Diversidad Sexual del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Borisonik se califica como un hombre común, pero de fuertes principios e ideales.

No le gusta el fútbol ni lo movilizan otros deportes, “apenas un poco la natación”. Pero cuando su agenda, generalmente apretada, se lo permite, invierte parte de su tiempo en ir al cine y al teatro.

Claro que su verdadera pasión, asegura, pasa por otro lado.

Y tiene que ver con la gestión pública.

* * *

-¿A los argentinos todavía nos cuesta aceptar la diversidad de género, por más que surjan tan visibles los hechos de discriminación?

-Cada vez menos. Pero desde ya te digo que no vamos a claudicar en esta idea de concientizar sobre la no violencia, la igualdad de trato y la igualdad ante la ley.

-¿A qué tipo de violencia te referís?

-Te puedo mencionar, por ejemplo, la violencia familiar en la exclusión de los chicos y chicas trans de sus hogares, alrededor de los 10 y 11 años. Al maltrato, a la falta de acceso muchas veces a la salud, justicia y educación. En el caso de las personas trans es una población que requiere un marco de mayor contención. Simplemente porque es la que presenta el mayor número de exclusión, con lo cual cuando hablo de violencia hablo del no acceso a derechos.

“Me parece que, en ese sentido, se trata de definir un cambio cultural. Y eso viene de la mano de la educación, de aceptar la diversidad sexual y obviamente de los derechos humanos”.

-Te escuché hablar de la igualdad legal, pero también mencionaste a la igualdad real.

-En nuestro accionar, tenemos por objetivo achicar la brecha que existe, justamente, entre la igualdad legal y la real. Igual, la Argentina ya cuenta con normas vanguardistas a nivel internacional, como la ley de identidad de género, la de matrimonio igualitario, la de educación sexual integral.

“Pero todavía nos falta generar políticas públicas para achicar aquella brecha. Y las más importantes pasan por las que promocionen derechos para diferentes sectores de la población, como los de lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex y demás. Acá estamos hablando, lisa y llanamente, de derechos humanos. Ni más ni menos. Derechos que no son `a la carta'".

-Me da la sensación de que no será sencillo achicar esa brecha...

“Falta muchísimo, claro. Como lograr que un juez ni siquiera piense en si va a ser mejor o peor que un niño o niña esté con una pareja heterosexual u homosexual, sino que observe todo lo que tenga que ver con el amor y el cariño.

“Hay que cambiar, por otra parte, algunas preguntas que se realizan cuando uno va a atenderse a un hospital, donde no se debe presuponer la heterosexualidad de las personas”.

-¿A quiénes capacitan básicamente y en qué cuestiones?

-Tiene que ver con educar e informar adecuadamente para derribar los mitos y el estigma que hoy en día aún persisten. Tenemos capacitaciones virtuales y están las presenciales que las adaptamos al público dirigido: líderes, trabajadores estatales, efectores de salud, fuerzas de seguridad, del Servicio Penitenciario, educadores de todos los niveles y en todos los segmentos.

“Como política pública instrumentamos programas de capacitación, talleres, jornadas, ateneos, un sinfín de cuestiones que llevamos a cabo, incluso con el sector privado”.

Ya no más caricaturizar o ridiculizar

-¿Qué visión tenés del manejo que llevan a cabo los medios de comunicación sobre el tema de la diversidad sexual?

-Históricamente, los medios han sido una puerta para poder visibilizar la temática. En un primer momento fue desde la ridiculización de las personas homosexuales, de los trans, pero ello redundó en la posibilidad de poder visibilizar la cuestión. Y marcar la existencia de estas poblaciones.

“Creo que hoy, y por fortuna, hay más respeto y se empieza a entender desde otro lugar todo esta problemática. Los medios ocupan un rol muy importante en la promoción, con lo cual creo que vamos por muy buen camino. Se entiende que no se debe caricaturizar ni ridiculizar a estas poblaciones”.

-¿No surgen, por allí, algunos raptos de hipocresía en todo este escenario?

-Pienso que no. En mi caso personal, por ejemplo, cada vez que se me han acercado para realizar una nota o entrevista, siempre fue en un marco de respeto hacia mi persona y hacia los temas que suelo abordar.

-¿Qué sucede con los chicos y adolescentes que soportan todo tipo de humillaciones, indiferencia, discriminaciones y que son víctimas de bullying?

-Hay dos cuestiones clave a tenerse en cuenta. Lo primero es entender que deben formarse a los educadores en todos los niveles con perspectivas de diversidad sexual y derechos humanos. Y ese es el camino adecuado. Allí empieza a tener cabida la educación sexual integral. Y cuando hablamos de educar dentro del paradigma de la diversidad sexual, estamos hablando que este derecho es propiedad de los niños y adolescentes, no es un derecho discrecional por parte de los adultos “si lo doy o no lo doy”.

“Si uno educa dentro de ese paradigma de respeto y aceptación, el bullying, por ende, desaparece. Porque el bullying es producto del estigma de la discriminación y de la falta de información y educación. En esto deben estar atentas las escuelas, los adultos, los `paaadreees'. Digamos; una chica lesbiana o chico gay no pueden crecer sintiéndose un insulto. Sintiéndose 'puto', `torta', `traba'... Es inadmisible. Y en ese sentido es importante que podamos entender que la educación resulta primordial”.

-Una manera de insertarse mucho mejor dentro del andamiaje social es contar con una fuente laboral. ¿Están trabajando para generar algún tipo de cupo para que den lugar, por ejemplo, a personas trans?

-Existen programas que se están llevando a cabo, como por ejemplo con Dow. Sería muy bueno que muchos privados incorporen a personas trans para generarle mayores oportunidades a esa franja poblacional. La provincia de Buenos Aires, por ejemplo, tiene una ley de cupo laboral para personas trans, pero dentro del Estado. En cuanto a las empresas se trabaja en la posibilidad de eximirlas del pago de un porcentaje de algún impuesto para el caso de contratarlas.

“Noto una apertura importante en el sector privado en ingresar a un proceso de transformación, porque entiende que es productor del cambio. Dentro de las empresas está la gente y la gente es parte de la cultura y de la sociedad. Para poder trabajar y potenciar todas sus capacidades tiene que sentirse plena. Y en ese sentido tiene que poder expresar su identidad de género, su orientación sexual. Después todo pasa por las capacidades de cada uno, si es merecedor o no de ese puesto laboral”.

-En el ámbito del deporte aún resulta complejo eso de aceptar a quienes tienen una orientación sexual diferente. Incluso, es raro ver a deportistas de elite que asuman públicamente su condición de gay o lesbiana.

-Es un escenario complejo. Ahora se está trabajando mucho, por ejemplo, en el tema de que se puedan federar las chicas trans, por ejemplo, en equipos de hockey.

-Recuerdo el caso de una tenista, Renée Richards, que acaparó la atención mundial a mediados de los `70 al operarse y cambiarse de sexo. Le negaron su participación en el Abierto de Estados Unidos y, tras apelar en la Justicia, pudo insertarse en el circuito profesional femenino en 1977.

-Justamente nos acaban de invitar desde la comisión de Deportes del Congreso de la Nación para trabajar sobre estos temas y poder incorporar a personas trans en los ámbitos del deporte que correspondan. Se plantean cuestiones de fuerza, de masa muscular. Pero yo siempre digo que si me pusiera a correr una carrera en mi condición de hombre con una de las hermanas Williams, Serena o Venus, seguro que ni podría empezar (risas).

“El deporte integra. Tenemos una ley de identidad de género que es clara, los principios de nuestra Constitución son de no discriminación e igualdad. Por lo que hay cuestiones que ya no se debaten. El goce a disfrutar del deporte es un derecho humano. Las cuestiones de contextura física van por otro lado. Hay mujeres mucho más grandotas, por ejemplo, que Lionel Messi o Diego Maradona. Son barreras que tienen por debajo aspectos que son de prejuicio y que llevan a la discriminación.

La capacitación que quedó trunca en Mendoza

-¿En General Alvear, Mendoza, tuviste que lidiar con una situación traumática planteada por un grupo religioso?

-Sí. Habíamos sido invitados por el municipio para brindar una capacitación de dos días. El primero lo pudimos desarrollar y el segundo, atento a presiones de una Iglesia ultracatólica del lugar, lo tuvimos que suspender. Obviamente manifestamos nuestro desacuerdo y repudio. Esto es una política de Estado y no se discute. Acá no se viene a debatir derechos. Acá se viene a promocionar derechos. Y en ese sentido no hay discusión. Lo bueno es que nos pusimos a trabajar con el municipio y el 5 de octubre volveremos a General Alvear para terminar con el programa previsto originalmente. Estamos muy contentos por eso.

Zonas rojas, un debate en ciernes

¿Cuál es la parte positiva de promover una zona roja, situación que la mayoría de la gente no llega a comprender? Y me incluyo.

-A ver. Son discusiones que se deben dar a nivel local o provincial. Pero lo que no podemos dejar de lado es entender como sociedad que a las personas trans no les estamos dejando demasiadas opciones para poder comer, para poder vivir, para poder subsistir. Entonces, es necesario pensar en políticas concretas para que puedan acceder a un trabajo. Y creo que la instrumentación de ciertas zonas favorece a evitar el conflicto con una parte de la población que no está de acuerdo en convivir con esa realidad. Se facilita a esa población poder tener una salida laboral y acceder de esa manera a una mejor calidad de vida.

-¿Por qué no desarrollar tareas vinculadas a otro tipo de actividades si, por ejemplo, tienen capacidades como cualquier vecino?

-Es que no existen demasiadas posibilidades para que la persona trans tenga esa libertad de poder elegir o al menos insertarse en otro tipo de actividad.

-¿Se sabe que ejercer la prostitución en la vía pública es ilegal?

-Pero entonces preguntémonos cuál es la oportunidad que les damos a las personas trans para salir de ese círculo. ¿Por qué no las vemos de cajeras en un supermercado? ¿Por qué no las contratan? Es muy complicado. Esa es la realidad. Cuando vos no tenés acceso a nada porque el cambio cultural aún no se ha dado, la persona no tiene opciones. Planteamos un supuesto muy complicado de convertirse en realidad.