Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Un padre, un hijo... y todo un verdadero ejemplo de superación

Con un promedio de 9.40, José Antonio Medina, taxista de 51 años nacido en Tucumán y bahiense por adpción, finalizó sus estudios secundarios junto a su hijo Gonzalo, de 19, en la ES Nº 16. Y ahora van por más...
José Medina y su hijo Gonzalo en el banco de una de las aulas a las que ya no acudirán tras obtener el título secundario.

Por Cecilia Corradetti / Ccorradetti@lanueva.com

Con calificaciones sobresalientes y la alegría de haber logrado sortear una vieja cuenta pendiente, José Antonio Medina, taxista, de 51 años, finalizó, el pasado martes, sus estudios secundarios con un ingrediente extra: lo hizo junto a Gonzalo, su hijo menor, de solo 19 años.

Tiempo atrás, cuando en plena adolescencia “Gonza” se negaba a estudiar, José tomó la decisión de darle el ejemplo con hechos, no con palabras, según evoca hoy, con su flamante diploma en mano.

Así fue como este tucumano de Tafí del Valle, bahiense por adopción y padre, también, de Macarena, de 26 años, y de Matías, de 25, se anotó en el turno noche de la Escuela Secundaria Nº 16.

El horario le permitía desempeñarse en su actividad actual, desde muy temprano hasta entrada la tarde.

Fueron tres años “intensos y fructíferos”, en los que descubrió “un mundo nuevo”.

Día a día se iba “apasionando”, al punto de que hoy se debate entre dos carreras universitarias: licenciatura en Historia, en la Universidad Nacional del Sur, e Ingeniería Eléctrica, en la Universidad Tecnológica Nacional.

“Me anoté en ambas y ahora es tiempo de analizar hacia dónde, finalmente, me inclinaré. No sé si a esta edad podré ejercer, pero me motiva el interés propio y además sigo convencido de que los hijos nos miran”, reflexiona, satisfecho.

Comenzó a trabajar a los 15 años en el sector empaques de una farmacia, en Mar del Plata.

También repartió revistas, fue empleado de un negocio de autopartes y de una estación de servicio, hizo changas y luego se convirtió en remisero.

“De joven, cuando empecé a ganar unos pesos dejé de lado el estudio, algo de lo cual más tarde me arrepentí. Lo sufrí muchísimo y perdí grandes oportunidades laborales, porque en aquel tiempo la secundaria completa abría muchas puertas”, recuerda.

Y remata: “A veces pienso que en el aspecto laboral podría estar `tocando el cielo con las manos, tener mejor calidad de vida'”.

De aspecto bonachón, siempre bajo la atenta mirada de Gonzalo, José confiesa que al iniciar sus estudios sintió algunos prejuicios. El tema generacional fue uno de ellos.

“Es que la mayoría de mis compañeros tienen alrededor de 20”, justifica.

Así y todo, valía la pena intentarlo y hoy puede dar fe de ello.

“Creo que tuve un plus extra, que es la experiencia. En Historia, muchos períodos los he vivido en carne propia”, reflexiona.

También recuerda que Inglés fue la materia que más “padeció”.

“Empecé hablando apenas cinco palabras y hoy manejo 50”, se defiende, entre sonrisas.

Pero enseguida advierte: “Poder ser profesional en el futuro representa un desafío y será también una manera de demostrar todo lo que uno puede hacer durante el tiempo ocioso. No pretendo ser el mejor --insiste-- aunque sí deseo que mi esfuerzo deje sus frutos”.