Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Renuncia de Fábrega: "El que espera desespera"

Por Francisco Rinaldi/frinaldi@lanueva.com

   Y lo que tantos temían, un día, llegó. Hace rato que se comentaba en varios medios capitalinos y hasta el BCRA tuvo que salir a desmentir los rumores a través de un comunicado algunos meses atrás. Dicen que quería devaluar nuevamente el peso y Cristina, temerosa de que se vuelva a repetir el desbarajuste -de corta duración, pero intenso- de enero, no lo dejó.

   Como sea, lo cierto es que el expresidente del Central, Juan Carlos Fábrega, era visto por los banqueros de la city porteña como el último bastión de racionalidad técnica, más cercano al análisis de los datos objetivos de la economía que a la lucha ideológica que tanto gusta al ministro de Economía, Axel Kicillof.

   Si se analiza su brevísima gestión, el banquero central es responsable, para muchos analistas económicos, de haber evitado una disparada del dólar hasta las nubes, lo que habría sido aún más nocivo en términos de suba de precios, habida cuenta la influencia que tiene la divisa estadounidense sobre estos, a través del peso de los insumos extranjeros en la producción industrial, y las expectativas, responsables de comportamientos defensivos -y hasta especulativos- que la alimentan todavía más y que se exacerban con la inflación previa, que hace ya varios años aqueja a nuestro país.

   No menos cierto es que cortar la fuente de pesos, lo que se logró a través de un abrupto parate en el aumento de la base monetaria -la parte de la oferta total de dinero que controla enteramente el Central- que pasó de crecer un 29% interanual a un muchísimo más moderado 17%, costó el caro precio de “parar” a la economía, que, nobleza obliga, tampoco venía demasiado bien hasta ese entonces, etapa en que Mercedes Marcó del Pont, la antecesora de Fábrega, pretendía convencernos, contradiciendo a todos los manuales de macroeconomía básica, que la archiprobada relación positiva y de largo plazo entre cantidad de dinero e inflación estaba equivocada.

   De aquí en adelante y con Fábrega afuera de la autoridad monetaria, sobran las preguntas y faltan las respuestas. ¿Cómo hará el gobierno para afrontar un abultado cronograma de pagos de deuda -unos 12.565 millones de dólares para el año que viene- con reservas en mengua? ¿de qué forma lidiará con un valor internacional de la soja en picada? ¿se decidirá a ingresar divisas con endeudamiento externo a un costo muy superior al del resto de nuestros vecinos latinoamericanos? ¿podrá arreglarse definitivamente la saga de los fondos buitres? ¿se abandonará la prudencia monetaria que caracterizó a Fábrega y se volverá a acelerar una ya de por sí elevadísima inflación?

   El mercado, implacable, dio su veredicto: la renuncia del mendocino significó un fuerte desplome de los activos financieros argentinos, que cedieron 8% en la rueda de ayer en la Bolsa porteña.

   La gente de a pie -los pocos que pueden- incrementaron su apetito por el “billete verde” para defenderse de una inflación que hace trizas sus ahorros en pesos. Y aguarda, con la desesperación del que espera, vivir en un país donde las transiciones democráticas se produzcan sin una crisis económica como telón de fondo. (La Nueva.)