Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Sonia Budassi: una mirada bahiense al conflicto Israel-Palestina

La escritora visitó la zona y prepara un libro.

La tragedia de Medio Oriente
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La tragedia de Medio Oriente
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La tragedia de Medio Oriente

Por Abel Escudero Zadrayec

abel@lanueva.com

Twitter: @abel_ez

   Apenas llegó a Jerusalén, la escritora y periodista bahiense Sonia Budassi tiró su valija en el cuarto de hotel y salió a caminar la noche.

   Frenó en un shopping que no tenía el exotismo esperado: se parecía al de Bahía, dice.

   En la entrada vio cómo estacionaba un colectivo con aspecto escolar, del que bajaron unos 30 chicos de 18-19 años, "alegres, desordenados, empujándose, como volviendo de una excursión".

   -Pero en vez de mochilitas adolescentes cada uno cargaba un arma larga, un fusil M16 -cuenta Sonia a La Nueva.-. Aun pasado el impacto, no lucían reales: más bien, parecían una parodia de aquellos soldaditos de plástico verde con los que jugaba en la infancia en Bahía.

   Ese episodio ocurrió en 2011, durante su primer viaje a la zona donde estalló otra vez el enfrentamiento entre Palestina e Israel. Sonia volvió a ir en 2013 y ahora prepara un libro que aún no tiene título pero saldrá en octubre por editorial Marea.

   -Intento trazar las tramas paralelas entre el conflicto y la manera en que algunos viajeros terminan llevando sus propios prejuicios al territorio. Y dejan de lado el extrañamiento, la capacidad de conocer lo que tienen enfrente.

Qué es eso

   Sonia se arrimó al asunto ("complejo", como dice el cliché) sin ser árabe, ni palestina, ni judía; ni propalestina ni proisraelí. Así se mantiene, aunque vio muchas cosas.

   -Me siento incapacitada para dar cuenta en poco espacio de la variedad de voces y posturas al interior de Israel y Palestina, pero estoy segura: no son 2 bloques monolíticos -dice.

   -¿Qué te marcó?

   -Ver que los extremos no lo son todo. Aunque, en mi opinión, sí hay acciones moral y políticamente condenables.

   -¿Por ejemplo?

   -El vocero de Hamás [el Movimiento de Resistencia Islámico de Palestina, un grupo extremista] se excusa en que sus misiles son precarios y fallan en su trayectoria y matan civiles "sin querer". El Ejército israelí ha llegado a disparar contra hospitales y escuelas de Gaza; lo llaman "daño colateral"...

   La Nación reprodujo un artículo de The New York Times, escrito por el periodista Nicholas Kristof, donde dice que, para que el entendimiento avance, ambas partes deberían reconocer que su oponente tiene algo de razón.

   Hay una operación desde ambos lados: como en espejo, demonizan al otro. Algunos de los personajes de mi libro, los más radicales, dirían que es una postura poco jugada. Quizá sea blanda, "demasiado ecuánime" (como alguien me dijo por una crónica que publiqué), pero la comparto.

En sus palabras

   Sonia ha escrito libros como Mujeres de Dios (Sudamericana, 2008), Apache (Tamarisco, 2010), Los domingos son para dormir (Entropía, 2008) y Periodismo (17Grises, 2010).

   Así cuenta para La Nueva. otro episodio que le provocó "shock y sensación de absurdo" en sus viajes a la región atormentada:

   Bahía Blanca: sur de la provincia de Buenos Aires, capital del básquet, autoproclamada también capital del sur argentino.

   Cada población busca los modos de enorgullecerse de sí misma. Hasta las más pequeñas ciudades de cualquier parte del mundo tienen su museo, una colección que busca honrar por lo menos una parte de su identidad.

   Museos de historia, museos de arte, museos con piezas de bases militares, museos ferroviarios, museos de cómo se cocinaba hace un siglo, museos con piezas de fábricas cerradas vueltas instalaciones conceptuales, museos con artesanías creadas por los habitantes originarios.

   La Municipalidad de Sederot (Israel) tiene un museo en el que exhibe una extensa colección de misiles.

   La mayoría son torpedos de hierro oxidados con las puntas rotas. Bajo la mirada de quienes no los padecimos, se ven idénticos a los que el Coyote le tiraba al Correcaminos.

   Son las bombas que caen desde Gaza, hoy gobernada, desde 2006, por el grupo islámico Hamás, que está en estos momentos en plena lucha con el Ejército (autodenominado "de defensa", aunque otros le dicen "de ocupación") israelí. Pero no toda Palestina es Hamás.

   Palestina quedó dividida política y geográficamente.

   La otra parte de su estado en formación se llama "West Bank" o Cisjordania. La gobierna el partido Al Fatah, que representa a la Autoridad Nacional Palestina.

   Ya es un lugar común decir que la situación es sumamente compleja. Pero, entonces, después de hacer hincapié en esa frase remanida, si tengo que hablar sobre mis impresiones, era notable cómo, de aquel lado palestino, cada funcionario, cada empleado de comercio, cada mozo, cada persona con la que una podía conversar en la calle, se esforzaba por demostrar que creen en los derechos humanos, que sus instituciones democráticas funcionan, que no son terroristas, que son trabajadores. (Un detalle: en Ramallah, capital transitoria del estado, los edificios de gobierno son arquitectónicamente idénticos a los de cualquier ciudad occidental.)

   En 2013 volví con la Fundación "Diálogo por la paz" y pude estar más días en ese territorio.

   El discurso era el mismo, la intención de presentarse otra vez ante la ONU; y también reclamos sobre las detenciones "administrativas" que hace Israel (sin juicio previo y sin dictar condena por un tribunal como los que estamos acostumbrados) y el avance de los asentamientos sobre territorio que no está en disputa; es decir que Israel ya ha admitido que pertenecen a Palestina, pero sigue ocupando de manera ilegal, sin respetar los derechos de los palestinos, ni los acuerdos firmados.

   El lúcido y polémico crítico literario y académico Edward Said solía teorizar sobre el hecho de que los palestinos siempre son representados por otros.

   En mis dos viajes pude ver que más allá de los discursos y las imágenes que suelen dar vueltas por los medios y por grupos de activistas; a pesar de las serias limitaciones que sufren todos los días (el gigante muro de cemento que encierra sus ciudades, llamado "muro del apartheid" por unos y "cerca de seguridad", por otros) intentan desarrollar su economía, sus universidades, su cultura, su cámara de comercio y, así como los fundadores de Israel lo hicieron en su momento, son prósperos, aún en la adversidad.

   El museo en honor a su gran artista y poeta nacional, Mahmoud Darwish (puede verse en una exquisita visita virtual), da cuenta de su intensa historia intelectual.

   Por eso es difícil comulgar cuando, tendenciosamente o no, se eligen comparaciones referidas al choque cultural entre ambos países, al estilo "civilización y barbarie".

Sonia con una gobernadora en Ramallah, la sede provisional del gobierno palestino.

(Fotos: gentileza Sonia Budassi y Reuters)