Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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La gente exige a gritos seguridad, pero todavía no decide armarse

¿Hasta dónde llega el límite de la justicia por mano propia? Requisitos para tener una, clases de tiro y los límites del Código Penal.
La gente exige a gritos seguridad, pero todavía no decide armarse. La ciudad. La Nueva. Bahía Blanca

Claudio Rodríguez Kiser

crodriguez@lanueva.com

Lino Villar Cataldo y Daniel Oyarzún desataron la polémica. En medio del fuerte debate sobre cómo combatir la inseguridad -el principal problema de la administración de María Eugenia Vidal-, el médico de Loma Hermosa y el carnicero de Zárate mataron a los delincuentes que buscaban asaltarlos.

El profesional empleó un arma de fuego para ultimar a Ricardo Krabler y el comerciante atropelló a Brian González con su automóvil. Ambos fueron excarcelados, aunque afrontan cargos penales por las muertes de los dos ladrones, que tenían 24 años de edad.

¿Se defendieron, se excedieron en la defensa o directamente fueron autores de homicidio?

La discusión se centra en dónde están los límites entre la legítima defensa, la justicia por mano propia y la venganza.

Muchos vecinos, quizás desde la exacerbación, expresan su estado de ánimo y se alzan en una suerte de cruzada contra la delincuencia.

A través de las redes sociales, los foros y los comentarios de las noticias reconocen, al menos desde la palabra, que ven con buenos ojos la posibilidad de armarse.

Según una reciente encuesta de opinión de Rául Aragón & Asociados, el 55% de los consultados considera que el médico y el carnicero hicieron lo correcto, aunque solo el 40% hubiera hecho lo mismo que ellos. Del pensamiento a la acción, el porcentaje decae.

Lo mismo sucede con la venta de armas de fuego. Pese a los gritos sociales por más seguridad, no existe una intención masiva de concurrir a las armerías. La demanda no creció.

Comerciantes del rubro consultados por La Nueva. destacan, incluso, lo engorroso y oneroso del trámite y hasta del peligro de portar un arma para defenderse.

“Sí es cierto que hay más averiguaciones, pero las ventas, mayoritariamente, se siguen dando para actividades como la caza”, reconoce uno de ellos.

Desde el Club Tiro Federal, los instructores de tiro también confiesan que hay más consultas, aunque casi nadie admite abiertamente que busca mayor seguridad. “Pareciera que se cuidan”, afirman.

De todas maneras, aclaran que “no existe el tiro defensivo” y que solo se enseña la práctica desde el punto de vista deportivo.

"Un impulso"

Los propietarios de las armerías más importantes de la ciudad coincidieron en sostener que armarse no es lo más aconsejable.

Daniel Pierini (izquierda), titular de la firma The Guns, abrió diciendo que “Bahía es una ciudad atípica”.

“Tiene en sí misma una filosofía muy light. Además de que no hay el grado de violencia que existe en Buenos Aires, no es tan común un hecho con arma y no es sencillo manipularla”, contó.

“Lo que más vienen son gente mayor que nos dicen que necesitan un arma para protegerse, porque son personas de una edad avanzada. Ellos se sienten inseguros, pero cuando le explicás los requisitos y se enteran que el trámite es bastante oneroso, automáticamente se arrepienten de comprársela”, agregó.

Según Pierini, “una persona medianamente pensante no va a agarrar un arma y salir a matar delincuentes”.

“No se genera un ambiente inestable con respecto a la inseguridad. Pienso que el bahiense tiene una idiosincracia muy especial con respecto al tema. Es muy tranquilo y al convencerse de que no le va a ocurrir, toma pocos recaudos. Fijate que a veces los delincuentes entran por ventanas que estaban abiertas”, opinó.

También comentó que “los requisitos son no tener antecedentes penales, un certificado médico-físico y otro psicológico, una prueba de tiro y los formularios que te solicita la ANMAC”.

Pierini dijo que no recomienda comprarse un arma para seguridad: "Para todo se necesita entrenamiento y habilidad. Si alguien te amenaza con un arma, ¿qué vas a hacer? No tenés oportunidad de defenderte. Es una locura pensar en eso. Lamentablemente, el sistema está para beneficiar al delincuente”, amplió.

Por último, Pierini señaló que “el gas pimienta era lo que más se vendía, pero lo prohibieron".

Por su parte, Raúl Bonora, propietario de Tauro Armería, sostuvo que “lo primero que hace alguien que sufre un delito fuerte es venir y preguntar, aunque eso no significa que después la compre. Cuando le decís los trámites y requisitos, normalmente son pocos los que siguen con esa idea”.

Para el comerciante “más que nada son impulsos de las personas que sufren algún hecho de inseguridad, aunque existen de los otros. En realidad, se vende menos armas de lo que se piensa para defenderse. En nuestro caso, vendemos más carabinas o fusiles para ir a cazar”.

“Algún comerciante compra un arma para tener, es un poco más habitual que en las casas particulares. Allí prefieren algo para hacer ruido y les da lo mismo cualquier cosa”, expresó.

“El control que existe en Argentina en referencia a las armas es muy bueno y algunos países copian lo que se hace acá. El Renar controla muchísimo y el actual gobierno hizo algunas revisiones que permitieron encontrar cosas que pasaban y no estaban bien. No es como en Norteamérica, que entrás a una armería y te comprás una", señaló.

Bonora coincidió con Pierini, y dijo que aconsejan "que lo piensen", porque siempre la sorpresa la tiene el delincuente. Uno no está preparado para que te vayan a asaltar y una vez que te encañonaron no podés hacer nada. Aquel que compra un arma lo hace para tirar un tiro si siente ruido, sino tendrías que andar con el arma en la cintura en su propia casa”.

Además, manifestó que “lo que más se vende es 9 milímetros, aunque también pistolas 22 o revólver 38”.

Finalmente, también sostuvo que el gas pimienta tenía un alto porcentaje de venta, “sobre todo para las mujeres”.

Los límites del Código Penal

El médico Lino Villar Cataldo, que mató a un delincuente cuando salía de su consultorio, en Loma Hermosa, está acusado de homicidio agravado por el uso de un arma de fuego que, según el artículo 41 bis del Código Penal (CP), eleva en un tercio el mínimo y el máximo de la pena del delito de origen, es decir el homicidio.

Como el homicidio tiene una escala de 8 a 25 años de cárcel, en el caso de Cataldo -hoy excarcelado por razones de salud- la llevaría a entre 10 y 33 años.

El carnicero Daniel Oyarzún, en cambio, podría ser condenado a homicidio simple (8 a 25 años de prisión), de mantenerse la calificación legal propuesta por la fiscalía que investiga el caso.

La legítima defensa -una alternativa que pugnarán por acreditar los defensores de ambos acusados-, no se pena.

Según el artículo 34 del Código Penal, se necesitan tres requisitos básicos para que se concrete: una agresión ilegítima, un medio racional para impedirla y la falta de provocación de quien se defiende.

En nuestra ciudad existen antecedentes de casos similares a los del médico y el carnicero.

Uno de los más recordados es el que puso al sargento de la policía Hugo Rubén Cabral al borde de la muerte, en medio de un violento asalto a la heladería de Necochea 526. Fue el 21 de diciembre de 2006. El agente se enfrentó a tiros con Juan Abraham Caro, uno de los ladrones, y lo mató, aunque sufrió graves heridas.

Hoy Cabral, jubilado de la fuerza, vive en Punta Alta y prefiere no hablar de lo que le pasó. Se lo aconsejó su psicólogo, para evitar situaciones traumáticas.

Otros dos casos se pueden recordar a partir de enfrentamientos armados entre vecinos y ladrones.

El 1 de octubre de 2005, Ernesto Macaya y Pablo Coronel entraron a robar en la despensa de Pedro Magnelli, en Cacique Venancio al 1700. El almacenero enfrentó con un arma a los ladrones y se produjo un tiroteo. Macaya murió. Luego se estableció que había sido por un tiro de su compañero, que fue quien abrió fuego en el negocio.

El 8 de junio de 2007, la joven empleada de una pollería de Eduardo González al 700 intentó evitar el robo de la recaudación y se enfrentó a dos motochorros con una cuchilla.

Los delincuentes también tenían un arma blanca. Juan Manuel Molina murió en la acción y su cómplice, Francisco Mugnolo, terminó herido y detenido. La chica, por amenazas, debió abandonar la ciudad.

“Enseñamos tiro deportivo, porque el defensivo no existe”

Adrián Cabrino (izquierda), presidente del Tiro Federal, admitió un crecimiento en las consultas para aprender la actividad, aunque descartó que la mayoría lo haga para defensa personal.

“El tiro que se hace y todas sus actividades son deportivas”, abrió el dirigente.

“La consulta general aumentó bastante en cuanto a llamados telefónicos, aunque siempre le pedimos que se apersonen en nuestra sede. Mayoritariamente dicen que es para aprendizaje deportivo, aunque algunas personas imagino que se cuidan mucho de decir que es por inseguridad”, agregó.

Cabrino dijo que “necesariamente uno de los requisitos para venir a realizar actividades al club es tener una credencial de legítimo usuario”.

Y comentó que los interesados deben llenar un formulario de la ANMAC (Agencia Nacional de Materiales Controlados) y "pasar por el polígono con un instructor de tiro”.

Además expresó que “desde el momento en que alguien piensa en adquirir un arma es una responsabilidad, no es aconsejable para defensa o seguridad, pero el que se decide debe saber que tiene que demostrar que es idóneo, debe practicar y aprender. No es algo sencillo manipularla”.

Sobre los tiempos de aprendizaje, el titular del Tiro Federal detalló que “para una manipulación muy básica, sobre cómo tomarla y su seguridad, se tarda pocos días. Pero también hay que interiorizarse por las leyes y el secreto de esto. El uso debe ser seguro. Eso lo recalcamos siempre”.

Fernando Cepeda, por su parte, sostuvo que “siempre se está atento a lo que pasa en la sociedad. Por eso es que pedimos que vengan al club para realizar las consultas. Acá le mostramos las actividades que tenemos y también nos fijamos qué tipo de persona es. Nosotros enseñamos tiro deportivo, porque el tiro defensivo no existe”.