Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Más bahienses eligen la cremación; la inhumación pierde terreno

Cómo es el proceso. La opinión de la Iglesia Católica.
Por el momento sigue habiendo espacio para urnas.

Federico Moreno

Fmoreno@lanueva.com

La tendencia de los últimos años indica que uno de cada tres bahienses fallecidos es cremado, de lo que se desprende que la inhumación como método de disposición de los restos humanos va perdiendo terreno.

Mientras que el anterior director del cementerio municipal, Héctor Quiroga –-estuvo en el cargo hasta 2015--, sostiene que la nueva costumbre puede responder a la no prohibición actual por parte de la Iglesia de la incineración del cuerpo, su reemplazante, Daniela Calvo, cree que la explicación de este nuevo hábito puede estar motivada por un cambio generacional, protagonizado por adultos jóvenes que no tienen arraigada la costumbre de ir regularmente al cementerio a visitar a sus seres queridos.

Los números indican que las cremaciones (597) llevadas a cabo entre los meses de enero y julio de este año prácticamente equivalen a las 600 que se realizaron en todo 2013.

El porcentaje de cremaciones sobre las muertes totales en el partido de Bahía Blanca crece cada año. Sin ir más lejos, mientras que en 2015 el porcentaje de cremaciones (875) sobre las muertes totales (3.600) fue del 24,30 %, en lo que va del año –-enero-julio-- hubo 597 incineraciones sobre 2.058 muertes, representando un 29 % de los casos y significando un incremento anual del 4,7 %.

Si bien los motivos puntuales por los que la gente –o su familia-- decide optar por la cremación no siempre son comentados al personal del cementerio, algunas veces eso ocurre y permite entender un poco más sobre esta modalidad en alza.

“No todos te cuentan el porqué, es una decisión muy íntima de los familiares y generalmente llegan a nuestras oficinas muy dolidos por la pérdida de un ser querido y con la decisión ya tomada”, explicó Calvo.

“Hay dos corrientes generacionales, por un lado la gente mayor que tomó la decisión en vida, reflexionando que sus hijos y nietos no visitarán su tumba eternamente y para no dejarles la responsabilidad de hacerse cargo del arrendamiento del espacio y otras cuestiones.

“Por el otro -agregó-, la gente joven que es de una generación que no acostumbra a visitar regularmente el cementerio”.

“En menor medida, también están las parejas jóvenes que pierden a sus hijos chiquitos y prefieren llevarse sus cenizas para sentirlos cerca en lugar de dejarlos acá”, agregó.

En este mismo sentido, los empleados con mayor antigüedad de la necrópolis sostienen que la gente ya no visita a sus queres queridos tanto como antes, y que en el presente solo lo hacen en fechas especiales como cumpleaños, Días del Padre, Días de la Madre o durante las Fiestas.

Cómo es el proceso de cremación

Desde que el féretro arriba al crematorio --ubicado en el sector oeste de la necrópolis-- atraviesa ciertas etapas hasta que las cenizas son entregadas a la familia de la persona fallecida.

“Luego de que la empresa funeraria nos trae el ataúd, se le saca la tapa metálica y otras piezas de ese material, introduciéndose al horno el cuerpo dentro del cajón de madera, siempre de manera individual”, explicó Jorge, uno de los dos empleados a cargo del crematorio.

Pese a las dudas de mucha gente sobre el destino del cajón de madera, ya que su costo puede alcanzar los 20 mil pesos, la realidad es que, ateniéndose a leyes ambientales, los mismos son incinerados junto con el cadáver.

Asimismo, las aleaciones metálicas como cruces y manijas del cajón, se donan a la Asociación Cooperadora del Hospital Municipal.

“El horno llega a unos 800° centígrados aproximadamente y, si bien varía según el tamaño del cuerpo, la duración de la cremación es de unas dos horas y media. Una vez que finalizó la quema, se deja enfriar los huesos --no llegan a desintegrarse-- y se los tritura en una máquina aparte, destinada exclusivamente a esa función”, detalló el hombre.

Finalmente, luego de unos 20 minutos finales de enfriado, las cenizas se colocan en una bolsa plástica que se deposita en una urna de madera, la cual retiran los familiares al día siguiente.

Unas tres cremaciones diarias

El crematorio cuenta con dos hornos marca Incol, que es a la vez la empresa encargada del mantenimiento técnico. De los dos, el más antiguo fue sometido en abril a un reacondicionamiento, pese a lo cual su capacidad de acción quedó limitada y sujeta a la acumulación de féretros en espera, siendo habitualmente suficiente para dar abasto con todo el más moderno de los dos.

Entre ambos, y siendo utilizados entre las 7.30 y las 13 horas, llevan en 2016 un ritmo de casi 3 cremaciones diarias.

Actualmente, el cementerio Municipal es el único de la ciudad autorizado para realizar cremaciones. Sin embargo, no se descarta que un cementerio privado de la ciudad gestione la habilitación de uno propio.

Los otros cementerios de la ciudad son: Parque de Paz, El Recuerdo, el Israelita y el de Cabildo. Generalmente, más del 90 % de las personas fallecidas en la ciudad son acaparadas por el Municipal, el que, además, cumple funciones de policía mortuoria del partido de Bahía Blanca.

La opinión de la Iglesia Católica

Como se mencionó antes, una de las posibles razones por las cuales ahora la gente opta más por la cremación es que desde hace un tiempo la Iglesia dejó de prohibir esa práctica.

Al respecto, el sacerdote de la Catedral Nuestra Señora de la Merced, monseñor Horacio Fuhr, sostiene que, pese a ello, lo ideal según el catolicismo sigue siendo el entierro del cuerpo.

“La Iglesia empezó a permitir las cremaciones, no cuando son por desprecio al cuerpo humano, sino cuando son por razones económicas. Si bien en Oriente –-especialmente en el hinduísmo-- es una costumbre de larga data, en Occidente es bastante reciente y se dio porque los cementerios no daban abasto y a la gente le costaba mantener el arrendamiento de los sepulcros”, analizó Fuhr.

“Lo que no veo muy bien es que después de la cremación se tiren las cenizas en cualquier lado, el cuerpo es algo digno y se lo debe respetar. Por eso las iglesias tienen cinerarios, para que los restos descansen con dignidad. Otra cosa permitida es que se lleven los restos a la casa o a un campo y los entierren al costado de un árbol, por ejemplo”, agregó.

En este sentido, la catedral es, junto con las parroquias San Roque y Corazón de María, de las únicas tres iglesias de la ciudad que cuentan con cinerarios.

En Nuestra Señora de la Merced, pionera en la materia, directamente fue construido hace 8 años un espacio denominado Capilla de Difuntos, donde descansan en nichos los cuatro obispos que tuvo Bahía Blanca y en el que las cenizas de los fieles pueden depositarse de dos maneras distintas.

Una es el cinerario general, una escultura con forma de florero de 3,5 metros –-2 de ellos bajo tierra-- de altura en la que, según explicó monseñor Fuhr, caben las cenizas de 15.000 personas, por lo que “todavía hay espacio para muchas generaciones”.

La otra es un armario grande, dividido en estantes en los que de manera individual reposan urnas con cenizas y, si bien todavía tiene espacio libre, no falta mucho para que se llene.

“Tanto para depositar las cenizas en el cinerario común como en el individual se solicita una donación por única vez. Luego, se les pide moralmente a los familiares que vengan de vez en cuando a misa. En el caso de las cajitas individuales, cuando se llene el armario se sacarán urnas comenzando por las de aquellos cuya familia nunca venga a misa, para darle lugar a nueva gente”, justificó el sacerdote, quien agregó que actualmente y solo en días de misa, se depositan unas 4 urnas por mes.