Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Informe especial: por maltrato, hay casi 180 chicos fuera de su hogar de origen en Bahía Blanca

Una problemática que atraviesa a todos los estamentos de la sociedad.
Foto: Facundo Morales-La Nueva.

Por Juan Pablo GorbalPablo Pascual / info@lanueva.com

Diferentes autores de la psicología contemporánea dedicados a analizar la violencia intrafamiliar aseguran que los primeros cinco años dejan en el ser humano una marca indeleble. Para bien o para mal. Privar a un niño de amor es como no aportarle fertilizante a un árbol que empieza a crecer. Y golpearlo es echarle veneno. Lo va a "matar" psicológicamente. O crecerá herido de muerte.

No solo apuntan a los golpes que dejan huellas moradas, sino aquellos intangibles, que se graban a fuego en el “yo”. Los frutos emocionales se verán más adelante, en sus relaciones con personas significativas y con el mundo.

La violencia está inserta en un círculo vicioso difícil de sortear: el adulto criado entre actos violentos seguramente formará chicos violentos, que luego serán parte protagónica de una sociedad violenta, que naturaliza la cultura del maltrato. Y así sucesivamente. Se retroalimentan. En el medio, la disfuncionalidad familiar, la coyuntura económica, la incidencia de la televisión, el consumismo, el estrés, la intolerancia... todo conforma un caldo de cultivo.

Estudios recientes muestran que solo el 3,7% de los padres cree que los niños deben ser castigados físicamente, aunque casi la mitad de los encuestados utilizó el castigo físico como mecanismo disciplinario.

A tono con la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la ONU en 1989 y con rango constitucional desde la reforma de 1994, la provincia de Buenos Aires cambió el abordaje. A partir de la ley 13.298, que recién se puso en marcha en 2007 y les dio voz a los niños y adolescentes, se busca promover y proteger sus derechos como interés superior. Se desjudicializó la intervención y tomaron forma los servicios locales y zonales.

De todas maneras, la violencia está enquistada en la sociedad y los recursos de combate no son suficientes. La Educación y la Salud (en las escuelas y los hospitales/unidades sanitarias trascienden muchas de las denuncias) buscan cortar de raiz este tumor desde el mismo núcleo familiar, aunque, en ese contexto, siempre es dificultoso superar la muralla del ámbito privado.

Un total de 605 niños y adolescentes de Bahía y la región (el servicio zonal abarca desde Tres Arroyos y Coronel Suárez hasta Patagones) fueron abordados por distintos servicios de protección durante 2015, según estadísticas oficiales del Registro Estadístico Unificado de Niñez y Adolescencia (REUNA). Más de la mitad por maltrato infantil y la tercera parte fue separada de su hogar de origen.

Solo en el Ministerio Público Fiscal departamental se realizan unas 1.500 pericias psicológicas por año debido a esta problemática. A víctimas, padres, hermanos y otros integrantes del entorno del niño. Los efectores no dan abasto.

"Necesitamos trabajar en conjunto. Los recursos son muy pocos y están casi todos agotados. Estamos sobresaturados, aunque se trabaja a conciencia", reconoce la docente Karina Mazzaferro, inspectora distrital de Psicología.

Mazzaferro es palabra autorizada. Hace 27 años que trabaja en el sistema y su profesión de base es trabajadora social.

"La cuestión pública no tiene el suficiente recurso humano y se van saturando los servicios. No muchos chicos tienen acceso a algún abordaje terapéutico, porque no cuentan con obra social o no les cubre y ahí no llega muchas veces la mano del Estado", amplía.

No obstante, dice que hoy existen más posibilidades de intervención, porque "la crianza de un hijo ya no es una cuestión privada sino de Estado".

"Hay un modo de ejercer violencia que está naturalizado y tenemos la responsabilidad y la obligación de interrumpirlo. Debemos romper ese círculo", advierte.

Mitad educadores, mitad cuidadores

Los trabajadores sociales actúan en función de la Guía de abordaje de situaciones de conflicto en el escenario escolar. En caso de ser necesario, recurren a los servicios locales y, de ser cuestiones graves, formulan directamente la denuncia en la comisaría de la Mujer y la Familia o en la fiscalía.

Sin embargo, el 40% de las escuelas no cuentan con un equipo de orientación (social, educacional, de aprendizaje, fonoaudiólogo y orientador médico).

"Los docentes de aula no siempre tienen el ojo entrenado. Se debe agudizar la mirada hacia los chicos, porque muchas veces se presenta como un problema de aprendizaje y no lo es, sino que (el maltrato) complica el acceso a los aprendizajes. Hay indicadores que sirven para presumir, desde los modos de expresarse que tienen los chicos, hasta conductas más pasivas o destructivas; dibujos o actitudes frente a la figura de autoridad.

“El mejor de los casos es el relato espontáneo, que también se da. Tenemos la premisa que todo relato de un niño debe ser tomado como absolutamente cierto. Eso es ley. Hay chicos que están tan abrumados que, cuando encuentran algún adulto referente, hasta muestran los golpes físicos", menciona.

Para la inspectora, los maestros son hoy, casi en partes iguales, educadores y cuidadores. "El sistema educativo prevé una política de cuidado, con la plena convicción del niño como sujeto de derecho. Los docentes se van capacitando permanentemente en estas cuestiones", dice.

Mazzaferro sostiene que es de extrema sensibilidad el abordaje, desde el momento que el niño afectado "interpreta que es merecedor absoluto de ese maltrato" y su rendimiento escolar se ve notoriamente afectado.

Asegura que el problema atraviesa todos los estratos sociales, pese a que existe una errónea posición cultural instalada, que asocia la pobreza con los sectores más vulnerables en materia de maltrato infantil.

"No hay distinción; la violencia es una cuestión humana. Se da en escuelas periféricas y también en las céntricas. Es cierto que puede incidir el contexto económico, pero tanto para el que escasea como para quien tiene un contexto económico abundante", afirma.

El abrigo es una medida excepcional

Una de las patas del Estado que interviene una vez que se denuncian los hechos por distintas vías está a cargo de los servicios de Promoción y Protección de Derechos, que acompañan, asisten o actúan de nexo con el Poder Judicial.

Algunos casos de extrema gravedad requieren disposiciones, como las medidas de abrigo, en las que el menor es alojado en hogares sustitutos, donde se le brinda contención y cuidado mientras se articula una serie de trabajos destinados a lograr revincularlo y restituirlo a su núcleo de origen.

Soledad Monardez, subsecretaria de Promoción y Protección de Derechos, y María Gimena Maricic, directora del servicio local, son agentes protagónicos del sistema.

“El servicio local forma parte de un sistema en el que intervienen todas las áreas de gobierno, entidades civiles y organismos judiciales”, asegura Maricic, para agregar que articulan esa red a fin de que todo el sistema trabaje”.

Monardez destaca que el abrigo es una medida excepcional y provisoria. “Se debe justificar y argumentar el trabajo con la familia y explicar las razones que impiden restituir el derecho vulnerado, a través de distintas evaluaciones”, agrega.

La ley establece un plazo de 180 días para la medida de separación, tiempo durante el cual se debe armar una estrategia a fin de abordar el caso y lograr que el niño vuelva al ámbito familiar y no exista reincidencia.

De todas maneras, Monardez considera que hay realidades “extremas y gravísimas”, en cuyo marco se imposibilita el retorno del menor al hogar y se solicita una prórroga al juez de Familia. De hecho, muchos jóvenes permanecen institucionalizados por tiempo prolongado.

En la actualidad son 179 los chicos que están comprendidos por medidas de abrigo en la ciudad. La mayoría, como consecuencia de maltrato infantil o por falta de cuidados parentales.

La comuna cuenta con 5 hogares, divididos por franja etaria, y también funciona uno de la órbita provincial y otros zonales, que se emplean en caso de ser necesarios.

“También está el sistema de amas y pequeños hogares, que son familias que reciben una especie de pago del municipio y la beca del chico a su cargo”, explica Monardez. Del mismo modo, la subsecretaria resalta la función de los hogares de Belén.

El servicio local -describe Maricic- está dividido en 11 centros, según las jurisdicciones territoriales que responden a las delegaciones municipales. “En algunos sectores, por el requerimiento, hay más de un servicio”, asevera. Cuentan con psicólogo, asistente social y abogado.

Ambas funcionarias coinciden en que hoy la gente se anima a denunciar, los efectores se movilizan más que antes y existe una mayor difusión de la problemática.

También en que la violencia no se circunscribe a una realidad social en particular y que es importante el trabajo preventivo con las madres.

Por último, sostienen la necesidad de “que los adolescentes, antes que lleguen a la mayoría de edad, reciban herramientas para la inserción laboral y “no se caigan del sistema”.

Una problemática, múltiples factores

El psicólogo Enrique Borgarelli forma parte del cuerpo de profesionales de la fiscalía bahiense. Considera que el flagelo de la violencia es “policausal y no se debe pensar en una sola razón”.

La falta de educación, un pasado ligado al sufrimiento por maltrato, la ausencia de amor y atención y hasta el contexto social del país pueden incidir.

Borgarelli, quien desde hace casi 17 años trabaja en el ámbito judicial y realiza pericias a víctimas y familiares, destaca la incidencia negativa que tiene el maltrato en un menor de corta edad.

Señala que “cuanto más temprano ocurre, genera un mayor daño” y confirma que “duele más el castigo psicológico que el físico”.

Muchas veces los casos de violencia intrafamiliar son detectados desde el ámbito escolar, lo que permite el abordaje a partir de la asistencia, contención y la intervención judicial.

El profesional resalta que cuestiones corporales y problemas conductuales habilitan a suponer la existencia de este tipo de situaciones.

“Si un joven está encorvado, o es hiperactivo, puedo pensar que allí pasa algo. Es importante la observación del docente para luego derivarlo. El maestro o profesor, que conoce al chico, puede notar reacciones intempestivas, enojo, distracción o desorden, entre otros indicios”.

-¿Cómo se llega a ser violento?

-En ese tema siempre destaco a María Inés Amato, quien en uno de sus libros refiere que esa situación está relacionada con penosas experiencias tempranas de humillación, rechazos y maltrato. Un individuo que se siente dejado a un costado por el padre, no querido, insultado, y rechazado por la madre, siente que el principal mensaje es “no valgo nada”.

“Un padre indiferente, ausente y que maltrata en forma intermitente, produce un hijo con un débil sentido de identidad. Un hombre que quiere ser respetado por sus hijos, tiene primero que respetar a los chicos”, agrega Borgarelli.

El golpeador, generalmente, sufrió esa situación en algún momento de su vida.

“La agresividad es una cuestión innata en el ser humano, que aparece como una posibilidad de superviviencia. Por ejemplo, el bebé que succiona en forma agresiva para alimentarse. El problema es cuando ese instinto se exacerba y pasa a ser agresión. La situación es aún mucho más difícil cuando crece y desemboca en violencia”, amplía.

-En ocasiones la madre sabe de las agresiones a su hijo, pero calla…

-Eso se puede explicar desde varios lugares. Puede ser por el sometimiento psicológico, la identificación con el agresor o, simplemente, porque su pareja es el sostén de la familia y piensa lo que sería de ellos sin su presencia.

"No me salía la tarea..."

Una sucesión de fallos condenatorios en el ámbito penal también marca, entre fines de mayo y la actualidad, la permanente intervención judicial en la materia, para castigar con prisión conductas de padres que vulneran los derechos de sus hijos.

Un caso llamativo, sucedido en la localidad de Darregueira, terminó con la condena, a 10 meses de cárcel en suspenso (seguirá en libertad, aunque tendrá que cumplir reglas de conducta), de F.D.A., por golpear a su hija de 6 años, durante 2013. ¿El motivo?: “No me salía la tarea...”, confesó la menor. La madre le aplicó una trompada en su rostro que le ocasionó un hematoma. Al otro día, en la escuela, despertó la atención de sus maestras. Y así se esclareció el caso.

En otra causa, el Tribunal en lo Criminal N° 2 le impuso 3 años y medio de prisión a R.E.T.R. quien, para el Día del Amigo de 2013, golpeó con un palo a su hijo de 17, cuando el chico compartía un asado con su hermano de 15 y otros conocidos. Fue en una vivienda de Villa Muñiz. El hombre, ebrio y molesto por la fiesta, primero les cortó la luz y luego atacó al mayor de sus hijos, provocándole una fractura en una mano.

El mismo cuerpo judicial juzgó, días atrás, un caso espeluznante, registrado en Pedro Luro, que tuvo por víctima a un niño de 6 años, a quien su padrastro golpeaba de manera sistemática.

Jacinto Damián Luciano Villanueva (se lo identifica porque el menor no lleva su apellido) recibió 6 años y 6 meses de cárcel por los hechos registrados antes del 5 de enero de 2015, cuando el chico fue internado en el Hospital Penna, con un cuadro de peritonitis y golpes en la zona maxilar, piernas, brazos y espalda.

La madre “protegió” al acusado. El médico Javier Sergio Svetliza dijo que ese día le preguntó a la mujer qué había pasado y ella respondió: “el chico es muy inquieto, se golpea y tiene un problema de coagulación”. Afirmó el testigo que el riesgo de vida fue muy alto (del 50%) y que muchos casos pueden quedar con graves secuelas, como mal funcionamiento intestinal.

La doctora María Natacha Zubimendi, en tanto, remarcó que el chico estuvo 5 días en Terapia, con asistencia respiratoria y, una vez que le quitaron el equipo, debieron pasarlo a sala común porque "los niños se asustan ante todos los aparatos y piden por su madre".

Este caso fue distinto: "buscaba la compañía de los médicos y las enfermeras y no la de sus familiares. Cuando recibía las visitas, llamaba a las enfermeras", dijo Zubimendi.

En el ámbito civil, por otro lado, la Cámara de Apelación expuso otra realidad que, aunque infrecuente, también se viene dando. Se confirmó una sentencia de primera instancia y se cambió la tenencia de dos niños en favor de su padre. E.A.D. le ganó el litigio a C.M.B., quien actualmente vive con otra pareja en la localidad de Ezeiza. El demandante planteó que la mujer le impedía el contacto con los chicos y que los sometía a maltrato. La justicia le dio la razón y modificó la tenencia.