Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Un médico perdió una demanda por mentirle a una paciente

La Cámara Civil le impuso $ 1.414.000 (más intereses) al neurocirujano Izaguirre, acusado de operar a una mujer para colocarle una prótesis, aunque no lo hizo.
La demanda, según los jueces, no se sustenta en la no obtención de la curación, sino en la no provisión del medio prometido, es decir la prótesis.

Durante 1997, la enfermera Ana Noemí Andaluz padecía espondilolistesis y lumbociática bilateral, una dolencia en la zona lumbar y las piernas que la limitaba en su actividad diaria. Empezó a tratarse con el neurocirujano Alberto Marcos Izaguirre, quien dos años después la sometió a cuatro intervenciones quirúrgicas. En la última, supuestamente le colocó una costosa prótesis ortopédica de titanio, que poco antes había adquirido la paciente a través de la cooperativa de trabajo a la cual estaba afiliada.

Izaguirre le habría dicho que la operación había sido exitosa y que la prótesis estaba en su lugar, aunque necesitaba un tiempo de adaptación. La paciente siguió con los problemas y decidió realizar interconsultas.

Primero el doctor Guillermo Rojas, quien le ordenó estudios radiológicos; luego el traumatólogo Ángel Tulli (dispuso una resonancia magnética) y, finalmente, la el colega Eugenio D'Annuncio le confirmaron que la placa no había sido fijada (sí una lazada de alambre quirúrgico, que no curó ni atenuó su malestar), con lo cual la sorpresa y el malestar de Ana Noemí fueron mayúsculos.

La enfermera decidió demandar al doctor Izaguirre y, luego de un proceso de más de una década, que incluyó el rechazo de la acción en primera instancia, la Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial, con los votos de los doctores Guillermo Emilio Ribichini y María Cristina Castagno, decidió en los últimos días condenar al facultativo, aunque el fallo aún no está firme.

En el mismo marco, la Cámara desestimó el reclamo dirigido a la Asociación Médica y al Hospital Español (donde Izaguirre la operó), ya que el acusado la atendió de manera particular, en su consultorio privado y el sanatorio no recibió ningún honorario directo por las prácticas.

En la presentación, y mientras mantenía las dolencias, Ana Noemí aseguró que además no le reintegraron la prótesis, que no tenía fondos para obtener otra y que no pudo seguir trabajando por su incapacidad ni acceder a una indemnización ni pensión, lo cual derivó en trastornos psicológicos.

Clara serie de indicios

Si bien Izaguirre negó los cargos (ver aparte), los camaristas entendieron que una serie de indicios, algunos graves y todos no favorables para él, selló su suerte:

1. La significativa incompletitud de la historia clínica. No porque no consignara el destino de la prótesis –como argumenta la recurrente-, sino porque no da cuenta de cuál fuera el obstáculo o impedimento frustrante del objetivo principal de la cirugía realizada, cual era, precisamente, la colocación de la prótesis.

"...se ingresa por herida anterior. No se logra colocar tornillos, por lo que se decide alambrar láminas de interespinosas de L5 a S1, hemostasia y síntesis según técnica”, indica el informe. De cuál fuera la causa por la que “no se logra colocar tornillos,…”, no hay siquiera la más mínima mención, y no parece necesario abundar para concluir que -si ese era, precisamente, el objeto de la operación-, no había información más relevante que esa en orden a resguardar, objetivamente, los intereses recíprocos del profesional y su paciente, dijo la Cámara.

2. A ese por demás sugerente silencio, se añade la incompleta, confusa y en cualquier caso insatisfactoria explicación que a ese respecto dio el doctor Izaguirre. Respecto del fracasado intento de colocar la prótesis en la primera operación, sostuvo que “los inconvenientes intraoperatorios fueron múltiples”, y sin mencionar siquiera cuáles, agregó “siendo el mayor su severo desplazamiento vertebral L5 S1 y su obesidad”.

3. "No deja de causar perplejidad" que el médico aluda a un primer intento frustrado de colocar la prótesis en junio de 1999, cuando recién fue adquirida en octubre de ese año".

4. No solo ocultó las causas que impidieron la colocación de la prótesis al omitir consignarlas en el protocolo quirúrgico integrante de la historia clínica, sino que –peor aún- engañó a la demandante y a sus allegados sobre el alcance y resultado real de la intervención, refiriéndoles que había sido un éxito y que se había colocado la prótesis.

5. La veracidad de la versión de la mujer, a criterio de los jueces, se confirma con la indignación que los peritos psicólogos pudieron advertir en ella al rememorar esta enojosa situación. Y aparece corroborada por el testimonio "insospechable" de Graciela Strevensky, quien cuidaba a la paciente y aseguró que al momento en que el médico salió del quirófano les dijo “que la operación había sido un éxito, y que la prótesis estaba puesta y que la paciente volvería a caminar.

Dijo que la mujer le restó importancia a sus consejos

Al hacer su descargo en sede judicial, el médico Izaguirre solo confirmó el diagnóstico y las cuatro intervenciones.

Sostuvo que en 1999 la paciente lo consultó por dolores en la zona lumbar y ambos miembros inferiores y él, en principio, le recomendó bajar de peso, para mejorar las condiciones quirúrgicas. Aseguró que la mujer desoyó sus consejos e insistió con ser operada así.

Al intervenirla, dijo que no logró fijar el sector lumbar con una prótesis especial dado el severo desplazamiento vertebral que tenía y su obesidad.

Detalló que en la última operación tampoco pudo colocar la prótesis, descartándosela por contaminación, según las normas para el tratamiento de los residuos patológicos.

Izaguirre confirmó que fijó el sector lumbar con alambre quirúrgico y que se lo informó a la paciente que iba a ser útil esa medida siempre y cuando ella bajara de peso.