Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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El caso de la llama y la escasa castración canina

En la ciudad habría 35 mil perros sin dueño y se necesita un 50% más de operaciones para su regulación. Mario Minervino / mminervino@lanueva.com
Mascoteros Bahienses también reclamó días atrás intensificar la castración canina.

"Bahía Blanca parece ser, por su población canina, una ciudad turca o un villorio chino. Legiones de cuzcos, cohortes de mastines, escuadrones de dogos, atisban desde el suburbio la ciudad populosa. De noche las hordas descienden y las calles polvorientas son teatro de un saqueo vandálico".

El extracto de La Nueva Provincia no es de hoy, sino del 25 de enero de 1911. A más de un siglo, la problemática se mantiene: según estimaciones extraoficiales, en la ciudad hay unos 35 mil perros sin dueño y la única manera de poner freno al crecimiento de la población canina, según los especialistas, es mediante la castración.

La terrible muerte de la llama que se encontraba secuestrada en el Parque Independencia, por el posible ataque de una jauría, devolvió al tapete esta situación.

Las castraciones caninas deberían ser al menos un 50% más de las 3 mil a 5 mil que hoy existen por año. La ONG Mascoteros Bahienses ya había reclamado una intensificación en las intervenciones, durante una nota publicada por La Nueva. a principios de este mes.

La llama resultó atacada hace una semana, resultando con heridas -perdió un testículo y un ojo- que horas más tarde provocaron su deceso.

El ataque perruno, segúnlos voceros, no conforma una rareza.

"En la ciudad hay miles de perros sueltos, de la calle, que como algo instintivo realizan estos ataques", señaló ayer el veterinario Miguel Audisio, titular del Centro Médico Veterinario.

El profesional explicó que los perros pueden ser "de cualquier raza" y que un alambrado como el del parque "no es un impedimento" para su ingreso. "Lo trepan con facilidad", indicó.

Audisio mencionó que la idea de la participación de una jauría no es descabellada. "Los perros de la calle se juntan, es algo que puede verse incluso en la Plaza Rivadavia, y un animal enjaulado se convierte en una presa más fácil", agregó.

El veterinario Roberto Giménez, extitular de Zoonosis del municipio, se manifestó en la misma línea, al indicar que el perro de la calle tiene "un fuerte instinto predatorio" y le resulta simple sortear una tranquera o un cerco. "Son jaurías urbanas, que tienen sus territorios. Haberse criado en la calle hace que no sepan matar -eso se los enseña una madre-; se dedican a hacer daño", aclaró.