Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Reconocen que cerrar geriátricos es complejo

Según Región Sanitaria I, la medida genera un fuerte impacto social.
El hogar ubicado en Mallea al 300, el único geriátrico de la ciudad que figura con todos los papeles en regla.

Por Cecilia Corradetti / ccorradetti@lanueva.com

El coordinador del área de Fiscalización de Región Sanitaria I, doctor Sergio Seri, admitió ayer a la falta de habilitación de numerosos geriátricos y hogares sustitutos para adultos mayores de nuestra ciudad, aunque advirtió acerca del gran impacto social que implicaría la clausura de estos establecimientos, cuando se realizan auditorías.

En ese contexto, puntualizó que los establecimientos que poseen expediente y que, en consecuencia, son fiscalizados –alrededor de 180- funcionan “bien”, aunque dijo desconocer cómo se encuentran los abuelos que permanecen en inmuebles clandestinos.

“A los geriátricos declarados los vamos acompañando para que, como puedan, vayan cumplimentando sus habilitaciones de acuerdo con la nueva reglamentación, pero está en juego un tema social por sobre lo político, económico y laboral”, sostuvo el funcionario.

Como informó "La Nueva." el domingo, de los casi 300 establecimientos que se encuentran en la ciudad, apenas uno de ellos -Hogar María, Mallea 324- tiene todo en regla, tal como lo establece la ley provincial 14.263 y su nueva reglamentación, la Nº 1190/12, que contempla nuevas exigencias.

Esta situación obligó a las autoridades a retomar el tema en la agenda pública.

Dijo Seri que los más comprometidos en cuanto a la habilitación son aquellos lugares “medianos” que albergan a entre 6 y 20 abuelos, así como a hogares sustitutos, con no más de 4 personas.

“El conflicto radica en que ninguno termina de regularizar su situación porque no les dan los costos”, argumentó, al referirse al blanqueo de personal, incorporación de enfermeras, mucamas, director médico, director técnico, cargas sociales, aguinaldos, además de respetar cuestiones edilicias, higiene y alimentación.

“La tarea es compleja si se tienen en cuenta las consecuencias que dejan las clausuras. Esta situación hace que el tema sea, en muchos casos, irresoluto. “Los abuelos son desarraigados de su entorno, de su casa, y recaen en un lugar donde solo tienen una cama y algunas pocas pertenencias. Realizar un operativo y sacarlos nuevamente de su ámbito resulta muy cruel”, subrayó.