Se destruye un camino vital para Bahía Blanca y la región

Redacción de La Nueva.

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Tan peligrosa como inconcebible resulta la falta de mantenimiento en que se encuentra sumido un tramo del Camino de Circunvalación, entre la ruta 33 y la avenida Cabrera.

Pese a la sucesión de accidentes y quejas de los usuarios, los meses pasan y el sector continúa deteriorándose, sin lograr respuestas oficiales de Vialidad Provincial y ni siquiera un reclamo enérgico por parte de los legisladores locales que debieran velar por la pronta recuperación de las lozas de hormigón, las mismas por las que transita buena parte de la producción cerealera bonaerense que confluye en los puertos locales.

Los pozos, cada vez en mayor cantidad, reducen las condiciones de seguridad.

Al menos dos accidentes en los últimos dos meses y tres durante el año pasado, todos ellos con heridos de diversa consideración, pueden vincularse directamente con el pésimo estado del camino.

El tramo, que jamás fue señalizado, constituye una de las principales vías de acceso a la ciudad y zona portuaria desde el norte. El mismo evidencia profundos baches y las zanjas en las lozas de hormigón obligan a los conductores a realizar virajes o frenadas bruscas.

Carente de iluminación, así como de la más mínima señalización horizontal y vertical, este sector del Camino de Circunvalación contrasta abiertamente con los segmentos restantes que llegan hasta la Aeroestación Civil Comandante Espora, especialmente la multitrocha inaugurada en 2011.

Desde la comuna, el secretario de Obras y Servicios Públicos, Rubén Valerio, se había preocupado por aclarar, días atrás, a este diario, que algunas de las tareas de bacheo realizadas tiempo atrás en el camino fueron ejecutadas por el municipio, por cuanto Vialidad Provincial “no tiene un peso ni para el gasoil”.

Frente a este escenario, todo parece indicar que los bahienses y quienes llegan a la ciudad o parten desde ella, deberán limitarse a contemplar de brazos caídos la rápida destrucción de un camino vital, rogando, eso sí, que el desastroso estado del hormigón no se cobre alguna vida.