Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Navidad: tiempo de encuentro

Por Guillermina Rizzo

Los más pequeños, inmersos en una burbuja de ilusión, escriben cartas o se las dictan a algún adulto dispuesto a escuchar. En cambio, los que ya no creen en el “señor gordo y bueno” expresan con libertad sus necesidades esperando que algún integrante de la familia cumpla el deseo. Otros, agitados hacen compras desenfrenadas como si estuviera próxima la veda, arrebatando productos de las góndolas; injustamente están los que con resignación, tristeza o impotencia se conforman con la bolsa que les toca en turno de manos del alguno que utiliza este momento para hacer campaña; están los que rezan “una plegaria de palabrotas” porque saben que tienen que compartir la mesa con ese familiar que no tolera, y están los que rezan un plegaria en cada adorno que depositan en el árbol de Navidad. Se aproximan las Fiestas y si bien cada cual la vive a su manera, es un tiempo propicio para resignificar…

Para algunos tal vez es un día más pero, para la mayoría, la Navidad no pasa inadvertida, pues en el imaginario social dicha fecha está ligada al gozo, la paz, la unión, la esperanza y el encuentro con los otros. Por ello, es momento para que afloren los conflictos que seguramente durante el año permanecen “debajo de la alfombra”; es la ocasión para que los confites y garrapiñadas tengan cierto sabor amargo por seres queridos que ya no están y también porque alguno por otras razones decidió no estar. Es un día en el que todo se potencia, lo negativo y doloroso se vivencia con una melancolía más aguda y lo positivo y placentero se disfruta aún más.

Disputas y nuevas conformaciones familiares al momento de reunirse originan un debate interminable y agotador, el dilema “con los tuyos o con los míos” emula la Guerra Mundial, en la que seres significativos quedan afuera del reparto, pues resulta imposible concebir un nosotros que posibilite congregar a todos; mientras en esa postal navideña los niños están expectantes a si “su carta” habrá llegado a destino y algún adolescente crítico resopla interrogando “¿cuándo culmina este evento?”

El menú, la ropa, los regalos y el “arbolito” merecen reflexión especial, pues si bien la ocasión amerita cierta organización lo cierto es que mientras algunos comen y beben como si fuera el último día, estrenan ropa, desenvuelven innumerables obsequios encandilados con las luces de última generación que destellan en un pino canadiense, lamentablemente y de manera injusta hay muchos que celebran –si amerita el verbo- con un árbol de papel, “estrenando” ropa usada y sin posibilidad de optar entre un menú frío o caliente. ¿Regalos? Lo que la colecta solidaria permita…

Estoy convencida de que el sentido de las Fiestas es otro, el eje es la reunión con los cercanos teniendo en la mente y en el corazón a aquellos lejanos que la distancia les impide estar.

La Navidad de acuerdo con los Evangelios de San Mateo y San Lucas es el nacimiento de Jesús, y para los católicos es un día especial. Más allá de la fe que se profese es una fecha que puede ser resignificada, y a pesar de la abundancia de la mesa o la sencillez de la celebración es raro que se pueda permanecer incólume cuando se escuchan sirenas y campanadas. Propongo que únicamente sean artificiales los fuegos, y que cada uno de manera sincera y genuina rescate valores en sí y en los otros. Brindo desde este espacio por el intercambio y el afecto. ¡Feliz Navidad!