Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Stella Espeluse, la periodista que pasó por duras pruebas y hoy está de pie

Sufrió un derrame cerebral, un infarto y un ACV en un año. Llegó a Irel con hemiplejia y su recuperación fue ejemplar. En Olavarría trabajó 37 años en radio y TV.
Foto: Facundo Morales-La Nueva.

Anahí González

agonzález@lanueva.com

“Todos somos obradores de milagros”, reflexionó María Stella Espeluse, quien en un corto período debió afrontar tres duras pruebas que casi le cuestan la vida.

La periodista, oriunda de Olavarría -donde trabajó 37 años en radio y televisión- atravesó en el último año una hemorragia cerebral, un infarto y un ACV; y hoy está de pie.

El último episodio le dejó como secuela una hemiplejía que no logró paralizar su optimismo y que puso a prueba su fuerza de voluntad y su ánimo de superación.

Llegó a Irel, -Instituto de Rehabilitación Integral, en Bahía Blanca- a fines de mayo con la mitad de su cuerpo paralizada. No caminaba y apenas podía levantar el brazo izquierdo o cerrar el puño. Lo mismo sucedía con su pierna. Si bien su rehabilitación ha sido ejemplar aún le queda un largo camino por delante. Lo importante es que está dispuesta.

Vital y alegre compartió su historia con “La Nueva.” con la esperanza de ayudar a otros.

La historia

Ella es muy conocida en Olavarría porque siempre tuvo un alto nivel de exposición. No solo por su trabajo en los medios sino porque fue concejal y también es vendedora de seguros.

Durante años expresó sus ideas y trabajó activamente en la formación cívica y política de los ciudadanos de esta ciudad bonaerense. Logró crear tal vínculo con sus oyentes que hoy hasta la llaman para preguntarle cómo está y darle ánimos.

Su compromiso con el trabajo y su propio carácter pro activo la llevaron a tener una vida "a mil por hora”, como ella misma describió a “La Nueva.”.

Casada por 13 años con el también periodista Hugo Lizaso con quien hizo el programa de televisión "Así Somos... Así estamos”, contó que vivía a la velocidad en que la gente cree que es normal vivir hoy.

“Mi día comenzaba muy temprano y lo vivía a un ritmo frenético", comentó.

“No vivía nada despaciosa ni relajadamente. Creía que las cosas se lograban solo de este modo. Esto le pasa a mucha gente”, destacó.

No tuvo hijos, pero llevaba una vida social intensa ya que con su marido siempre fueron muy sociables y tenían muchos amigos. Él partió en 2007 tras una agonía de casi dos meses.

Stella siguió adelante sin su compañero de toda la vida. Afrontó su ausencia y la economía de su hogar.

Pronto, el exceso de responsabilidades la sumió en una vorágine que -sumada a otros factores- casi le cuesta la vida.

Los episodios

La pesadilla empezó en febrero del año pasado cuando sintió un terrible dolor de cabeza al que definió como “la peor migraña de mi vida”.

Preparaba la celebración de los 90 años de su mamá y no se le ocurrió frenar.

“Anduve a mil con la hemorragia encima, de festejo, en un día de 35 grados, sin saberlo”, contó.

Pasó un tiempo considerable sin que fuera detectado el cuadro: tenía una hemorragia subaracnoidea.

Dos meses después descubrieron que tenía también un hematoma subdural y trombosis de senos durales. El edema era muy grande.

Tras una internación en la Clínica del Sol, en Capital Federal, fue medicada y dada de alta. Regresó a Olavarría sin secuelas motrices.

Entonces se vio obligada a bajar un cambio. Durante seis meses estuvo en cama, alejada de la actividad y con intensos dolores de cabeza.

Durante el período de reposo no volvió a la radio; pero ni bien empezó a sentirse mejor volvió “a pisar el palito”.

A punto de retornar a Buenos Aires para un control sufrió un infarto de miocardio. La internaron en Olavarría y luego la trasladaron de urgencia por otro episodio coronario por el que recibió un stent.

Finalmente, el pasado 12 de abril sufrió el ACV. Pasó por la Clínica Bazterrica y por Altergarten. El 24 de mayo llegó a Irel.

El ACV se encargó de recordarle que el médico le había recetado “Cero estrés”.

Preguntas

“¿Cómo hacés para no repetir la historia si tenés una tendencia a vivir las cuestiones que te rodean con preocupación? Es una trampa de la mente”, reflexionó Stella Espeluse sobre todo lo que le tocó vivir en el último tiempo.

“Cuando sufrí el ACV estaba viviendo sin dolores, gratamente. Estaba medicada con anticoagulantes, pero no supe como no caer nuevamente en la trampa del estrés”, contó.

Mientras habla, gesticula y busca respuestas, muy cerca suyo, en un cartel se lee: “Cada cuatro minutos una persona sufre un ACV en Argentina. Muchas de las causas son evitables”.

El rayo y la bomba

“Caí como fulminada por un rayo, en la bañera”.

Así recuerda el momento en que sufrió el ACV. Fue el 12 de abril a las 8 de la mañana.

Estaba consciente pero no podía levantarse ni mover el cuerpo. La encontró Ivana, la chica que le da una mano con las labores domésticas. A ella indicó el número de emergencias médicas y que solicitara un cuello ortopédico.

“Pensé que me había roto el cuello”, dijo.

Luego llegó la ambulancia, el traslado al hospital y la internación.

“Escuché a uno de los médicos decir a mi hermano: 'Tiene un infarto cerebral. Está hemipléjica'”, recordó.

“Sentí que en mi interior caía la bomba de Hiroshima”, narró.

Entonces se dijo “ya está”. Pensó que la vida le había jugado una mala pasada y que todo iba a resumirse a esperar el fin. Pasó por varios centros médicos de capital federal. Durante la internación en estos lugares comenzó a realizar la rehabilitación. Hasta que la esperanza llegó con un detalle no menor.

“En un momento determinado pude mover la mano izquierda. Cuando vi que respondía pensé: 'Listo, saldré adelante'”.

Luego, con tenacidad, trabajando un poco cada día y tratando de tolerar la frustración, comenzó mover la pierna izquierda.

Entonces solicitó a la Obra Social su traslado a Irel, ya que en Bahía Blanca vive su hermano, quien podía estar cerca para ayudarla.

Desde mayo, pasó por distintas áreas de rehabilitación: terapia ocupacional, física, cognitiva y psicología.

“Me ha venido extraordinario. He padecido hasta cinco años de ataque de pánico y muy pocas veces había hecho terapia”, dijo.

El próximo desafío es, por un lado, terminar de recuperarse y luego, pensar en cómo hacer para no vivir con miedo.

La tolerancia como clave

La comunicadora llegó a la clínica con la mano muy comprometida.

“Es muy duro y frustrante que te digan alcanzame esto, tenerlo ahí, y no poder ni acercarte”, contó.

“Al principio no podía hacer casi nada. Tenía miedo. Pensaba: '¿Esto que estoy viendo y no mueve para ningún lado, será recuperable? Tenés grandes dudas de poder volver a tener una vida normal”, relató.

Ella considera que recuperación fue ejemplar porque tuvo una aceptación absoluta de su circunstancia.

“Dije: 'Esto está pasando. Veamos qué hacemos'”, dijo.

El impacto

“Salí eyectada de la vida que tenía porque no volví a Olavarría para ver a la gente que formaba parte de mi vida. Todo desapareció”, dijo.

Su familia está compuesta por su mamá, primos y amigos de toda la vida y por su perra weimaraner Maia, quien quedó al cuidado de una joven de su confianza.

"Ella me manda videos para que estemos cerca. A veces creo que estoy loca porque le doy besos a los videos", contó la comunicadora quien es muy apegada a su perrita, lo cual tiene una explicación.

"Cuando mi marido estaba internado en Buenos Aires salí a caminar con una amiga y me enamoré de un perro que llevaba una chica", dijo.

Cinco días antes de la partida de Hugo pudo averiguar el nombre de la raza. Vi que alguien paseaba perros y me acerqué a preguntar.

"El corazón me latía fuerte de emoción, alegría y locura. Siempre dije: 'En el peor momento de mi vida Hugo me mandó de quien enamorarme'”, subrayó.

Sus padres le regalaron a Maia para su cumpleaños. Había un criadero de weimaraner a dos cuadras de su casa, de unos amigos. Desde ese día fueron inseparables.

"Nunca dije tantas veces Te Amo como a ella",confesó.

Su vida, una pasión

Stella siempre fue una comunicadora comprometida y apasionada que reflejó el quehacer de la comunidad y contó las historias de su gente. En su programa radial Ojalá podamos, abordó temas que fomentaban la vida sana y espiritual.

En su programa de tv Así somos...Así estamos, que se emitía por Canal 5 de Olavarría, entrevistó a personalidades. Sin embargo se emociona cuando piensa en sus oyentes y televidentes.

Desde que llegó a Irel no para de reírse. Sus carcajadas contagian a profesionales y pacientes. Por su actitud mejora cada día aunque todavía falta. Tiene lo principal: fuerza y el amor de su familia. Todo camino empieza con un paso. Ella ya lo dio.