Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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"Fue la mano de Dios que cuidó de su vida"

Adán Toledo sorprendió a dos delincuentes en el interior de su casa. “Dale, sacudile”, le dijo uno de los ladrones a su cómplice, según su mujer.
El hecho ocurrió en Patricios 1581, a metros del local en el que días atrás fue asesinado el comerciante Ramiro Barragán.

Cuando aún permanece a flor de piel el triste recuerdo del crimen de Ramiro Barragán, baleado por delincuentes durante un asalto en su comercio, otro vecino del barrio Noroeste atravesó anteanoche un difícil momento, cuando regresó a su casa y se enfrentó con dos ladrones que se encontraban en el lugar.

“Fue la mano de Dios que cuidó de su vida, porque si no hoy no la estaría contando”, comentó Ester Espinoza al describir la traumática experiencia que el último sábado, minutos después de las 20, le tocó vivir a su marido Adán Ezequiel Toledo.

Es que aparentemente uno de los individuos se encontraba armado y fue alentado por su cómplice para disparar contra el propietario del lugar. Afortunadamente el desconocido no lo hizo y Toledo sólo resultó con algunos rasguños sufridos durante el forcejeo.

La mujer describió que ambos son pastores de la Iglesia Wesleyana y se hallaban realizando su actividad religiosa cuando los ladrones accedieron por la parte trasera de la vivienda ubicada en Patricios 1581.

“Mi marido estaba en un discipulado con un grupo de jóvenes y yo me encontraba en el templo (en Patricios al 1700) con mujeres de la iglesia. A eso de las 20.15 él volvió y pasó todo esto”, comenzó describiendo Ester.

Agregó que “siempre dejo la luz encendida en la cocina y en un baño que da a un pasillo. Cuando mi marido entró fue a ese baño y al salir sintió que alguien hablaba, y eran estas personas que estaban en el lavadero”.

También mencionó que para acceder al inmueble destrozaron rejas y puertas.

“Hicieron un desastre. Tenía ropa colgada y tomaron una campera para envolverse la mano y romper el vidrio sin lastimarse”.

Violentos

Del mismo modo, señaló que los delincuentes actuaron de una manera muy violenta y lastimaron a una de sus mascotas.

“Tenemos dos perros boxer, que son padre e hijo. Al más chico le quebraron una pata golpeándolo con el trozo de un mueble o un fierro”.

Ester comentó que su esposo reaccionó e hizo frente a los desconocidos.

“Los enfrentó y les tiró la mesa encima. Uno de ellos era un chico joven, de estatura mediana, y no sé qué cara le habrá puesto mi marido que uno de ellos le dijo al otro: `dale, sacudile... porque si no no podemos salir de acá. Al otro no lo pudo ver porque tenía puesto un buzo con capucha´”.

Refirió que en esa circunstancia se produjo un forcejeo y finalmente los ladrones escaparon por los techos.

“No alcanzaron a llevarse nada, aunque tenían todo preparado. Habían dejado los artículos electrónicos y cosas que hay en una casa”.

Tras un llamado al teléfono de emergencias 911, personal del Comando de Patrulla concurrió al sitio, aunque los efectivos no lograron dar con los sujetos.

“Por suerte la policía vino enseguida. Quedé muy shockeada por lo ocurrido, porque nunca nos había pasado algo así”.

Dijo que previo al hecho observó la presencia de varios jóvenes en una esquina, los cuales parecían estar observando los movimientos del lugar.

“Creemos en Dios y en que nos va a proteger. Hubiera sido mucho peor si había alguien cuando entraron, porque no tienen piedad y no les importa nada”, finalizó.

Recuerdo cercano
El caso de Ramiro Barragán

Ester Espinoza admitió que lo sucedido el pasado 31 de julio, cuando Ramiro Barragán fue baleado en medio de un asalto, cambió la tranquilidad que había en el barrio.

El comerciante, de 31 años, murió como consecuencia de las lesiones que le produjo el ladrón que ingresó al local de Patricios y Líbano.

“Desde que pasó lo de Ramiro, con los vecinos tratamos de cuidarnos entre todos, nos intercambiamos los números de teléfono para estar atentos y advertir si pasa algo”, señaló la mujer.

Manifestó luego que lo ocurrido provoca temor e impotencia.

“Siempre escuchaba estas cosas desde afuera, decía pobre gente y me ponía en su lugar, pero hay que vivirlo para entender lo que realmente significa pasar por una situación de este tipo”.