Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Una semana de cambios

por Hugo E. Grimaldi
Una semana de cambios. Notas y comentarios. La Nueva. Bahía Blanca

Lo que le da un poco de dinámica al actual cruce electoral es que está claro que tanto Daniel Scioli como Mauricio Macri tienen problemas con sus respectivos “círculos rojos”, los más politizados e ideológicamente más cerrados de cada fuerza. Por eso están viendo cómo hacer para poner la misma enjundia en el equilibrio de gestos.

Al gobernador bonaerense le cuesta convencer al cristicamporismo más furioso de que, aunque le muestra sonrisas al compás de los aplausos de su jefa, o por más que se diga que Carlos Zannini es suficiente para “contener” a todo el espacio kirchnerista, aun no parece convencido del todo en votarlo, mientras que el jefe de gobierno porteño ha comenzado a tirar el domingo pasado el lastre de las expresiones más duras de sus seguidores antiestatistas, a quienes es probable que trate de recuperar hablándole de cuestiones institucionales que también les importan.

Justo es reconocer que la experiencia de Scioli en flotar siempre le gana por el momento a la reciente conmoción interna que provocó el candidato del Pro cuando dijo que mantendrá la Asignación Universal por Hijo, Aerolíneas Argentinas e YPF dentro de la órbita estatal y las jubilaciones en manos de la ANSeS, aunque dentro de parámetros diferentes en cuanto a eficiencia y controles.

En primera instancia, al jefe de gobierno porteño le salió el tiro por la culata, porque el discurso oficialista instaló de inmediato que lo que estaba haciendo era un reconocimiento a las políticas estatistas que se habían implantado durante los últimos años y así lo dijeron todos, hasta la propia presidenta de la Nación y así lo compraron los medios, aún los más refractarios al Gobierno.

No le falta razón a Macri cuando dice que el kirchnerismo es un campeón para dar vuelta los argumentos, ya que lo criticaba antes cuando lo presentaba como un monstruo de la derecha noventista (y él no se resistía), como ahora cuando el ingeniero trata de competirles en el terreno del populismo y lo acusan de veleta. Sin embargo, él tampoco ha enfatizado demasiado en que si hay quien ha cambiado de posturas mil y una veces ha sido el Gobierno y más propiamente Scioli o los Kirchner.

Y perdió también una excelente ocasión de mostrar sus diferencias en el caso de Aerolíneas, ya que la imperdonable programación de vuelos de la compañía de bandera, que dejó a miles de personas sin viaje en avión en plenas vacaciones de invierno, fue una sinfonía de improvisación, irresponsabilidad e inoperancia.

Es muy probable que la razón de tanto malentendido sobre lo que dijo Macri haya sido el mal momento que eligió para difundir esas novedades de campaña y el modo bastante errático en que lo hizo, ya que haber ganado el balotaje porteño por tres puntos y medio dejó muy conmocionado al Pro en su conjunto. Por lo que fuere, él se mandó con su discurso el mismo domingo por la noche y terminó pisando en falso, tanto que tuvo que salir a explicar internamente varias cosas que hubiesen sido obvias, si las hubiese dicho con una presentación más elaborada y en circunstancias menos traumáticas.

Aunque con paso más firme por estos días, el bonaerense tampoco se la está viendo fácil a la hora de jugar sus cartas dentro del espectro frentista rebautizado “Scioli para la Victoria”. A la izquierda, le ofreció su visita a Cuba, gestionada por allegados a la Cancillería a pedido de la presidenta y probablemente con un guiño del Papa Francisco y a la ortodoxia peronista, el acto en Parque Norte para mostrar unidad con los gobernadores. Bien a su estilo, una de cal y otra de arena, aunque la presencia de Amado Boudou allí lo dejó demasiado expuesto.

En tanto, la situación en Santa Cruz, que intentó enderezar la visita y las promesas de obras que hizo la presidenta el jueves, ha mostrado una debilidad vital del kirchnerismo más ortodoxo, justamente en su patria chica. Los abucheos al gobernador Daniel Peralta y la renuncia del intendente de Río Gallegos, Raúl Cantín han caído bajo la responsabilidad directa de Máximo Kirchner, quien deberá jugar ahora todo su prestigio.

En tanto, como cuña, Sergio Massa ha comenzado a aprovechar todos esos vaivenes de parte de sus rivales, para ver si puede arrimarse otra vez al dúo de vanguardia desde un discurso más peronizado. En ese aspecto, la presencia de Felipe Solá lo ayuda mucho en la provincia de Buenos Aires. Por su parte, Ernesto Sanz en la interna de Cambiemos y Margarita Stolbizer suponen que bien podrían ser favorecidos con un salto hacia sus candidaturas de parte de los más ultras que se han enojado con el Pro, mientras que la izquierda cree que le pueden llegar votos desde el desencanto del kirchnerismo no peronista.

Hugo E. Grimaldi es periodista de la agencia DyN.