Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Más protestas contra Correa

Escribe Emilio J. Cárdenas

Cuando falta ya muy poco para que, el 8 de julio próximo, el Papa Francisco visite Ecuador, el clima político en ese país se ha recalentado. Rápidamente.

El autoritario Rafael Correa enfrenta ahora el manifiesto descontento de muchos. Y tensión callejera.

La chispa esta vez ha sido un proyecto de reforma tributaria, por el cual se extiende horizontalmente el impuesto a la herencia y otro en el que se dispone un nuevo impuesto que gravará a las propiedades cuyo valor de pronto aumente como consecuencia directa de la ejecución de obras públicas, el llamado impuesto “a la plusvalía inmobiliaria”.

Desde hace una semana, las manifestaciones de protesta se han apoderado de muchas de las ciudades del país. Y el disenso es atronador.

La razón de ambos nuevos tributos, explica Correa una y otra vez, es tan sólo “distribucionista”. Es la filosofía populista. La de un moderno “Robin Hood”, con los dineros de otros. No recaudatoria, según sostiene constantemente su gobierno.

Correa la pretende explicar diciendo que “toda acumulación de riqueza excesiva es injusta e inmoral”.

Correa, por supuesto, se arroga el derecho de definir cuando esa acumulación es efectivamente excesiva y, como si eso fuera poco, el de quedarse con el dinero y los bienes de otros. Y a la gente no le gusta. Nada. Lo que es comprensible.

Por las protestas, tras algunas de sus típicas bravuconadas, Correa sin embargo decidió suspender temporalmente sus iniciativas tributarias. Por ahora. “Hasta que se agote el debate”, dijo. Lo que, en su peculiar forma de decir las cosas, quiere significar: “hasta que se me dé la real gana”.

Mientras tanto, los manifestantes aclaran que protestan no sólo por los nuevos impuestos, sino también como rechazo a los ya insufribles nueve largos años de gestión continua de Rafael Correa, que ha sembrado resentimientos y divisiones entre su pueblo, constantemente. Lastimando el plexo social. De lo que está hartos, sostienen.

En paralelo, el sindicalismo ecuatoriano, enfrentado fuertemente con Correa, ha organizado una protesta nacional contra las reformas laborales de Correa y el altísimo costo de vida que todos deben enfrentar, consecuencia de su “modelo” económico.

Como suelen hacer los autoritarios, Correa aprovecha todo esto para acusar a la oposición de “conspirar” contra su gobierno, con la ayuda de los medios libres, esto es de aquellos que tienen una opinión distinta de la que Correa trata de imponer a todos con el “multimedio” oficial y el dinero de la gente.

Acusa, esta vez, a dos canales televisivos: Teleamazonas y Ecuavisa, según él, “golpistas”.

Más de lo mismo, entonces. Con razón el enorme desánimo de tantos y tantos ecuatorianos.

Era perfectamente previsible.