Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Zannini, hay cosas que no se hacen

No hay que quejarse por lo que ya es, o por lo que ineludiblemente va a ocurrir. El invierno bahiense es frío, ventoso, a veces, horrible; el fútbol alberga bandas de ladrones, que se aprovechan de todos; y la presidenta va a hacer campaña proselitista por cadena nacional cada vez que se le dé la gana.

¿Y qué hay que hacer? Lejos de enojarse, lo lógico es abrigarse en Bahía y resignarse por la pelota manchada si te gusta el fútbol. ¿Y, en cuanto a Cristina? Sin duda alegrarse, ya que las cadenas nacionales hartan a la mayoría y, como la democracia es una puja por la mayoría, bueno, tal vez sea mejor que CFK siga hartando con lo suyo hasta que en octubre logre amalgamar una mayoría harta de ella... de todos ellos.

Lo que sí llama la atención, entonces, no son las cadenas nacionales de campaña, ni el uso de fondos públicos para hacer política partidaria. Tampoco la elección de Zannini como vicepresidente. Hace años que el "Chino" es "casi" el presidente de la República, o su mano derecha y quiere seguir siéndolo.

Lo que sí sorprende son las dos primeras incursiones ante la opinión pública de este hombre tan oscuro y de trastienda que casi nadie en el país conoce por su cara, pero todos sufrieron por sus decisiones.

Es como si Zannini hubiera emergido al escenario nacional sin el menor pudor de mostrarse tal cual es, lo que, en su caso, es peor que salir desnudo.

A saber. Su primera aparición se produjo apenas se conoció que acompañaría a Daniel Scioli en la fórmula. Frente a todos los medios dijo que Scioli fue quien le había ofrecido el cargo y que él debía pedirle permiso a Cristina para aceptar. Es decir, sus primeras palabras a la gente fueron una mentira, y no se le movió un pelo. Hasta el más pavo sabe que Cristina se lo encajó a Scioli.

La segunda aparición fue en el primer acto de campaña de Daniel Scioli, en Córdoba. Allí las primeras palabras de Zannini fueron para pedir un aplauso a la memoria de Néstor. La estrella principal del acto no pudo más que acompañar el pedido con una sonrisa. ¿Creen que no fue a propósito?