Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Al Capone cayó por evadir impuestos

“Lo que hago es responder a la voluntad de la gente. A la gente le gusta beber, ustedes lo saben y yo también, y actúo en consecuencia. Yo le doy a la gente lo que la gente quiere”. Es el año 1930 y en Estados Unidos rige la Ley Seca. Es decir, la prohibición de elaborar, vender y consumir alcohol. Ante toda prohibición, siempre, surge un mercado negro. Al Capone lo toma.

Alias “Cara Cortada” o “Scarface” se hace multimillonario con un negocio que lo enfrentó con una parte de la Justicia y la policía, y lo hizo socio de la otra parte. Hasta el más desavisado lo sabe: estos trabajos no funcionan si no hay cómplices en las áreas sensibles. En la Chicago de 1930 o la Bahía Blanca de 2015.

La Ley Seca estadounidense de 1917-1933 se inspiró en dos motivos. Por un lado, el moral-religioso; por el otro, la búsqueda de evitar el consumo de un producto que inflamaba los ánimos en un país convulsionado. Cataratas de inmigrantes poblaban una nación que enfrentaba la Primera Guerra Mundial y, luego, la Gran Depresión. El alcohol no contribuía a la paz social.

La frase del principio la pronuncia Roberto de Niro en la escena inicial de Los Intocables, donde interpreta, genial como de costumbre, a Capone. También dice otras cosas: “Me crié en un barrio difícil. Allí decían ‘Con una palabra amable y una pistola llegarás más lejos que con una palabra amable’”.

La Ley Seca, con los años, se comprobó que era peor que la enfermedad, por el auge de un mercado clandestino día a día más violento. Una vez derogada, el gángster más famoso pasó a ocuparse de otros asuntos, la mayoría fuera de la ley, además de algunos limpios como pantalla legal.

El agente Elliot Ness (en la película, Kevin Costner) siguió persiguiendo a “Scarface” aunque no lograba probar nada en su contra. La habilidad del mafioso era sideral. Sin embargo, tenía un punto flojo. Evadía impuestos. Algo así como si hoy alguien vinculado a la comercialización de drogas cayera por venta de facturación trucha.

Dicen las malas lenguas, que siempre las hubo, que Capone sabía que en algún momento debía ir a prisión. Y entonces negoció con la policía y la Justicia. No iría preso por sus múltiples crímenes, sino tan solo por evasión. E iría solo, sin denunciar a sus cómplices de uniforme.

Al Capone murió el 25 de enero de 1947, muy deteriorado a causa de una sífilis contraída con una prostituta, en sus años jóvenes.