Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Un Gallego bahiense que vive y trabaja en la China

Abogado recibido en nuestra ciudad, hace dos años y medio, llegó al gigante asiático, donde se abre paso en el mundo académico y laboral para, algún día, volver.
"Aún no volví al país, pero espero poder hacerlo este año", dice Joaquín Gallego, que sigue acumulando experiencia en el exterior. Aquí, en la Gran Muralla.

Por Federico Moreno / fmoreno@lanueva.com

En el tren el frío se tornaba insoportable. Pero no quedaba otra. Una señora mayor acababa de morir durante el viaje, que demandaría 36 horas, por lo que temían que el cuerpo empezara a descomponerse. Máxime, si a alguien se le ocurría apagar el aire acondicionado.

Finalmente, tras varias horas discutiendo con la familia, las autoridades lograron bajar el cadáver en una estación.

Esa, y situaciones mucho más curiosas, suele vivir diariamente en China Joaquín Gallego, un bahiense de 27 años que partió a Oriente para perfeccionar sus estudios y crecer profesionalmente.

La historia comenzó cuando se recibió de abogado en la UNS y sintió que su carrera debía seguir en el exterior.

El desarraigo no era nuevo para él. Primero cursó, becado, un semestre de Abogacía en una universidad mexicana. Y luego vivió otros seis meses en tierra azteca, aunque esta vez realizando trabajos comunitarios en una parroquia salesiana de la peligrosa frontera con Estados Unidos.

“Mientras terminaba la carrera leía muchas noticias sobre China. Me interesaba particularmente cómo había pasado de ser un país muy pobre a una potencia mundial en apenas 50 años”, cuenta Joaquín, quien por solo 5 dólares va a nadar al Cubo de Agua, la pileta construida para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y donde Michael Phelps se volvió inmortal.

“Quería ver con mis propios ojos cuál era el motor de su progreso y poder algún día llevar mi experiencia a la Argentina”, asegura.

Su temple y determinación permitieron a Joaquín obtener una Maestría en Derecho Civil y Comercial Chino.

Llegó el 2 de septiembre de 2012 al país más poblado del mundo y en dos años completó sus estudios, cursados en la Universidad de Renmin, totalmente en inglés.

“Vine sin hablar una sola palabra de mandarín, al principio iba a aprenderlo diez horas por semana. Ahora puedo comunicarme en la calle, leer y escribir, pero lo sigo estudiando porque en mi trabajo lo necesito”.

Hoy Joaquín trabaja para la firma de abogados Beijing Shengting, que se expandió hasta Latinoamérica.

“Ayudo en la redacción de contratos, acercamiento con clientes, consultoría y plataforma de negocios”, dice.

Con la empresa debe viajar mucho al interior de China y a nuestro continente. “Aún no volví al país, pero espero poder hacerlo este año. Por suerte en mayo vienen cinco amigos a visitarme, los extraño mucho, al igual que a mi familia y a la comida, sobre todo la carne”.

Sostiene que no deja de asombrarse ni un solo día y destaca las obras de infraestructura en todo el país.

“Pensé que era el único sorprendido, pero todos mis amigos europeos y norteamericanos abren los ojos igual de grandes que yo. No hay un día en que no venga un presidente de otro país. Antes China debía salir a golpear todas las puertas, ahora es la puerta de China la que todos deben golpear”.