Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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El día que Daniel Horacio pudo haber matado a Bush

Noviembre de 2005, George W. Bush viene a Mar del Plata para la Cumbre de las Américas. La ciudad vivirá tres días de virtual estado de sitio. El centro está completamente vallado, con varios anillos de seguridad a los que solo se accede con acreditación. Los diarios anuncian manifestaciones y disturbios. La gente se atrinchera en sus casas, los comercios cierran.

Hay quietud, mucha vigilancia, helicópteros. Los presidentes de todo el continente se reunirán aquí para discutir el ALCA, un tratado de libre comercio que propone EE.UU. y rechazan los países del cono sur.

Hugo Chávez organiza la contra-cumbre en el Estadio Mundialista y eterniza la frase "ALCA, al carajo!!!". Diego Maradona y un actor bahiense disfrazado de Michael Moore lo disfrutan desde el escenario. Canta Silvio Rodríguez. Los vendedores bajan de las tribunas: "Hay Coca, Cocaaa".

Para el segundo día de cumbre se anuncia una conferencia de prensa de Bush junto con el anfitrión, Néstor Kirchner, en el Hotel Hermitage. Será para muy pocos medios, pese a que hay miles. La CIA, el FBI y todas las fuerzas de seguridad imaginables están ahí para evitar problemas. También, por suerte, hay policías argentinos.

Simulo estar saliendo en vivo por celular para una radio y logro eludir los retenes de la Policía Federal, hasta el acceso de prensa del Hermitage. Allí, la credencial simple de periodista no sirve más, porque solo se ingresa con un pase especial entregado un día antes.

Por suerte, es Argentina. La fila no avanza y el rumor se confirma. La máquina lectora de credenciales y el detector de metales, tipo aeropuerto, no funcionan.

--Dejen pasar a los periodistas que están acá. Listo. Tenemos que empezar --escucho.

Entramos. La sala está impecable. Los trajes de los agentes yanquis, también. Hay un estrado y unas 15 filas de asientos. Las primeras, para la CNN, Fox, "New York Times"... Un poco más atrás estamos nosotros. Me acomodo, giro la cabeza y entonces lo veo. Daniel Horacio Ciampichini, enviado de LU2, también se filtró.

Me ve, pero no fija su vista en mí. Hace como que me desconoce. Pero yo lo conozco a él. Busca el mejor lugar y se acomoda. Lo entiendo. El ángulo es ideal.

Sale Néstor y sale Bush. Sonríen, sobre todo W. Es una oportunidad única: fallaron los controles de la CIA, el FBI, la SIDE, todo. Solo hace falta apuntar derecho y cambiar la historia del siglo XXI.

Pero no lo hace.

Bush monologa sobre la libertad, dice que admira a Manu Ginóbili y se va por donde entró.

Daniel también.

Salgo a la calle y prendo un cigarrillo. Un agente le dice a otro que no se podía entrar a la conferencia con encendedor.