Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Hoy y siempre, yo soy “ian”

Hace menos de un año la imagen era la opuesta: Leandro Romagnoli levantaba la Copa Libertadores y en esa tribuna popular explotábamos de felicidad. El miércoles a la noche, volvió a ofrendar su inmaculada camiseta a la hinchada de San Lorenzo. Esta vez, con el dolor de una eliminación.

A mis 37 años debo haber visto cientos de partidos en la cancha. El más raro, un amistoso entre Deportivo Armenio y la Selección de Armenia, en Vélez, en 1992.

Me invitó una de las personas que conozco que menos sabe de fútbol, menos aún que mi viejo, que cuando me llevaba a la cancha se ponía a leer un libro (el Negro Santiago se tiene que acordar).

Mi padrino Eduardo Kozanlian, hijo de la diáspora armenia, nacido en Bucarest, llegó de muy chico a la Argentina para instalarse con su familia en Palermo, cuando todavía no era un barrio chic, ni Soho ni Hollywood ni nada.

Los Kozanlian son una muestra entre miles. Son los exiliados tras una de las persecuciones más sangrientas de la historia de la humanidad, las víctimas del primer genocidio del siglo XX. Entre 1915 y 1923, el Estado Turco, a la sombra de la Primera Guerra Mundial, despojó y aniquiló a un millón y medio de armenios.

El viernes, 24 de abril, se cumplió un siglo del inicio de esa masacre, denunciada días atrás por el Papa Francisco, que recibió como devolución los insultos del premier turco Recep Erdogan. Turquía, pese a la abundante prueba documental, no reconoce el genocidio. Su poderío económico, además, impide que la mayoría de los países lo haga.

Una fábrica textil en Barracas les dio progreso a los Kozanlian, que hace más de 40 años construyeron una amistad indestructible con mi familia. Muchos de sus valores, tradiciones y homenajes pasaron a nosotros como si fueran propios. Nos son propios.

A fines del año pasado, Azerbaiyán, nación aliada de Turquía, además de sponsor de Atlético de Madrid, ofreció millones a San Lorenzo para estampar su sello en la camiseta. La única condición era que no haya armenios en la comisión directiva. El presidente Matías Lammens, ligado a nuestra comunidad por sus amistades desde chico, los rechazó. "La prepotencia del dinero no puede pisar la historia", dijo. Nunca estuve tan orgulloso de ser azulgrana.

La devoción por mi padrino es tal que cuando mi amigo Fernando Kalemkerian me contó que su mujer estaba embarazada, le reclamé, casi le exigí, el padrinazgo de su hija armenia.

Emilia tiene 10 meses y medio. Cada vez que te mira, sonríe. En sus ojos fluye la mirada del futuro.